Capítulo 3

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Severus atravesó el pasillo evitando a los alumnos que se arremolinaban a su alrededor, las clases de herbología habían comenzado hacía tan solo unos minutos y él iba tarde por culpa de los merodeadores.

-Señor Snape llega tarde- le gruñó el profesor- 20 puntos menos para Slytherin.

El omega bufó. Se dirigió hacia los asientos a la izquierda, zona que habían elegido las serpientes, y se sentó entre Bellatrix y Barty. Su mirada analizó la fila frente a él, tras los amplios tallos de las flores no le fue muy difícil visualizar a Potter. El alfa le dirigió una mirada burlona mientras le mostraba el dedo medio con disimulo, parecía que abordarlo en el pasillo y quitarle su varita no había sido suficiente.

-Hoy trataremos la flor de la pasión conocida así por su uso en pociones como la amortentia- comenzó el profesor- nos centraremos en la obtención de los pétalos. Usaremos las pinzas a vuestra izquierda...

Severus dejo de escuchar la explicación pues conocía de sobra el trato idóneo para extraer los elementos de la planta, su pasión por las pociones le había permitido convertirse en un expertos en otros ámbitos como la herbología.

Con cuidado cogió las pinzas y las acerco al comienzo del pétalo presionando suavemente y dejando que callera sobre el papel de arroz que reposaba en su mano. Repitió el proceso tres veces hasta que un trozo de papel golpeó su ceja derecha. Levantó la cabeza serio y observó como Remus le miraba burlón con su varita en mano.

-¿Te ha quitado la varita?- le pregunto Lucius-¿Por eso has llegado tarde?

El pelinegro asintió levemente con la cabeza.

-¿Quieres que la recupere?- cuestionó Bellatrix- me quedé con ganas de golpearle un poco más el otro día.

-Déjalo, ya la conseguiré de vuelta luego, solo quieren que les haga el trabajo de pociones.

-¿El de los tres?-  Lucius reprimió un gruñido- es más fácil darles una paliza.

-Tenemos ya un aviso por culpa de la pelea del otro día, si seguimos así nos prohibirán las salidas a Hosmeade.

-Mientras que no lo hagan con las de Le Tutú no hay problema- confesó Barty.

-Deja de pensar en follar y céntrate en la planta- regaño el rubio- has roto el pétalo a la mitad...

El alfa dejo de hablar cuando el papel golpeó su mejilla, su mirada, cargada de ira, se dirigió a Potter el cual, con la varita de Severus en sus manos, le miraba con superioridad.

-Lucius no- intento tranquilizar el omega- solo quieren provocarte.

Otro papel atravesó la clase golpeando esta vez a Bellatrix.

-Pues lo han conseguido- gruñó la alfa mientras con su varita contraatacaba- a tomar por culo Hosmeade.

Los trozos de papel volante fueron rápidamente sustituidos por materiales pequeños para no llamar la atención del profesor pero lo suficientemente sólidos como para crear pequeños moratones.

-Me ha tirado la puta maceta- grito entre susurros Barty- ¿Cómo puede ser que no se de cuenta el intento de profesor que tenemos?

-Esta leyendo el profeta- contesto Severus- cuando lo hace se abstrae del mundo que le rodea.

-Entonces podemos usar artillería pesada- afirmó Bellatrix contenta mientras agarraba el retoño de mandrágora a su espalda- ¡Bomba sonora!

-Bella la intención era no llamar la atención del profesor- grito Severus entre los gritos de la planta- pásame esa maceta a ver si le doy a Black en la cabeza antes de que el viejo nos castigue.

-Se ha desmayado por los gritos- Barty señaló el cuerpo en el suelo- tienen que cambiarlo.

Los objetos arrojadizos aumentaron de tamaño y peligrosidad mientras que la pelea entre leones y serpientes iba aumentando de intensidad. Severus lanzó una maceta más grande que su cabeza con fuerza, al contrario que sus compañeros el tenía que recurrir al modo muggle.

-¿Por qué siempre acabamos así? - se quejó mientras esquivaba un libro de historia mágica- no llevamos ni un mes de clases.

-Ni lo pienses Sev- la joven agarró su cara con cariño- tu solo disfruta del momento.

El omega se mantuvo en silencio, nunca entendería el deseo de los alfas por las peleas y la demostración de fuerza.

La batalla estaba en su punto más bajo, las macetas estaban todas destruidas y las plantas apenas se mantenían en pie. Severus olió entonces el aroma dulzón. Con miedo se levantó dejando su escondite de lado y busco por el lugar desesperado, en una de las esquinas la planta con la que habían comenzado la clase se encontraba destruida y sus pétalos aplastados en el suelo.

-Mierda, mierda- grito con miedo- ¿Quién coño ha tirado eso?-sus manos señalaron la flor mientras miraba a los alumnos que se habían paralizado ante su reacción-¿Acaso sois gilipollas?

-Menos humos Snivellius-Sirius se acercó al omega con una sonrisa- solo estamos divirtiéndonos.

-Pues la diversión se ha ido a la mierda- le encaró- porque todo el que haya olido el polvo de esa planta entrará en celo en breve. Si, ese olor dulzón que inunda la puta sala- especifico.

-Es coña, ¿no?- pregunto preocupado, incluso él sabía que veinte alfas cachondos era demasiado peligroso.

-Por desgracia no señor Black- contesto McGonagall mientras entraba en la sala con un pañuelo cubriendo su boca- salid de aquí y preparaos para el celo, quizás no os habéis dado cuenta por la adrenalina pero esto apesta con vuestras feromonas- la mujer les miro seriamente- id a donde tengáis que ir o hacer lo que queráis pero no quiero más problemas, vuestro castigo lo veremos a la vuelta.

Severus observó como la mujer desaparecía de la sala. Con tranquilidad se dirigió hasta la sala común acompañado de Bellatrix y Lucius, Barty había salido corriendo feliz por la idea de ir a Le Tutú.

-¿Vendrás?- le pregunto Bella mientras se quitaba la túnica, el celo comenzaba a extenderse por su cuerpo.

- No sé, no he tenido tiempo suficiente para pensarlo.

-Deberias venir- ánimo el rubio- no te arrepentirás.

-Lo pensaré.

-No tienes mucho tiempo Sev, tus feromonas ya empiezan a notarse. Por cierto- la joven olisqueó el aire- son verdaderamente atrayentes.

El pelinegro tembló levemente ante la cercanía de su amiga.

-Vamonos- intento salir de la situación- pero rápido o cambiaré de opinión.

Los alfas le miraron con una sonrisa y le arrastraron hasta la puerta principal del castillo no sin antes avisar a los elfos de que llevarán sus pertenencias al local.

Severus tembló. Ya no había vuelta atrás, ese día perdería la virginidad.

No Soy Un OmegaOnde histórias criam vida. Descubra agora