El viejo amigo.

11 1 8
                                    

No puedes curarte en el mismo ambiente en el que

enfermaste.

Abro mis ojos con dificultad, la luz que entra por los grandes ventanales de mi habitación me ciegan por completo. Es temprano en la mañana, no sé qué tan temprano, pero por lo que sufren mis ojos sé que es bastante temprano.

Gruño y giro sobre mi costado, ocultando mi rostro entre las almohadas. Y en los segundos que recobro la conciencia mi corazón se paraliza durante unos segundos.

Levanto rápidamente mi mirada hacia mi reloj en la mesita de noche.

7:09 a.m.

Mierda.

Empujo las sábanas fuera de mi cuerpo y lucho buscando mis pantuflas bajo la cama, tomo mis lentes de la mesita y podría decirse que vuelo hacia el baño.

Kivu continua durmiendo plácidamente sobre mi cama.

Oigo la puerta de mi habitación siendo abierta justo después de haber entrado.

—¿Eres tú, Diane?—pregunto en un chillido en lo que comienzo a desvestirme, abro la ducha y sin pensarlo demasiado meto mi cabeza bajo el agua helada.

Doy brinquitos y suelto un chillido al cambiar tan rápidamente de temperatura. Maldita sea, extraño mi cama.

Escucho la puerta del baño ser abierta y Sofía asoma su cabeza.

—Diane está preparando el desayuno—dice y comienzo a enjabonarme con rapidez—. ¿Puedo pasar?

—¿Es urgente?

—Si quiero hablar contigo debe ser ahora, o al menos eso creo por cómo te lavas como si te estuvieran picando muchas termitas.

—¡Esta helada!—me quejo—, está bien, pasa.

Se adentra y se sienta sobre el retrete con la tapa abajo.

—¿Cómo estás?—pregunta refiriéndose a la cena de anoche.

Suspiro y comienzo a lavar mi cabello.

—Tan bien como podría estarlo—me encojo de hombros restándole importancia—. ¿Qué tal tu? ¿No llegó a tu habitación a ponerte en mi contra?

—No desde la última vez—masajea su cuello—. ¿Vas a la academia?

Kivu entra bostezando en el baño, se sienta junto a mi hermana y ella comienza a acariciarle las orejas.

—Sí, de hecho se me ha hecho tarde—suelto un gruñido de exasperación.

Se queda en silencio durante unos segundos en los que aplico el acondicionador al cabello; vuelvo a mirarla y se encuentra con la mirada fija en mi cicatriz.

Fijo la mirada en ella.

Es larga y fina, hecha con la punta de un cuchillo desde el inicio de mis caderas hasta el inicio de mi pierna, larga y rosácea, es notable donde la piel deja de ser suave y comienza a ser rugosa y diferente al resto de mi piel.

—Papá se dejó mucho dinero para que esto no sucediera—digo refiriéndome a la cicatriz—. Después de varios cirujanos aquí esta lo que tanto se temía.

—Es una marca de sobrevivencia, no debes apenarte de ella.

La miro y no puedo evitar el nudo que se forma en mi garganta.

—No lo sé...

Suspiro y cierro la ducha.

—Bella...

You've reached the end of published parts.

⏰ Last updated: Dec 12, 2023 ⏰

Add this story to your Library to get notified about new parts!

Caída libreWhere stories live. Discover now