"Textos"

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La luz comenzaba a aparecer detrás de la ventana, miró el reloj de la mesa de noche, eran casi las seis de la mañana y seguía completamente vestido, no tuvo la fuerza para desvestirse al llegar, entró al apartamento y se hundió en la cama como si su cuerpo acarreara una tonelada de peso extra.

Anoche Betty le confirmó que aún lo ama, pero su actitud continúa siendo la misma, Armando la sentía cada vez más lejos, como si hubiera algo entre los dos que los alejara irremediablemente.

Sabía muy bien que el embargo la atormentaba, pero creía que su angustia era saber que la fecha de la boda con Marcela estaba cada vez más cerca.

Necesitaba encontrar una solución, no podía seguir con tantas mentiras sabiendo que ella moría por dentro.

Decidió que tenía que hacerse cargo de sus errores, era hora de aceptar que no pudo ser el presidente que esperaba, que tomó decisiones equivocadas una y otra vez, que la empresa se encontraba en esa situación solo por su culpa.

Pero por sobre todas las cosas, tenía que aceptar que estaba perdidamente enamorado, se había enamorado de Beatriz Pinzón Solano.

Se levantó y fue directo a la ducha, era en vano tratar de dormir, de cualquier forma no conseguiría hacerlo.

Pensó en la manera correcta de hacer lo que quería hacer, en todos los escenarios posibles muchas personas salían heridas, pero a decir verdad, el único escenario que deseaba era aquel en donde Betty se quedaba a su lado para siempre.

Esperó que el café eliminara los rastros de su mala noche mientras se terminaba de preparar.

Salió rumbo a la oficina, necesitaba hablar con Betty antes de la junta, debía tener su apoyo para encontrar la valentía suficiente y así hacer lo que tenía en mente.

Llegó a Ecomoda, había solo unos pocos trabajadores ocupando sus puestos, aun faltaba algo de tiempo para el horario de entrada.

Entró a presidencia y vio la luz de la oficina de Betty encendida, aquello delataba su presencia, cada vez que tenían una junta importante, ella era la primera en llegar.

La noche de Betty fue más tormentosa que la de Armando, porque además de cargar con su propio sufrimiento, debió enfrentar a su familia, inevitablemente sus papás se preocuparon al saber que Betty se iría Ecomoda, su estabilidad dependía del sueldo de Betty y de las pocas utilidades que obtenían por el manejo de Terramoda.

Después de librarse de la angustiante cena por el futuro incierto de la familia Pinzón, Betty subió a refugiarse en su cuarto, abrió su diario y dejó que las palabras trajeran un poco de alivio a su pesar.

Otra vez había caído ante al amor, ante el hombre que rompió su corazón, ante el verdugo que volvió a empujarla a un abismo de dolor, no había podido resistirse a sus besos, sus caricias la hacían olvidar, por un momento, todo lo que había pasado.

Ordenó todos los documentos de Terramoda, Nicolás se encargaría de dejar el carro en Ecomoda, pasado el mediodía se libraría al fin de la familia Mendoza.

Trató de dormir un par de horas, pero fue imposible.

-Buenos días Betty- dijo en voz baja al entrar, no quería asustarla, tenía la mirada en las carpetas que preparaba para la junta.

-Doctor, ¿Pasó algo?- Betty se extrañó al verlo tan temprano en la empresa, nunca llegaba antes de las ocho de la mañana.

-Necesito hablar con usted antes de la junta- Armando se acercó nervioso hasta su escritorio, sentándose frente a ella.

-Ya le dije que el balance maquillado está listo, no tiene por qué preocuparse- aclaró con hastío, ella sabía que era lo único que le preocupaba.

-No es por eso Betty- aseguró él- quiero decir toda la verdad- su voz se volvió temblorosa al decir esas últimas palabras.

101 Maneras de reconciliarnosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora