Prefacio

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★En el pasado★

-Edgar, recapacita por favor, hallaremos otra solución -rogaba mi madre, por su voz podía asegurar que pronto rompería en llanto.

-Isabel querida, ambos sabemos muy bien que ya no hay otra opción, Alara debe entrenar su magia, fue un grave error reprimirla.

Al escuchar esas palabras todo mi cuerpo comenzó a temblar, todos estos años han sido una mentira, me han negado mi propia esencia. La ira tomó el control de mí y sin detenerme a pensar ni un segundo salí de mi pequeño escondite.

-Repite lo que has dicho -dije acercándome lentamente a mi padre.
-Mírame a los ojos y repítelo -exigí.

Ambos se quedaron inmóviles, la expresión de padre era de sorpresa pero al mirar el rostro de mi madre y verla prisionera del pánico y la desesperación tuve el impulso de correr a abrazarla, sin embargo mi orgullo fue más fuerte y solo le dediqué una mirada cargada de reproche.

-¿Es eso cierto? ¿Soy como madre, también soy bruja? -Mi cabeza no para de dar vueltas, no es posible que esto esté ocurriendo.

-Alara hija, podemos explicártelo- comenzó a decir mi madre pero no la dejé terminar.

-Silencio -dije con voz fría. -No quiero escuchar ni una palabra más. ¡Me habéis engañado durante toda mi vida, no teníais el derecho de ocultarme lo que soy!

-Cariño lo hicimos para protegerte- dijeron ambos a la vez .

-Ya basta, no puedo seguir escuchando, me marcho. -Comencé a bajar las escaleras a paso rápido seguida de los pasos apresurados de mis padres.

-Alara, detente por favor, déjanos explicarte -dijo esta vez mi padre, pero yo solo me mantuve indiferente.

Al llegar al patio tracero me encaminé hacia el bosque, necesitaba estar un tiempo sola y pensar en todo lo que había ocurrido. Escuchaba las súplicas de mis padres para que volviera, pero ni siquiera miré atrás.

No sé cuánto tiempo estuve caminando por el bosque, pero me había calmado bastante, en él siempre encuentro una paz inmensa.

El sol ya había comenzado a ponerse y todo a mi alrededor estaba teñido de una perfecta combinación de tonos naranjas y dorados.

Después de tanto pensar decido volver a casa y hacerle frente a la situación.

Ya llevaba unos minutos caminando de regreso cuando me percato de una gigante nube de humo.

-En esa dirección está mi casa -digo en un pequeño susurro. El miedo y la desesperación se abren paso en mí a la velocidad de un rayo y antes de darme cuenta ya estaba corriendo tan rápido como me permitían mis pies.

Los arbustos rasguñaban mi piel pero no me detuve. Cuando logré salir del bosque me heló el alma lo que vi. Mi casa, mi hogar, estaba envuelto en llamas y varios humanos rodeaban el patio de atrás.

De un momento a otro ya no escuchaba nada a mi alrededor, el odio y la rabia tomaron el control de mi mente y por mis venas corría una fuerza interna como nunca antes.

Con tan solo un pensamiento los humanos cayeron al suelo sin vida uno tras otro.

Entré en la casa y el fuego respondía ante mí, bastó solamente pensarlo y poco a poco fue despareciendo.

Busqué en todos lados y hallé un rastro de sangre que iba hasta la habitación de mis padres. Lo seguí intentando esquivar los escombros que había dejado el incendio.

En cuanto logré entrar, todo mi mundo se derrumbó, los cuerpos ensangrentados de mis padres yacían sin vida en el suelo. Caí de rodillas, mis lágrimas salían sin control, todo había sido culpa mía, nunca me lo perdonaría en esta vida ni en ninguna otra si en verdad existiera.

Lloré abrazada a ellos durante horas y solo podía pensar en una cosa, merecía la muerte. Así que agarré una daga que estaba en el suelo y justo en ese instante una brisa helada recorrió la habitación inundándola de susurros, susurros que parecían provenir de voces antiguas.

-PEQUEÑA ALARA, TU CASTIGO NO SERÁ LA MUERTE , SINO LA ETERNIDAD, Y SIENDO UN ALMA ERRANTE ESPERARÁS HASTA QUE UN DÍA LA VERDAD Y EL PERDÓN TENGAS EL VALOR DE ENCONTRAR.

Las palabras se hicieron eco en mi interior y en ese momento todo a mi alrededor se volvió solo oscuridad.

Alara: guardiana de las almas perdidas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora