Reencuentro

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CAPITULO II

El sonido de los truenos me despiertan.

Salgo de la cama y cierro la ventana, se aproxima una fuerte tormenta, llegamos a mi antigua casa, algunas cosas aún se ven igual, mi madre le colocó un plástico protector a los muebles.

Estoy tan cansada del viaje que me quede dormida sobre el sofá, es una casa grande y acogedora con un gran jardín y una cerca de madera a su alrededor.

Subo las escaleras de madera que me llevan al segundo piso, la habitación principal tiene la puerta entre abierta.

Escucho unos gemidos.

La curiosidad es más fuerte que yo.

Observo a Briana jugando con su entre piernas mientras acaricia sus perfectos senos, sus gemidos comienzan a ser más seguidos.

Me ve y lleva la humedad de sus dedos a su boca, se dio cuenta que la estoy observando y lo disfruta mucho más.

— ¡Ven! — Balbucea — Sé que disfrutas ver cómo me masturbo.

Tenemos muy claro nuestro gusto por los chicos, pero más de una vez Briana y yo la hemos pasado muy bien juntas.

Entro a la habitación y me quito la camisa mientras me coloco sobre ella y comenzamos a besarnos apasionadamente.

Introduce sus dedos en mi ropa interior jugando en círculos con mi clítoris, hago lo mismo con ella y se ahoga en un orgasmo mientras su boca está cerca de la mía, me lame los labios.

Mis piernas tiemblan y la humedad se hace presente sus dedos entran y salen de mi vagina, ella sabe perfectamente lo que hace.

Le hago un pequeño gemido cerca del oído.

Hemos acabo muy húmedas y relajadas.

— Es increíble que me encanten los hombres, pero que el sexo entre nosotras sea satisfactorio.

— Más que satisfactorio es experimentar, la verdad no dejo de pensar en el chico que vimos saliendo de la cafetería. — Respondo mientras me coloco la camisa — Debo saber quién es.

— Es muy atractivo.

— Tomare un baño e iré al bar a tomar unas cervezas ¿Me acompañas?

—¡No! Quiero dormir un poco, trae pizza.

Después de tomar un baño de agua caliente, salgo de la ducha, la toalla rodea mi cuerpo. Me coloco mis pantalones, la blusa blanca un poco transparente dejando entrever mi brasier.

Por último, el abrigo negro, el clima frio y lluvioso en Blackriver te obliga a permanecer abrigado.

Le echo un vistazo a Briana y está profundamente dormida, no la despierta ni el apocalipsis.

Tomo las llaves del auto y el paraguas, giro la llave y se abre la puerta principal. Las calles se encuentran solas, los truenos son más seguidos.

Me acerco al auto y hay una nota sobre el parabrisas con una rosa negra.

*No tenían que haber vuelto*

Mis manos comienzan a temblar y subo rápidamente al auto, escondo la nota en mi abrigo, aquella nota altero un poco mis nervios y me cuesta conducir.

He llegado al bar del pueblo, el Oasis ha cambiado y le han dado un toque moderno, me acerco a la barra y le pido al cantinero una cerveza, lleva el brazo completamente tatuado y una chaqueta jean sin mangas con una estrella parecida a la que le vi esta mañana al chico de la cafetería.

— La noto un poco nerviosa — Comenta el cantinero mientras sirve mi cerveza — ¿Todo bien?

— Estoy muy bien — Respondo mientras bebo un sorbo de la cerveza — Llegue hace poco de viaje y estoy algo cansada.

— ¡Tony!

Escucho una voz varonil y a la vez dulce.

— Por favor lo de siempre a la mesa de los chicos.

Veo al cantinero y asienta con su cabeza, volteo y el chico que se encuentra a mi izquierda es el de nuevo, tiene una sonrisa irónica, el rostro pálido con una sensación angelical y de melancolía.

Nuevamente siento una punzada entre mis piernas acompañado de un nerviosismo.

¿Por qué este hombre me pone tan nerviosa? — Me pregunto internamente mientras lo veo de reojo.

Se recuesta sobre la barra y enciende un cigarrillo, en sus dedos índice y pulgar lleva dos aros gruesos, sus manos son blancas varoniles y a la vez delicadas, la manera en que se le marcan las venas las hacen ver tan provocativas.

Quisiera que esas manos rodearan mi cuello mientras me besa.

Vamos Megan ¡Cálmate!

Se acerca lentamente a mí y toma las cervezas entre sus manos, huele tan delicioso que no me importa el humo del cigarrillo salir de sus pálidos y gruesos labios.

— Tony, anota lo de la chica a mi cuenta, bienvenida a Blackriver.

— No debes molestarte, soy una desconocida — Respondo nerviosa mientras me pierdo en su mirada.

— En este pueblo todos nos conocemos, somos como una gran familia, disfuncional, pero familia.

Se aleja dejándome un poco confundida y a la vez con ganas de besarlo, que sensación de peligro tan exquisita me hace sentir.

HADES (peligrosa obsesión) [TRILOGÍA INFIERNO] (Libro #1)Where stories live. Discover now