Día 7 - Beso

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Felix espero a que se hicieran las 10:30pm como todos los días para aumentar la probabilidad de que hubiera menos personas en el pasillo y no tener que estar dando explicaciones de porque deambula fuera de su habitación. Aun cuando tener un espacio propio era algo muy bueno para todos, el australiano extrañaba cuando dormían varios en la misma habitación en literas, ya que de esa forma era más fácil escaparse a la cama de Hyunjin cuando necesitaba un abrazo.

Todo había comenzado una noche en la que él había tenido una pesadilla y Hyunjin lo había encontrado en la sala llorando a solas, luego de explicarle que es lo que había pasado, se lo había llevado a su cama para que no tuviera miedo de volver a dormirse, gracias a eso, hacía mucho que las pesadillas había desaparecido, no solo para él, sino también para su Hyung quien igualmente algunas noches se había colado dentro de sus sabanas luego de tener un mal sueño, solo para recibir sus abrazos.

Ahora esperaban la oscuridad para poder estar juntos sin tener que prestar atención a nadie más que al otro con quien se escondían bajo las sábanas, con quien compartían durante horas cada uno de sus pensamientos, de sus anhelos, de sus abrazos, pero sobre todo de sus sonrisas, esas que ambos podían asegurar sin dudarlo ni un poco, eran completamente distintas a las regaladas a las Stay o incluso a cualquier otro miembro del grupo. Había algo en el brillo de los ojos, en la complicidad que los labios compartían, que les daba la certeza de que no había nada más en su mente que ellos 2 juntos por las noches, amando cada minuto, desean que la noche no termine.

Felix ama tocar el rostro de Hyunjin, ama la simetría en sus rasgos perfectos, ama no tener que apartar la mirada de sus ojos, del brillo que tienen y que claramente a robado de las estrellas, ama poder ver su maravillosa nariz, ama los lindos pómulos en ocasiones sonrojados, ama poder mirar sin reserva esos labios carnosos y rojos que parecen parte de una obra de arte.

Hyunjin ama la sonrisa de Felix, ama la sensación tan cálida que lo invada cuando lo mira a los ojos, cuando la sonrisa ilumina su rostro como si fuera el sol mismo, ama las pecas que cubren su piel pálida, ama usar la yema de sus dedos para unir los hermosos puntos, ama la risa tímida que siempre escucha del menor cuando las acaricia, cuando delinea la línea de su mentón y mima los orificios en su oreja donde siempre porta lujosas y extravagantes joyas.

Felix no se cansa de escuchar por horas al mayor hablar de trazos, de colores, de líneas, de la forma en que su mente capta las imágenes y desea transmitir en forma de pinturas, en realistas dibujos. El rubio es capaz de escuchar lo distinto que es hacer una toma con la cámara por la noche que por el atardecer, es capaz de escuchar melodías inventadas por las noches escapando de los labios carnosos.

Hyunjin escucha con atención las combinaciones que vienen a la cabeza del rubio para hacer nuevas recetas, escucha capítulos enteros de los libros que ha leído, escucha esa voz dulce reírse con la frescura del sonido de una cascada, escucha sin dejar de admirar la emoción no solo en su voz, sino también en sus ojos, en los labios que no pueden borrar las honestas sonrisas.

Los minutos, las horas, todo ser pierde, cualquier tema, cualquier pretexto, cualquier cosa que permita que sigan al lado el uno del otro, que respiren su aliento, que puedan tocarse con la delicadeza durante el día añorada y por la noche necesitada.

Felix acaricia los negros cabellos, enreda sus dedos en ellos, disfrutando de su suavidad.

Hyunjin rodea la delgada cintura, mete sus manos dentro de la holgada pijama, reconociendo la perfecta piel bajo sus dedos.

No obstante, aunque todo es perfecto, ambos saben que no lo es.

Ambos saben que hay algo que invade sus pensamientos por el día, por las noches en que sus miradas siempre caen sin remedio sobre los labios del otro.

Esos labios carnosos... ¿serán tan suaves como parecen?

Esa boca en forma de corazón... ¿podría llenar el vacío en su pecho?

Sus besos... ¿serán seguros como sus brazos?

Sus besos... ¿serán tan dulces como sus palabras?

Una noche, dos noches... semanas enteras... ¿Cuántas veces no han añorado esos labios, temiendo que cometer la osadía de cerrar la brecha entre ambos pueda costarles el alma entera?

Cuando el impulso se vuelve demasiado intenso, los labios dan "torpes" besos muy cerca de las comisuras de los otros.

Cuando el impulso se vuelve demasiado intenso, los labios se quedan muchos minutos sobre las mejillas ajenas, buscando engañar a la mente, ofreciendo la suavidad de esa piel a cambio del fruto prohibido de su deseo.

Algunas veces besos en la nariz, algunas veces el roce de ambas narices, compartiendo el aliento, temblando de deseo, pero sin dar el siguiente paso.

Los corazones latiendo, dejándolos sordos ante la intensidad de las emociones, pero sin poder ignorar el miedo, que les respira en la nuca, que les hiela la sangre ante la idea de la ausencia definitiva.

No obstante, todo es tan cálido entre ambos, tan íntimo, tan completo con solo ellos dos como protagonistas, que simplemente no lo pueden evitar, no más...

Temblando, esta vez los dedos de Hyunjin no se limitan acariciar su mentón, esta vez se aventuran, y rozan primero el labio superior, con los ojos fijos en el australiano, buscando no perderse su reacción.

El toque en aquella parte de su rostro, tan inexplorada, tan privada, detiene su respiración y lo obliga a mirar al mayor, necesitando saber si no ha sido solo un accidente.

El mayor aprovecha que los jóvenes labios se han abierto muy ligeramente ante la sorpresa, entonces delinea el labio inferior y deja que la yema de su dedo se deslice había abajo, abriendo ligeramente la boca del rubio, permitiendo que escape aquel suspiro contenido por largos meses.

Felix tiembla, pero solo de anticipación contenida, tiembla al ver los labios rojos ser mojados por la lengua del mayor, dejando un brillo provocativo en ellos.

No se han unido físicamente y aun así sus respiraciones se encuentran agitadas, la ansiedad, la larga espera, el universo entero parece haberse detenido para ver la culminación de aquel anhelo.

El rubio cierra los ojos e inclina el rostro, en total entrega. El mayor se rinde ante la perfecta visión frente así, sellando con sus labios el camino que el destino le ha puesto a sus pies.

El beso es primero un roce, el reconocimiento de un territorio completamente virgen, la admisión de haber sucumbido a sus anhelos.

El segundo roce es la consciencia de la aceptación de sus sentimientos, la alegría no tener que reprimir más emociones.

El tercero es para llenar sus almas en la esencia del otro, para acoplar el ritmo de sus corazones en uno mismo.

El cuarto, el quinto y los siguientes son solo una y mil expresiones de su amor por largos meses cultivado bajo las sábanas de aquella habitación. 

Hyunlix - Inktober 2023Nơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