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Habían pasado unos cuántos días desde que Nana se había marchado de la casa, lo que significaba que ninguna de las otras cuidadoras nos prestaría atención. A si que esos días aproveché de la poca atención y volví a el pueblo.

Mejor dicho al dojo, me quedaba ahí mirando los entrenamientos y a veces incluso me llevaba la espada que Ace me había regalado, era fácil seguir los ejemplos del maestro, para nada eran complicados.

Me gustaba sentir la emoción cada vez que lograba hacer bien algún movimiento, pero no era suficiente, necesitaba más, y quería más.

Pero soy huérfano, y los huérfanos no tienen el dinero para pagar ese tipo de clases.

"Los huérfanos como tú solo pueden vivir de sobras que son dejadas por otros, y agradece que puedes comer las migajas, otros nisiquiera las dejan, para que las ratas no se acerquen"

— ¡Oye tú mocoso!

Una voz chillona me hizo levantar la mirada, la mire algo disgustado, quien se creía para decirme mocoso.

— ¿Qué?

Hablé de forma cortante, la niña de cabello azul oscuro me miró divertida y salto por la ventana del dojo, en su cintura podía ver la espada de madera que suelen ocupar para entrenar, al parecer ella era una estudiante del dojo.

Apreté mi ropa.

Si en verdad ella era una estudiante de ese dojo, significa que me vio cuando estaba mirando su entrenamiento, no pude evitar sentirme avergonzado, pero no me hecharia para atrás, quiero aprender, y si la única forma de hacerlo es a escondidas entonces lo haré todo lo que pueda.

— Mi padre dice que últimamente había estado rondando un niño de cabello verde, no creí que hablara en serio... ¿Te gusta el kendo?

— Si... Me gusta

— ¿No eres de muchas palabras verdad? —negue con la cabeza mientras miraba al suelo.— Mi nombre es Kuina... Shimotsuki Kuina, soy la hija del instructor del Dojo, ¿Piensas inscribir te?

Levanté la mirada, sus ojos cafés me miraban con cierta arrogancia, sabía que no podía unirme a las clases.

— ¿No crees que si fuera así ya hubiera entrado a entrenar?

— Tienes razón niño, entonces supongo que eres de la casa hogar

Apreté la espada de Ace fuertemente, pude sentir como pequeñas astillas se clavaban en mi mano, la mirada de esa chica se centro en dónde tenía la espada y luego pude verla sonreír.

— ¿Qué te parece esto?, si tú ganas le dire a mi padre que te enseñe gratis, si yo gano... Dejaras de venir a espiar el dojo

La mire sorprendido, no quería dejar de venir al dojo, podía ganar, aún que nada era seguro, pero si no la aceptaba ahora, entonces... No podré saber si soy capaz.

— Bien, aceptó el reto

Estiré mi mano y ella simplemente sonrió, era unos centímetros más alta que yo.

— ¿Entonces cuál es tu nombre?

— Zoro... Roronoa Zoro

— Bien Zoro, tengamos un duelo justo, arreglaré todo, ven mañana a la misma hora

Ella soltó mi mano y entró nuevamente al dojo por la ventana, su postura al caminar e incluso al entrar por la ventana, de alguna forma era elegante pero brusca.

Sentía mi corazón golpear con fuerza mi pecho, estaba emocionado, y al mismo tiempo ansioso, si perdía... Si lo hacía no podría volver a venir al dojo, nisiquiera a ver, necesitaba ganar.

𝑰𝒕'𝒔 𝑵𝒐𝒕 𝑨 𝑺𝒆𝒄𝒓𝒆𝒕Donde viven las historias. Descúbrelo ahora