33: ¿Emperador?

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Al final Luo Fei fue tan convincente con sus ojos de cachorro que el Duque se encontró a sí mismo cargando al conejo de vuelta a su recámara. El Duque no apreciaba a los animales mucho. Eran sucios, desordenados y tenía que vigilar que no se hicieran daño de maneras estúpidas. Aún así, Luo Fei solo tuvo que darle una mirada para que Xu Lizhi se convirtiera en el mejor padre para el conejo que habían adoptado.

Luo Fei dejó al conejo en brazos de su esposo y salió disparado a saludar a todos sus amigos en el pueblo de Piedras Blancas, dejando a Xu Lizhi con una bola de pelaje blanco entre sus brazos que no dejaba de moverse. El duque hizo lo que pudo para mantenerlo quieto, pero nada de eso sirvió. Al cabo de unos minutos el conejo escapó de su agarre, rebotando en un destello de impecable blanco a lo largo de todas las calles. Lo habría dejado ir, si la culpa no fuese tan grande al pensar en la mirada decepcionada que le daría su esposo si es que llegaba a su habitación sin el conejo.

Así fue como Xu Lizhi, antes conocido como el Duque asesino, terminó persiguiendo a un conejo a través de Piedras Blancas. No habría sido tan difícil si el conejo no fuera blanco como la nieve, la cual cubría cada esquina del lugar. Encontrar a ese conejo era demasiado complicado.

Lo encontró. O más bien el conejo lo encontró a él luego de que Xu Lizhi aterrorizara las calles de Piedras Blancas buscándolo. El conejo de repente saltó hacía el, rebotando alegremente como si no hubiera enloquecido al duque.

El conejo era frustrante.

Xu Lizhi decidió meter a la exasperante criatura en una canasta para así poder llevarla hacía la habitación suya y de Luo Fei. Lo logró apenas, con el animalito moviéndose de lado a lado sin razón alguna. En serio era tan frustrante que solo quería dejarlo de vuelta en el bosque y fingir que nunca lo había visto. Si no fuera por Luo Fei.

Con un gruñido el Duque cargó al conejo hacía el interior de su habitación. Dejó la cesta en una esquina y lentamente liberó al conejo, observando cada movimiento que el pequeño demonio hacia. Ambos se midieron mutuamente.

Así los encontró Luo Fei quince minutos después.

—Esposo, asustas a nuestro hijo.

El duque frunció el ceño. Ese animal endemoniado no era ningún hijo suyo.

—Ven, vamos a comer— dijo Luo Fei, colgándose del brazo de su esposo para así llevarlo lejos del conejo.

—Bien— gruñó el duque sin separar sus ojos del conejo.

Luo Fei rió ante las acciones de su esposo. Al mismo tiempo lo llevó hacía otra parte de la casa, dónde había una mesa esperándole con mucha comida. El duque se preguntó cómo no lo notó al entrar. Luego recordó que había estado muy ocupado tratando de mantener al endemoniado conejo dentro de la canasta cuando entró, por lo que no se fijó en nada a su alrededor. Seguro su esposa había ordenado que les llevaran comida durante su paseo en el pueblo.

Xu Lizhi se sentó a comer frente a Luo Fei. Ambos disfrutaron la comida en silencio, asimilando todos los acontecimientos recientes mientras lo hacían. El duque estaba en alerta aún, pues años de persecución dejaban paranoia en cualquiera. Por otro lado Luo Fei solo estaba aliviado de haber acabado con la guerra. Y bueno, Luo Fei confiaba en que la sacerdotisa se encargaría de lo que quedó suelto.

El Duque estaba a punto de llevarse un bocado a la boca cuando una masa de pelos blancos aterrizó en su regazo. Con disgusto removió al conejo, solo para que volviera a subirse tras unos segundos.

Suspirando, Xu Lizhi miró a su esposa, quien reía por el predicamento de su esposo.

—Nuestro hijo te quiere mucho, esposo— se burló Luo Fei. —Me pondré celoso.

Esposa Forzada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora