5. Mantequilla

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Víctor suspiró frustrado, el trabajo lo estaba matando y su malagradecido jefe lo había obligado a trabajar horas extras para pensar en su aumento. Lo único que tenía en mente era en la cena, usualmente la hacía él cuando llegaba a las 7:00pm, pero ya eran las 10:57pm y sabía que el venezolano lo estaría esperando dormido en la sala; soltó una pequeña sonrisa ante la imagen mental.

Sacó sus llaves del bolsillo y abrió lentamente la puerta —Miguel. —llamó al contrario en un tono suave, luego, con pasos lentos pero tranquilos, abrió totalmente la puerta y entró en su hogar —¿Estas dormido? —preguntó en un susurro, percatándose que la luz de la cocina estaba prendida, aquello le llamo la atención y fue a revisar —¿Miguel?

El nombrado giró levemente su cabeza hacia donde se escuchaba su voz.

Víctor sintió como su corazón se le salía del pecho al momento de ver como el venezolano estaba encima de un banquito, al parecer intentaba alcanzar algo.

Miguel no era tan pequeño, simplemente lo que quería no estaba a su alcance.

—¡¿Miguel?! 

Aquel grito alarmó al nombrado, el cual se giró lentamente hacia donde estaba la voz —¿Víctor? —venezolano iba a contestar, pero se calló al sentir como lo tomaban de la cadera, lo alzaban con fuerza y rápidamente lo colocaban en el suelo.

—¡Estas loco! —lo tomó de los hombros y lo agitó con algo de fuerza, más que estar molesto estaba nervioso.

—Hey, tranquilo, estoy bien. —se separó dándole un leve empujón al contrario.

—¡Tranquilo una mierda! ¡¿Qué estabas pensando?! ¡Te pudiste lastimar!

Miguel alzó una ceja —No me pasó nada.

—¡Pudiste caerte!

—Pero no sucedió. —soltó una pequeña risa y le dio la espalda al mayor.

A Víctor le molestó aquella respuesta, pero no quería pelear en un momento como ese, no, ahora estaba cansado y tenía mucha hambre; sólo le quedo calmarse y suspirar —¿Qué pensabas en subirte ahí?

—Pues. —levantó una tapa que estaba sobre el mesón de la cocina y dejó ver dos platos con comida —Buscaba mantequilla. —sonrió —Las arepas con solo queso no son tan buenas.

—¿Hiciste la cena? —su tono se encontraba confundido y asustado —¡Te pudiste quemar! —quiso gritar pero sólo hablo en un tono más o menos bajo.

—Pero no pasó. —se acercó al contrario y con su dedo índice (de la mano derecha) le proporcionó un leve golpe en la nariz —Tengo 23, no soy tan idiota. —sonrió y le entrego en plato, no sabía que tan cerca estaba de Víctor así que sin querer hizo que el plato tocará el pecho peruano; se disculpó por aquello y sintió como su amigo tomaba lo que había hecho.

—Tú... ¿Realmente tenías hambre?

—Un poco, sí. —alzó los hombros —Aunque las hice porque sentí que tendrías hambre.

—Oh.

—No te escucho mastigar, anda, traga que me esforcé en cocinar.

—¿Y la mantequilla?

—Oh ¡Verdad! —tomó el banquillo e intentó subir nuevamente en el, pero Víctor se lo impidió y le quitó aquel objeto.

—Mejor lo busco yo. —sonrió con nervios, temiendo que el venezolano se cayese en esta ocasión. 



Ciego |Perú x Venezuela|Where stories live. Discover now