¿Cual es mi destino?

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Capitulo I. Página IV

—¿Qué es este lugar? Está muy oscuro— comentó un peliverde que miraba confundido el lugar donde estaba.

Mientras observaba mejor a su alrededor podía ver que se encontraba en una clase de caverna, estaba iluminada, y escuchaba algo de ruido. Como de huesos crugir.

El peliverde caminó con precaución hacia el origen del sonido, habían huecos en el piso así que los tenía que brincar, más aun porque parecía que eran trampas con una clase de cuchillas.

Al llegar al origen del sonido, pudo observar todo un campo de craneos, unos rotos, otros en perfecto estado y todo estaba muy oscuro, de no ser por una luz tenue proveniente de arriba. Podía ver diferentes plataformas, pareciera que su propósito fuese llegar a la cima.

Entonces se escuchó de nuevo el sonido *crugir, crugir* y salió un ser en miniatura que empezó a subir, brincando a las plataformas.

—¡Espera! ¡¿Quién eres?!— preguntó al ser, pero no respondió y siguió su camino. El peliverde para tratar de alcanzarlo brincó a las plataformas, a penas podía sostenerse de unas ramas algo raras para él y no se cayera. En una plataforma observó como ese diminuto ser brincó de pared en pared para llegar arriba.

—Tiene un quirk interesante, debe adherirse a las superficies. ¿Será como los aracnidos? ¿Insectos? Le preguntaré cuando lo alcance— pensó curioso al observar la habilidad de aquel ser. Al llegar a dicha plataforma, con sus manos en la pared de su espalda y sus pies en la otra empezó a escalar, el espacio era algo estrecho para él así que funcionaba bien. Al llegar a la cima, observó como el diminuto ser logró llegar a lo que parecía ser una gran puerta, el origen de la luz.

El peliverde saltó de plataforma en plataforma con dificultad que cada vez se hacían más pequeñas. Al dar el ultimo salto para alcanzar a ese ser, no logró colocar su pie por lo que se resbaló y terminó colgando del borde.

—¡A-ayuda!— gritó asustado, pero nadie venía de cerca. Entonces escuchó unos pasos pequeños detrás de él, ahí vio otro ser pequeño que estaba a punto de saltar, sin embargo, no lo logró. Se agarró del borde junto al peliverde; el chico quizo ayudarlo, sin embargo, su mano atravesó el cuerpo de la criatura. El peliverde sorprendido se terminó soltando junto a la criatura mientras observaba de lejos como la criatura que si llegó observaba como caían.

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En una palacio blanco, sumamente blanco. Se encontraba un trono, que pertenecía a un rey que hizo sacrificios por la supervivencia de su reino; en ese trono, el chico peliverde se encontraba inconsciente, al menos, hasta que alguien lo despierta.

Una figura blanca se acercó al chico, con su mano lo movió un poco para despertarlo.

—¿Mama?— dijo somnoliento el chico. Al despertar se talló los ojos y observó nuevamente a su alrededor, de nuevo, otro lugar. Parecía que estuviera destinado a deambular sin encontrar una salida. Al darse cuenta de este hecho, se puso pálido por miedo y empezó a temblar mientras que pocas lagrimas se escurrían de sus ojos.

La figura que despertó al peliverde se acarició su cabeza suavemente hasta que se calmó, en ese momento fue cuando el chico se dio cuenta de la presencia de aquella figura.

—¡Usted fue quien me dijo qie salte!— gritó un poco confundido, ¿Cómo lo siguió hasta ahí? Era la pregunta que tenía el chico.

—Bienvenido. A mi reino— dijo mientras se alejaba un poco del lugar y chasqueaba los dedos; toda la habitación se iluminó y cambió a un lugar que wstaba nevando.

—¿Quién es usted?— preguntó el chico mientras se acercaba a él con frío.

—Creo que de donde vienes, es de mala educación preguntar el nombre de alguien sin presentarte antes— respondió el rey pálido al chico.

El Caballero BlancoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora