Chica muerta

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Bueno, las cosas no iban muy bien con Kara, pero no por eso Lena podía dejar que su vida se apagara, así que regresó a su rutina de siempre esperando que todo se arreglara tarde o temprano.

Aun no tenía noticias de Salem y ya llevaba muchos días fuera de casa.
Estaba mirando uno de los letreros que había hecho para pegar en todos lados y buscarlo, mientras tomaba el café de las mañanas, cuando el periódico sobre la mesa llamo su atención. No tenía idea de donde había salido. Ella no era una chica a la que le gustara leer el periódico. Jamás lo compraba, pero aun así estaba ahí.

Doblado por la mitad solo podía verse bien el encabezado de la primera plana. Parecía que lo habían recogido de un charco porque estaba mojado y las letras borrosas.

“Chica muere trágicamente” era el título.

Fue atropellada esta mañana...

Muchas personas morían de aquella manera. Pero había algo en especial con esta chica que la inquietó.

Justo cuando Lena iba a coger el periódico y tratar de leer el artículo completo, el televisor de la sala de encendió.

El aparato había estado haciéndolo durante un par de semanas. Se encendía y apagaba sin que nadie lo tocara. Aunque al principio la asusto bastante, ahora sabía que su televisor estaba descompuesto.

— Porquería— dijo mientras buscaba el control remoto para apagarlo, pero lo que decían en el programa de televisión de esa mañana le sonó interesante.

Solo faltaban algunos días para Halloween y la temática del programa era justamente de eso. Era uno de eso programas que pasan por las mañanas y donde te enseñan a cocinar, hablan de chismes y varias cosas más. El invitado de ese día, era un supuesto médium, que estaba hablando sobre su experiencia con fantasmas y casas embrujadas.

Lena no era particularmente creyente de ese tipo de cosas, pero se detuvo a escuchar de todas formas.
El tipo, estaba explicando cómo era el comportamiento de los fantasmas, que en algunas ocasiones ignoraban que habían muerto y se quedaban atrapados en los lugares que habían visitado o donde había vivió o fallecido. Estos fantasmas aparecian de repente frente a los demás e incluso llegan a interaccionar con ellos. Explicaba el experto.

"Para ellos, es como si su vida continuara de lo más normal y no se dan cuenta de que están atrapados en nuestro mundo. La única forma de ayudarlos a cruzar al otro lado, es enfrentándolos a su verdad…"

El hombre siguió hablando, pero Lena ya no lo escuchó. Su pensamiento estaba ocupado con la idea que acababa de llegar a su mente. Por alguna razón, Kara apareció en ella. Trató de recordar el día exacto en que la había conocido, pero no lo lograba. Tampoco sabía cuando exactamente era que había llegado a vivir con ella. Porque… le habia rentado un cuarto, ¿o no?

La había visto allí desde hacia unos meses, y ellas... Kara... vivian juntas porque Kara...

Lena intento hacer memoria pero una bruma extraña envolvia su mente impidoendole recordar.

Kara tenía llave del departamento, llave que por cierto ella no recordaba haberle dado. Aparecía y desaparecía dentro de la casa sin previo aviso, pero eso no significaba que… bueno, Kara era rara, pero… ¿era acaso que…?

— ¡Ay por dios! ¡Qué estupideces estás pensando, Lena! —se dijo a sí misma, y se dio un golpe en la cabeza — ¿Kara un fantasma? ¡Imposible!

Apagó el televisor y continúo haciendo sus cosas.

Durante el par de días que pasaron, los ruidos y las cosas que aparecían y desaparecían constantemente siguieron sucediendo en la casa de Lena.

El televisor encendía y apagaba cuando se le daba la gana y el teléfono seguía recibiendo llamadas que nadie respondía. Así que una noche, harta de todo eso, lo desconecto, destruyo el aparato y se fue a dormir.

No estaba segura si era un sueño, o si era verdad que durante la noche había escuchado el timbre del maldito teléfono. Pero a la mañana siguiente, cuando despertó y fue a la sala. El teléfono se encontraba en su lugar, conectado y en perfecto estado.

