Parte II.

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La vida en Coruscant era muy buena, el hecho de ser la capital del nuevo Imperio Galáctico la convertía en un buen lugar para vivir, pero como era buena también tenía un precio.

Un precio tan alto que Obi-Wan analizaba cómo pagar.
Los pensamientos acerca de la economía  ya estaban perturbando su descanso nocturno.
Tenía que buscar un trabajo y por supuesto inscribir a Luke a la escuela.
Podría aprovechar las horas que el pequeño estaría en clases para trabajar.

Aún así dedujo que necesitaría más de un trabajo para seguir viviendo en la pieza que habían rentado. No era la gran cosa, pero se sentía acogedora. Tenía una pequeña cocina junto a una pequeña sala de estar, dos habitaciones y baño con agua caliente. Era más de lo que Obi-Wan podía permitirse, pero se juró que no haría pasar carencias a Luke.

La seguridad siempre estaba presente en su mente, pero eso no le impediría salir a pasear con su pequeño para respirar algo de aire fresco.

Paseando por las increíbles avenidas de Coruscant, Luke corrió hacia unos mostradores de vidrio donde se exponían naves espaciales de juguete.

- ¡Tío Ben! - gritó emocionado señalando una nave roja - ¿Puedo tenerla tío, por favor?

Ver el rostro suplicante de Luke, derritió el corazón de Obi-Wan pero al ver el precio, casi se le detiene.

- Querido - le dijo inclinándose para verlo a los ojos - Ahora no podemos comprarlo, pero te aseguro que cuando consiga un buen trabajo será lo primero que compremos.

- ¿Me lo prometes?

- Es una promesa, querido.

Luke tomó el meñique de Obi-Wan y lo enlazó al suyo.

- Ahora sí es una promesa, tío Ben.

Ambos sonrieron.

De repente el Jedi sintió una presencia algo oscura que le erizó la piel.

Miró a todos los lados y no vió nada peligroso. Pero eso se había sentido muy real y familiar.

- Luke, debemos volver a casa querido, empieza a hacer frío aquí - dijo acomodándole la pequeña bufanda y continuaron su camino.

La VisitaWhere stories live. Discover now