Prólogo

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Dos chicos iban riendo por la calle a altas horas de la mañana, discutiendo sobre alguna absurdez que se le ocurriera al más alto, pues este era el que solía tener ideas más estúpidas, mientras el más bajo tan solo reía y respondía irónico.

-Joder...- Sett suspiró entre risas mirando de reojo al pelinegro que tenía a su lado, aún riendo levemente, esta imagen le hacía sonreír.- Que sed...

-Vayamos a la máquina expendedora de siempre.- Contestó Aphelios dándole una solución y el contrario asintió orgulloso. Esa "máquina expendedora de siempre" era una que estaba en su barrio, uno que no era especialmente bonito, ni mucho menos aceptado socialmente, la gente de la más baja economía vivía por esa zona, y pese a que Sett no se avergonzaba de esto, siempre creyó que Aphelios, un niño rico en toda norma, se reiría de él al enterarse, pero sin embargo tuvo una reacción muy distinta a la que él pensó que tendría cuando se lo contó.

"Que idiota, ¿por esto no me quieres invitar a tu casa? No te sientas inseguro conmigo, tonto" Sonrió ampliamente al recordarlo.

-Mira, ¡vuelve a tener luz!- Dijo Aphelios con una pizca de ilusión en su voz mientras señalaba la máquina ya mencionada, que efectivamente desprendía una luz morada que parpadeaba cada poco. El pelinegro se adelantó, por alguna razón emocionado, al lugar y miró con una sonrisa en dirección a Sett que le devolvió la sonrisa mientras se acercaba.

-Estás callado.- Murmuró Aphelios viendo como su amigo metía una moneda en la ranura específica y arqueaba una ceja por su comentario.- ¿Qué te pasa?

-¿Qué me pasa?- Respondió de broma mientras cogía el refresco por el que había pagado.- Estás imaginando cosas, Phel.

-Mentira, te conozco.

Efectivamente le conocía bien, Sett tenía algo en mente que lo perturbaba y no le dejaba actuar de la manera despreocupada habitual. Sin embargo negó con su cabeza. Aphelios no le creyó en ningún momento pero decidió jugar sus cartas sacando su paquete de tabaco, cosa que sabía que Sett odiaba a muerte.

-¿Quieres?- Le ofreció uno a Sett, quien estaba apoyado en la pared y ya había dado el primer sorbo a su refresco. Elevó sus cejas con duda y después de unos segundos en silencio el pelirrojo tomó el cigarro entre sus manos.- Lo sabía, escúpelo.

Sett suspiró rendido, devolviéndole el cigarro al pelinegro mientras dejaba de apoyarse en la pared y ponía la lata en el pequeño relieve que salía de esta.

-Joder Phel...-Murmuró cansado acercándose a su mejor amigo, el cual le miraba con una expresión confusa.- ¿Realmente quieres saberlo?

-Pues claro...- Respondió tratando de sonar seguro, echándose levemente hacia atrás, conforme la figura del mayor se pegaba más a la suya.

-Joder...- Sett soltó una pequeña risa nerviosa, clavando su mirada en los ojos del menor. Aphelios relamió sus labios, levemente confuso con el ambiente que se había formado, tan absorto en la mirada tan primitiva de su amigo que ni siquiera había notado su espalda chocar con la máquina expendedora.

De repende un silencio tenso se había instalado entre ambos, uno que Aphelios creyó que debía cortar.

-Dilo de una v-

Y el pelirrojo le interrumpió.

Con un beso.

Carga pesada ; SettPhelWhere stories live. Discover now