04| CARTAS SIN RESPUESTA

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La luna nos ha unido, tu corazón y el mío fueron hechos para ser uno mismo. ¿Pensarás en mi cuando tu cielo se oscurezca? ¿Recordarás este último beso cuando la luna ilumine tus noches?

Esas palabras dichas por cierto omega de preciosos cabellos de oro y sonrisa singular, se habían grabado como acero sobre su piel, la promesa que le hizo la mañana siguiente a su íntimo encuentro, seguía latente en su memoria, como un fiel recordatorio a lo que estaba haciendo en esas tierras fronterizas.

En medio de una vigilancia nocturna, donde la mayoría de sus soldados descansaban dentro de las carpas, Jungkook se adentró un poco más de lo permitido al bosque que los refugiaba, tomó asiento en una roca alta y pulida por la lluvia, después de sacudir el exceso de nieve que la tormenta había traído. Con su catana en la mano y solo sus instintos cuidándolo del oscuro paisaje, el azabache se permitió mirar al cielo mientras acariciaba el adorno de lazo que caía por la empuñadura, notando como este cada vez se iba desgastando más. El fuerte suspiro que soltó se hizo vaho frente a él, y pudo verlo gracias a los brillantes rayos lunares que la madre del cielo desprendía para él. Y recordó aquel momento antes de partir, cuando su omega lo abrazó con fuerza una vez lograron esconderse en los matorrales. Aún podía sentir el dolor ajeno como si lo estuviera viendo en ese instante, podía sentir sus dedos mojados por las lágrimas impropias y esos sollozos que le hicieron estremecer el corazón.

Prométame que volverá, no me deje vivir en angustia y acepte mis sentimientos, selle su promesa y vuelva a mí. Solo de esa manera podré vivir.

Ahora cuatro años después de escuchar esas palabras, no estaba seguro de poder cumplir lo prometido. Cuando partió del seno de su manada, había creído que la disputa con los sureños se arreglaría rápidamente. Genuinamente creyó que bastaría con intimidarlos para que desistieran a la idea de la invasión, pero no fue así, y esa negación por parte de los otro, causó un conflicto tan grande, que incluso el líder tuvo que hacer aparición en las filas.

Ganaron unas cuantas batallas, sí, pero no habían terminado con la guerra.

En esos cuatro inviernos Jungkook había logrado salvar cientos de vidas, así como también arrebato otras tantas; sobresalió, destacó entre sus compañeros y dejo ser un simple escudero al mando de su comandante, para convertirse en un líder de combate, participando directamente con el alto mando del ejército para crear estrategias y finiquitar a sus rivales. De su cuello colgaba un collar negro, repleto de orejas lobunas como símbolo de su aguerrido desempeño, e incluso había sido elogiado y recompensado por su líder, la noche le salvó la vida.

Sentía que no todo había sido en vano, que había dejado de ser invisible; pero, ahora le temía a regresar, le causaba terror enfrentar la realidad que él mismo construyó, y es que, Taehyung le había enviado un sin de cartas, todas ellas con hermosas palabras motivadoras para seguir luchando y asegurándole que estaba ansioso por su regreso; contándole sobre sus días dentro de la manada, y dejando datos sobre su persona para que pudieran conocerse más.

Aunque claro, jamás pudo comprobar por su cuenta si esas manchas negras en el papel profesaban dicho sentimiento; pues Jungkook no sabía leer.

Jamás creyó que algo tan simple como saber descifrar garabatos, le complicaría tanto la existencia, que le causaría una angustia tan arrasadora. En su juventud, aunque la familia de Yoongi, le brindó la posibilidad de asistir a clases, el azabache se negó, creía que no le serviría para nada, y decidió invertir ese tiempo en cazar o trabajar para ganarse la comida del día. Cuan equivocado estuvo, ahora se arrepentía.

Tuvo que aguantarse la vergüenza, y tragarse su orgullo para pedirle a uno de sus compañeros sí podría leerle las cartas que el precioso joven enviaba semanalmente para él; pero jamás se atrevió a responderlas aun cuando el otro alfa se ofreció a redactarlas cada vez que llegaba una nueva. Por supuesto que Jungkook estuvo tentado a aceptar su propuesta, pero no confiaba lo suficiente en el otro como para confiarle algo tan íntimo como plasmar sus sentimientos por él.

NIEVE EN PRIMAVERA [KOOKV]Where stories live. Discover now