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El "criminal" cerro los ojos después de casi 2 minutos de silencio donde solo se dedicó a respirar profundamente. Shirou no estaba inconsciente, pero tampoco dormido.
Seth dudo por unos instantes pero tomando una decisión, le levanto y cargándolo sobre su espalda, comenzó a llevarlo hacia su casa.

O mejor dicho a una combinación de casa, torre y dirigible.

Estaba preocupado por ese desconocido, pero lo que le tomó por sorpresa fue lo ligero que era, en una ocasión anterior cuando habían llegado a otra isla, se había hecho amigo de un par de niños y en un par de ocasiones les llevo sobre su espalda en un juego.

Este joven llamado Shirou era un poco más alto que Seth y era sorpresivamente muy ligero, como si no pesara nada.

—¡¡Alma!! —Grito apenas vio la torre ante él. La chimenea encendida significaba que ella estaba en casa. —¡¡Alma ayúdame, traigo a alguien herido!! —Volvió a gritar mientras se acercaba a su morada.

— ¿Qué es lo que hiciste esta vez? —Desde adentro una voz femenina pero tosca respondió con una pregunta.

Una mujer alta, sumamente delgada de expresión huraña apareció en la puerta. Por un instante miro confundida a su hijo adoptivo cargando a un chico pelirrojo.


— ¿Quién es él? —Pregunto dejando que Seth pasara al interior de la casa-torre.

—Dice llamarse Shirou. Lo encontré hace unos momentos en el claro inconsciente.

— ¿Lo ataco un némesis?

—No lo sé. Bueno, se ve muy cansado pero...

—Tráelo acá... recuéstalo en el sofa...

Seth siguió las indicaciones de su madre adoptiva y ambos dejaron a Shirou en un sillón.

La mujer examino por unos instantes al desconocido, y lo que veía no le agradaba.

Para empezar era un muchacho casi de la edad de su hijo adoptivo, pero las ropas que llevaban no eran de su talla, la camisa blanca y desgarrada que portaba era obviamente la camisa para un hombre adulto mucho más fornido que ese chico, y podía decirlo lo mismo de ese pantalón el cual también estaba desgarrado, además de que no tenía calzado.

— ¿Ya viste las marcas en su cuello?

—No estoy ciega, Seth. —La mujer casi siempre tenía el ceño fruncido, pero esta vez su rostro mostraba una expresión de odio, Seth notando esto dio un paso atrás intimidado.

Su madre adoptiva daba mucho miedo cuando se enojaba, pero esta vez era mucho más aterrador que otras veces.

— ¿Qué pasa?

— ¿No es obvio? —Replico la mujer fastidiada señalando al chico pelirrojo. —No lo ataco un némesis, ¡Quisieron matarlo! Esas marcas en su cuello son las de una cuerda, querían ahorcarlo, tiene suerte de no haberse roto el cuello. —Agrego precisamente examinando y tocando el cuello del chico pelirrojo.


Seth trago saliva y cerró los ojos, por unos instantes recordó su pasado.
Cuando tenía 5 años los aldeanos de la aldea donde se habían establecido él y Alma, intentaron: quemarlo vivo.

Seth se dio a sí mismo un par de cachetadas para no recordar eso, esa experiencia aun le provocaba pesadillas.

Alma tomo la temperatura del pelirrojo y sin ningún miramiento le quito la camisa.

Si bien se sorprendió un poco porque Shirou tuviera un físico musculoso, noto los cardenales de en algunas partes de su torso. Antes de que dirán la orden de llevar a Shirou al cadalso, ese celador sádico había hecho una pequeña visita al criminal y le había dado una golpiza aprovechando que Shirou en esos momentos estaba esposado a una pared.

Hermanos de SangreWhere stories live. Discover now