03. i promise.

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03

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03. lo prometo.



Las luciérnagas celebraban una danza alrededor de los adolescentes sentados frente a la fogata. El humo subía y se perdía entre la oscuridad y no se escuchaba nada más que el fuego crepitar y las hojas de los arboles y arbustos acariciándose entre ellas mismas.

Nancy comenzaba a tranquilizarse mas no bajaba la guardia. Pronto se sintió cómoda con la calidez del fuego y la naturalidad con la cual fluía la conversación. Por un instante, se sintió como si hubiera pertenecido a ese exacto momento toda su vida. Alaska a su lado reía de un chiste que Pipper le había contado, mientras que Gareth y Jeff acumulaban latas de cervezas a su alrededor.

—Ya estoy lista —Nancy murmuró por lo bajo, lo suficientemente alto como para que solo Alaska, a centímetros de ella, pudiera escucharlo. Nancy volteó su rostro a ella—. Estoy lista —repitió sin despegar sus ojos de los de Alaska.

La rubia le había dicho que cuando estuviera cómoda y lista para fumar su primer porro de marihuana le avisara.

—Está bien —Alaska contestó, metiendo sus dedos llenos de anillos plateados, unos en buenas condiciones y otros ya un poco desgastados, dentro del bolsillo de su chaqueta.

—Pero no aquí —Nancy interrumpió, agarrando la muñeca de Alaska e impidiendo que siguiera rebuscando en su bolsillo. En el fondo se escuchaba a Pipper discutir y manotear a Gareth—. El plan era contigo, no con ellos.

—Okey, entonces vayamos detrás de aquel árbol —Alaska se zafó del agarre de Nancy y comenzó a caminar lejos de la fogata—. Volvemos en un rato —Alaska anunció a los demás. Pipper apretó sus labios mientras enarcaba una ceja. Alaska simplemente le sonrió con picardía.

Nancy sonrió tímidamente al grupo para después dirigirse al árbol que Alaska había mencionado. Al llegar, la rubia apenas y era visible, solo resaltaba su cabello y el tintineo de sus anillos. Nancy tomó asiento junto a ella.

—¿Quieres que te enseñe a armar un porro? —Alaska preguntó. Abrió una bolsa de plástico y comenzó a sacar un pequeño rollo marrón, como si fuese un diminuto pergamino, y una bolsita con algo oscuro y una cajetilla de fósforos.

—No —Nancy negó—. Solo será por hoy, no veo la necesidad por aprender a hacer un porro.

—Si tú lo dices —Alaska alzó sus cejas. Comenzó a crear el cigarro en silencio.

Sacó la yerba. Hizo su mejor trabajo para desmoronarla, aunque sus uñas cortas —casi inexistentes— le impedían realizar aquella tarea a la perfección. Solo faltaba el broche de oro para poder prenderlo.

—Séllalo —Alaska acercó el porro casi hecho a la cara de Nancy. La chica de rulos alejó su rostro unos centímetros al sentir el olor chocar contra su nariz. Finalmente la enorme nube que acampaba sobre el bosque se había ido, y la luz centelleante brillaba sobre el rostro de Alaska. Hacía que sus ojos parecieran dos enormes monedas de plata.

lovers rock  ⭒  nancy wheeler. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora