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Yo vivía en una casa hogar, en una pequeña villa en la cual no había mucho, toda mi niñez vi a niños llegar e irse, algunos se iban para siempre, y otros no tardaban en volver, y cuando volvían era por que no habían podido llegar a los estándares de los adultos y esos niños que volvían muchas veces jamás volvían a ser candidatos para que los adoptaran. Pude ver como muchos de ellos crecieron hasta cumplir la mayoría de edad y eran echados a su suerte.

No podía evitar pensar que los adultos eran crueles, eran jodidamente crueles, jugar con los sentimientos de los niños, haciéndoles creer que pertenecen a un lugar y luego simplemente devolviéndolos como si fueran productos dañados o incluso como si fuéramos decoraciones para adornar su patético sueño de familias perfectas. También odiaba el a ver terminado en este lugar, nadie sabía nada de donde yo venía tampoco tenían idea de si mis padres vivían aun o simplemente habían muerto, yo personalmente prefería vivir ignorando eso.

La villa en la que se encontraba la casa hogar en la que vivía era la villa Shimotsuki, la villa no era tan grande, pero era conocida por la casa hogar y también por el dojo que había en este lugar, al cual cuando tenía la oportunidad me escapaba para ver como practicaban

— ¡Zoro!, ¿en verdad otra vez vas a ir a ese dojo?, ya es la tercera vez esta semana y si la nana te descubre de nuevo te mandara a hacer la limpieza de todas las habitaciones

La voz chillona que conocía ya a la perfección era de Nami, una niña que había llegado tan solo un año después de que yo llegue, ella había llegado junto con otra niña llamada Nojiko que es dos años mayor que Nami, ellas al contrario de mi, se conocía parte de su historia o por lo menos algo tentativo de lo que pudo pasar con sus padres.
Ambas fueron rescatadas de la guerra en Oykot, una soldado las había encontrado, y las trajo a Shimotsuki para poder adoptarlas, pero según lo que ellas me habían dicho era que el proceso se había atrasado por que al parecer Bell, ese es el nombre de la persona que las quiere adoptar, no esta casada y al no estar casada no se le puede permitir la adopción de las chicas.

Nami muchas veces me dijo que eso era una tontería, ya que según a lo que sabía, Bell era muy capaz de cuidarlas y darles un buen estilo de vida por su trabajo como soldado. Que incluso podría mantener a tres niños ella sola, algo que me parecía imposible. Nami muchas veces me dijo que cuando Bell pudiera adoptarlas le pediría que me llevara con ellas, así no me quedaría solo cuando fuera el momento de partir.

No se si es por que somos los únicos que tienen una edad cercana o por algo mas, pero tanto Nami como Nojiko eran personas preciadas para mi, aun que eso no significaba que aguantaría los regaños de esa bruja de cabello naranja.

— ¡Deja me bruja, yo soy un año mayor que tú y puedo hacer lo que quiera!

— ¡Podrás ser un año mayor que yo, pero sigues siendo un idiota que se pierde en este lugar luego de a ver vivido toda tu vida aquí!

Nojiko únicamente nos veía de lejos, ella no estaba tan interesada en formar parte de una pelea infantil, y lo agradecía. Me acerque a la ventana de el cuarto y deje caer la cuerda, lastimosamente para mi el único punto ciego de este lugar era por el cuarto de ellas, así que cada vez que quería escapar tenía que soportar los regaños de Nami y sus quejas sobre que si la Nana del lugar nuevamente me castigaría de alguna forma.

— Nami, deja a Zoro, el sabe lo que hace, no es la primera vez que Nana lo regaña por escaparse, y no será la ultima -Por fin hablo Nojiko, Nami la miro mal. - Además, este lugar es aburrido, si Zoro encontró algo en esta pequeña isla que lo entretenga, entonces déjalo disfrutar

Voltee a ver a Nojiko un poco sorprendido y algo agradecido, pude ver como Nami hacia una mueca pero luego simplemente suspiraba y se acercaba a amarrar mejor la cuerda.

𝑰𝒕'𝒔 𝑵𝒐𝒕 𝑨 𝑺𝒆𝒄𝒓𝒆𝒕Where stories live. Discover now