CAPITULO 12

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Enseñarle a caminar a un bebé requiere tiempo y paciencia y Jay no tenía paciencia, sin embargo, Jungwon no era un bebé, parecía uno pero no lo era.

Después de descansar un momento, Jungwon retomó sus clases de como usar sus piernas con Jay. Los bebés no entendían cuando les decías algo, simplemente se dejaban llevar por donde sus padres los llevaban, aunque también existía el miedo, el miedo a caerse, a lastimarse y no poder caminar pero como se mencionó anteriormente, Jungwon era lo suficientemente grande como para comprender que Jay no lo dejaría caer, no lo dejaría lastimarse y lo apoyaría para seguir aprendiendo a caminar.

—Bien, sigue así, recuerda, un paso a la vez.

El azabache prefirió cambiar su técnica y en vez de pegar a Jungwon a su cuerpo, solamente lo tomaba de ambas manos.

Jay dio un paso atrás y el de hebras rosadas un paso adelante, Jay dio otro paso en reversa y Jungwon otro adelante, todo marchaba relativamente bien, bueno, hasta que el ojiazul no lo soportó más y sus piernas flaquearon amenazando con caerse pero Jay no le dio tiempo ni siquiera de parpadear.

Al ver el temblor de las piernas de su mayor, soltó sus manos y en un rápido movimiento lo pegó a su cuerpo tomándolo de su cintura.

—Te dije que no te dejaría caer.

Jungwon ya no tenía las fuerzas necesarias como para aferrarse fuerte del cuello de su menor así que solamente apoyó sus manos débilmente en sus hombros.

—¿Podemos parar? ahora sí me cansé mucho y solo quiero dormir.

El cuerpo humano no era como el mayor había imaginado, descubrió lo que es el dolor físico, el cansancio e incluso descubrió que significaba el término sudar.

—Bien, podemos seguir otro día.

—¿Podemos ir ya a tu departamento?

—Si, tengo hambre y...

La frase de Jay fue interrumpida por un gracioso sonido similar a un gruñido proveniente del estómago del mayor.

—Y veo que tu también.

Nuevamente, Jay sentó a Jungwon con su espalda apoyada en una piedra y sus piernas juntas a diferencia de la vez anterior.

Fue en busca de su mochila azul y antes de colocársela, sacó un paquete de galletas con chispas de chocolate. Se acercó a Jungwon y le entregó el paquete ya abierto, Jay siempre llevaba comidas, dulces y hasta bebidas para que el ojiazul los probase y descubrió que él tenía un gusto especial por esas galletas.

—¿Cómo me llevarás? —mordió una galleta.

—No creo que tengas las fuerzas suficientes para sujetarte de mi espalda así que lo haré de este modo.

Jungwon iba a preguntar a que se refería con "lo haré de este modo" pero el universitario contestó su duda cuando lo alzó colocando su brazo al rededor de su torso y el otro por debajo de sus rodillas.

—Eres más ligero de lo que creí.

—Gracias, supongo—soltó una suave risita mientras se metía la última galleta a su cavidad bucal.

Eran las seis de la tarde, se podía apreciar al sol con sus hermosos rayos naranjas por el horizonte del mar. Si tan solo no tuviera a un Jungwon en brazos pidiéndole que se apresure, hubiera tomado una foto de tan lindo paisaje.

—Te gustan los paisajes ¿no?

—Si, los paisajes naturales me inspiran mucho y eso es bueno para mi porque estoy estudiando pintura.

Salieron de la playa hace unos minutos y ahora se encontraban por las calles de Ansan, Jungwon no paraba de mirar todo, tantas luces, personas, construcciones y demás cosas lo sorprendían pues a la única tecnología con la que había hecho contacto era el teléfono de su menor.

—Una vez, unos niños quisieron entrar a la cueva, pero sus padres no los dejaban y se les cayó un par de colores y una hoja blanca—se aferró más al cuello del menor quien escuchaba atento su pequeña anecdota—el viento los empujó hacia mí y con ellos dibujé un gatito, un perrito, el sol y a Luna, me quedaron muy bonitos pero no Luna, ella es muy hermosa, tanto que no pude dibujarla.

—Con Luna te refieres, pues, a la luna de allá arriba ¿no?—Jungwon alzó su vista hacia donde la barbilla se Jay apuntaba.

—Si, Luna a sido mi única compañía todos estos años—suspiró nostálgico—pero ahora te tengo a ti y no me dejarás ¿cierto?

—Ni siquiera pensaría en hacerlo.

Jay siguió avanzando y respondiendo a las preguntas que el pelirosa le hacía sobre los objetos que veía, no se imaginaba así la ciudad pero sin duda le gustaba, tenía mucho color a diferencia de las paredes de piedra grises de su cueva.

Sin duda alguna, las luces de los carteles luminosos habían sido su "objeto humano" favorito, Jungwon detestaba la obscuridad y si no fuera por la luna que alumbraba el interior de su cueva, probablemente odie la noche pero en la ciudad nada estaba obscuro, todo tenía tanto color y brillo.

Los sonidos de la ahora noche lo fueron adormeciendo y cerró sus párpados mientras que Jay seguía camino a su departamento esperando llegar pronto ya que su estómago le pedía algo dentro, si algo quería Jay después de dormir, era comer, aunque claro, si algo quería más que aquellas dos cosas era a Jungwon.



Los sonidos de la ahora noche lo fueron adormeciendo y cerró sus párpados mientras que Jay seguía camino a su departamento esperando llegar pronto ya que su estómago le pedía algo dentro, si algo quería Jay después de dormir, era comer, aunque cla...

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8/8

Fin de la maraton , nos vemos en una proxima actualizacion

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