El lobo del bosque.

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Cuando Liam abrió los ojos, no le sorprendió que a los pocos segundos un dolor punzante se apoderase de su mano. Con un gemido de clara queja, procedió a retirar las astillas que seguían esparcidas por su puño como agujas en un alfiletero.

Ya no había rastros de aquél lobo que había acariciado hace quien sabe cuánto tiempo, salvo algunos pelos negros en su ropa y algunos otros castaños, más largos, que le dejaron un poco confundido. El sol ya amenazaba con salir y eso solo significaba que su siesta de cinco minutos se extendió más de lo pensado.

Con esfuerzo, se levantó del suelo, sintiendo un tirón incómodo en su columna que le hizo jadear. Anotado: no volvería a dormir recostado de un árbol nunca más.

Liam también notó que la sangre seca en su brazo había desaparecido, como si nunca hubiese estado ahí, y su chaqueta cubría sus piernas hasta que cayó por la inclinación que tuvo al levantarse. Liam estaba seguro de que antes de dormirse la prenda estaba a metros lejos de él. No recordaba haberla recogido.

Sin pensar demasiado en eso, sacudió su pantalón lleno de tierra y estiró sus músculos agarrotados, emprendiendo un andar perezoso de regreso a dónde sabía, estaría el claro. Y Liam esperaba que el alboroto ya se hubiese detenido.

Al llegar, para su alivio, no habían demasiadas personas. Sentados en un tronco particularmente extenso, estaban Theo, una chica desconocida, y a su lado; Isaac. Éste último parecía malhumorado.

Al poner un pie dentro del claro, saliendo completamente de la zona de la arboleda, accidentalmente tropezó con una hendidura en el suelo que no recordaba haber visto horas atrás. Con su suerte, cayó al suelo de rodillas y manos, soltando una maldición al escuchar el sonido de su pantalón desgarrándose. Se levantó con ayuda de Malia, quién lo miró extrañamente callada. Liam se sacudió el pantalón, que ahora tenía una rasgadura en la rodilla, y se mantuvo de pie a duras penas cuando un alfa preocupado se lanzó sobre él.

—Estoy bien. —musitó, pero su cuerpo siguió siendo monitoreado. —Scott, no pasa nada.

—¿Dónde estuviste? —le preguntó, tomándolo por los hombros. —Cuando Isaac y yo regresamos, no te encontramos por ninguna parte. Casi perdí la cabeza.

—Lo siento. —fue lo que pudo decir.

—¿Dónde estuviste? —Scott repitió.

—Me quedé dormido.

—¿En medio del bosque?

—Estaba cansado.

Scott bajó la mirada, examinando el cuerpo moribundo de Liam una vez más. Su mirada se fijó en su mano y frunció las cejas.

—¿Qué te pasó?

Liam miró distraídamente la piel resentida de sus nudillos, que sanaba con normalidad, pero un poco más lento de lo usual por su falta de energía.

—Me he estado cayendo mucho estos días. Solo aterricé sobre mi puño.

—Parece que estuviste golpeando algo. —intervino Malia. Su voz golpeó a Liam por la seriedad con la que salió. —Algo muy duro.

Liam la miró por un momento. Ella también perforó sus ojos, y con cada segundo que pasaba, Liam se puso nervioso. Hace mucho que no se sentía nervioso por la mirada penetrante de Malia, pero ella parecía acusarlo por algo. Solo no sabía de qué.

Liam soltó una risa seca. —Miren, me caí, golpeé algo, ¿qué importa? No es el fin del mundo.

Scott lo miró con algo de sorpresa, soltando sus hombros. Liam se sintió culpable cuando los ojos de su alfa parecieron tristes, pero no sabía cómo reaccionar ante la invasión a su espacio más que con hostilidad. Por otro lado, Malia siguió perforando su cabeza persistentemente, con una mirada acusadora que comenzaba a causarle escalofríos.

ɴᴏᴛ ᴀɴᴏᴛʜᴇʀ sᴏɴɢ ᴀʙᴏᴜᴛ ʟᴏᴠᴇ [thiam]Where stories live. Discover now