6. ¿Rumores?

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Las cosas pasaron muy rápido, tan rápido que no tuve tiempo real para asimilarlo. Sentí náuseas de nuevo, sin embargo no había nada en mi cuerpo para expulsar, nada excepto mi propia bilis, la cual acabó sobre el uniforme deportivo de Darius en una décima de segundo, lo siguiente que recuerdo fue un puñetazo, y tras eso negro, solamente eso.

Abrí mis ojos incómodo, notando un dolor agudo en mi cabeza, y una leve molestia por la luz del sitio, miré a mi alrededor. Solo en la enfermería, esa era la imagen del momento, que divertido. Busqué con la mirada mi teléfono y me sentí aliviado al verlo sobre la pequeña mesa que había junto a la camilla, lo tomé y miré la hora, llevaba aquí unos 40 minutos desde el incidente de la cafetería. Suspiré irritado viendo también los mensajes preocupados de Alune, era obvio que se enteraría, era el primer contacto que apunté por si algo así sucedía, sin embargo, no me sentía con fuerzas de responderle, ni tampoco de levantarme si era honesto, por lo que me volví a tumbar y miré el techo blanco que había sobre mí.

¿Qué se la chupo a Sett? Tenía que ser una broma. Fruncí mi ceño frustado, pensando en quien me odiaría tanto para comenzar ese tipo de rumores, creí que esas cosas se habían quedado en primero de la ESO, pero por lo que veía, estaba equivocado. Y con eso en mente también pensé en lo desaparecido que estaba mi... ¿mejor amigo?

Ya no lo tenía tan claro, más que nada porque supongo que si eso fuéramos me habría dicho algo, incluyendo los estúpidos comentarios dichos, estaba tan confuso que me producía dolor de cabeza el solo pensarlo, y para colmo el maldito viaje a Inglaterra era en menos de una semana, ni siquiera sabía con quien compartiría habitación, y de repente Sett no me parecía una opción tan buena como antes.

-Hola, bella durmiente.

Me exalté al escuchar una voz, y suspiré tras el susto sentándome en la camilla mientras miraba con cara de pocos amigos al rubio que acababa de irrumpir mis pensamientos y también la enfermería.

-¿Saltándote clases? Eso es nuevo en ti.

-Podría decir lo mismo de ti, ¿qué haces aquí?

Ezreal rio y se sentó en la silla que había junto a la camilla.

-Pues obviamente ver como estabas.- Dijo como si fuera obvio y yo arqueé una de mis cejas, suspiró y miró hacia otro lado.- Por lo menos tú no me odias, o eso creo.

-¿Qué quieres decir?

-Bueno, acabó de mandar a la mierda a la mitad del grupo, entonces... es complicado.

Abrí mis ojos con sorpresa y me acerqué un poco más.

-¿Qué? ¿Qué ha pasado? ¿Cómo que la mitad?

-Relájate.- Musitó con una sonrisa después de que le bombardeara a preguntas en tan solo un momento.- Deberías descansar, ya te lo contaré todo, por ahora creo que sería mejor si te fueras a casa.

-Pero Ez, tengo que saberlo, también son mis amigos.

-Bueno... "amigos" es una palabra muy grande.

-Bueno, ¡tú me entiendes!- Murmuré con un puchero, pero al ver a Ezreal negar con su cabeza supe que no podría sonsacarle nada.- Vale... pero, hay otra cosa que me gustaría preguntarte.

-Dime.- Su sonrisa me consiguió tranquilizar un poco.

-Es sobre el viaje de Inglaterra... sé que es muy tarde para preguntar, pero, ¿de casualidad no podré compartir habitación contigo?.- Mordí mi labio nervioso y vi como puso una mueca creo que de pena para después hablar.

-Uf, Aphelios... me lo dices en un momento malísimo.- Murmuró y enseguida me desanimé, si no podía estar con Ezreal, ¿con quién más?.- No me mires así, intentaré hacer algo, no te preocupes.

Sonreí aliviado, a pesar de tener una pequeña espinita sobre ese tema del que el rubio no quería hablar a profundidad aún, y tras unos minutos de una charla bastante cotidiana el rubio se fue a su clase correspondiente mientras yo me quedaba solo de nuevo, con un nudo en el estómago. Suspiré cansado, supongo que era momento de volver a casa.

***

Conseguí salir del instituto de forma discreta ya que la mayoría estaban en clase, por lo que pude evitar cualquier pregunta, pero al parecer en la comodidad de mi habitación eso no pasaría, pues Alune se me lanzó nada más abrir la puerta.

-¡Estaba preocupadísima, idiota!- Chilló mientras casi me ahogaba en un abrazo, para después separarse y tomar mi cara entre sus manos.- ¿Me explicas para que tienes un móvil si no lo usas?

-Claro que lo uso, simplemente no...-Pretendía ser irónico con ella como de costumbre, pero sentí como mi voz se rompía al instante en el que vi lágrimas formándose en sus bonitos ojos azabache.

-Phel, ¿qué estoy haciendo mal?- Su labio inferior temblaba levemente, su voz también, mientras lágrimas caían por sus mejillas, mientras yo me sentía paralizado, con un nudo enorme en mi garganta, el cual no me dejaba pronunciar palabra, era tan repentino que no sabía como reaccionar, ignoré a mi hermana todas estás semanas para tratar de no preocuparla, pero olvidé que eso mismo pudo tener el efecto contrario.- Eres mi hermano, te quiero más que a nada, lo sabes, ¿no?

-C-Claro...

-Entonces, ¿por qué no confías en mí, Phel?

Un silencio se instaló en mi cuarto, iturrumpido solamente por los sollozos de la peliblanca, la cual aún no había soltado mis mejillas y las acariciaba con delicadeza y cariño, a pesar de que sus manos también temblaran levemente.

-¿Recuerdas cuándo estabas en el colegio y el idiota de Darius te puso bichos en la mochila?.- Musitó con una pequeña sonrisa. Asentí, recordándolo con cierta rabia, ese chico siempre me había molestado desde que tengo memoria, haciéndome la vida más complicada.- Aún recuerdo tu cara al llegar a casa, ¿sabes que me dijiste?

Negué con mi cabeza.

-Que estabas bien, Phel, que nada había pasado, cuando no eras capaz de quitar esa expresión de tristeza de tu cara, aguantándote las lágrimas y esperando que yo te creyera, pero, ¿para qué? ¿Para no preocuparme? No seas tonto, yo solita me enteré de lo sucedido, y me aseguré de que si se le ocurría volver a molestarte me encargaría personalmente de que no quisiera volver a intentarlo.

Abrí mis ojos con sorpresa, yo jamás supe eso, creí que Darius dejó de molestarme una buena temporada por suerte o aburrimiento.

-Tendrías que haber escuchado la riña de mamá cuando se enteró...- Le quitó peso a la historia soltando una pequeña risa, un poco ahogada por los sollozos.- ¿Sabes por qué te cuento esto?

Preferí no responder, a pesar de tener una idea.

-No estás solo Aphelios. Te prometo que no lo estás, hay tanta gente que te quiere, si tan solo pudieras verlo.- Mordió su labio para después abrazarme, mientras yo notaba como, después de tratar de aguantar por un buen rato, mis ojos comenzaban a lagrimear, y me permití, por una vez, soltarlo todo, llorar, en silencio, pero no solo.

Carga pesada ; SettPhelWhere stories live. Discover now