Lena comenzó a llenarse de miedo. Estaba segura de que había destrozado el aparato, pero ahora estaba ahí, intacto. Pero eso no era lo más raro, sino la contestadora que estaba a un lado del teléfono.

Lena nunca tuvo una contestadora, ¿o sí?

Mientras trataba de encontrarle lógica a lo que veía, la temperatura de su departamento comenzó a disminuir de nuevo. No era la primera vez que sucedía, de hecho creyó que la calefacción se había averiado, pero hasta ese momento no lo había ligado a las demás cosas raras que estaban pasando.

Se abrazó a si misma aun sin poder moverse cuando las puertas del corredor detrás de ella comenzaron a cerrarse de golpe. 

Algo muy malo estaba sucediendo en su casa, algo que no podía explicar.

Fue hacia la puerta para salir corriendo, pero no pudo abrirla. No tenía sus llaves y la puerta estaba cerrada.

Con el sentido común escondido detrás del lugar más oscuro de su conciencia, corrió a la terraza para tratar de salir de alguna manera, pero a menos de que supiera volar, o escalar edificios, lo único que iba a lograr lanzándose desde el sexto piso; que era en donde estaba su departamento, sería matarse.

Se sujetó al barandal de la terraza y miró abajo, encontrándose cara a cara con la rubia. Quien estaba parada en la banqueta, fuera del edificio y tenía la mirada clavada en los ojos de Lena.

— ¡Kara por favor, ayúdame! ¡Estoy encerrada! — gritó  desesperada.

Pero Kara o no la vio, o decido ignorarla.

Simplemente, y sin prisa, entró al edificio con las manos dentro de la bolsas de su sudadera.

¿Qué demonios le pasaba? Se preguntó Lena segundos antes de que los ruidos, y todo lo que estaba pasando en la casa, dejara de suceder.

Temblaba aún cuando decidió volver a entrar, pero permaneció alerta para cualquier cosa que sucediera.

Tenía que buscar sus llaves y salir de allí para correr a la iglesia más cercana y traer a un sacerdote que la ayudara.
Entonces, cuando paso a un lado del teléfono, una llamada entró directo a la contestadora.

Primero se escuchó una ligera alarma, seguida de un foquito en la parte delantera de la contestadora que comenzó a parpadear, para finalmente grabar el mensaje.

“Hola, soy yo. Necesito que me llames.”

No reconoció la voz de quien llamaba, pero era una chica.
La contestadora comenzó a recibir un mensaje tras otro y en cuestión de segundos el buzón estaba saturado. Sin que Lena hiciera nada, cada uno de los mensajes comenzó a escucharse.

"¿Por qué aun no me marcas?"

"¿En dónde demonios estas?"

"De verdad es urgente. Tengo que hablar contigo"

"No he podido localizarte desde hace días, ¿Estas bien?

Siempre era la misma chica, y Lena no tenía idea de quien se trataba.
La contestadora comenzó a fallar y la voz a distorsionarse. Parecía como una vieja radio con interferencia y apenas se podía distinguir la voz de aquella mujer.

“Debes decirle… Lena… Kara… fantasma”

La sangre de Lena se helo, su respiración de detuvo por varios segundos sin poder creer lo que había escuchado.

¿Kara era un fantasma?

¡Era imposible!

No recordaba haberla conocido o cuando fue qué llego a vivir con ella, pero tenía mala memoria, las fechas siempre se le habían complicado, así que... realmente no era tan raro.

La temperatura del lugar volvió a bajar inadvertidamente; tanto, que el vapor se hiso visible al salir de su boca, y los ruidos también regresaron.

— ¿Lena?

Sintió la voz susurrante de Kara sobre su nuca. Y completamente asustada, perdió el control y comenzó a gritar, dando saltos para alejarse de ella

— ¿Lena, qué es lo que…?

— ¡No te acerques!

No creo en los Fantasmas (SUPERCORP)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora