𝖢𝖺𝗉𝗂𝗍𝗎𝗅𝗈 𝖽𝗈𝗌.

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2012

Los habitantes del planeta Tierra nunca se hubieran imaginado encontrarse en esta situación.

En plena madrugada, un enorme ejército asgardiano se infiltró en la ciudad de Nueva York. Su líder se hacía llamar Loki Laufeyson y buscaba desvergonzadamente gobernar el planeta entero.

Don era un simple analista que trabajaba en una aburrida empresa justo en el centro de Nueva York, no esperaba que algún día un hombre alto y esbelto llevaría a sus guerreros a vaciar el edificio.

Como pudo se escondió bajo su escritorio mientras trataba de mantener la calma.

Pasos firmes resonaban por la oficina, cada vez más cerca de su escondite. No había duda en que eso solo lograba ponerlo más ansioso.

Finalmente, un par de guerreros lo sacaron a la fuerza y lo mostraron frente a un frío pelinegro.

Aquel hombre lo miró fijamente mientras detallaba cada detalle en su rostro.

—Yo me haré cargo.—Su imponente voz hizo eco en la estancia vacía.

Los guerreros acataron las ordenes y soltaron agresivamente al empleado, el cual cayó al suelo sintiendo sus piernas temblar.

Por su parte, el dios sentía una inmensa curiosidad por aquella criatura.

—¿Vas a matarme?—Preguntó temeroso.

Su voz había sonado casi como un susurro. Había algo resignación en ella, como si no hubiese nadie esperándolo en casa.

¿Acaso estaba sintiendo remordimiento?

—No lo creo necesario.

El pelinegro se agachó hasta quedar frente al débil y asustado cuerpo del analista, tomó su mentón entre sus finos dedos y le sonrió.

—Creo que serás de ayuda, humano.

El mencionado lo miró realmente confundido.

[💫]

Los días habían pasado con normalidad, si es que se le podría decir así.

Loki no comprendía su repentino interes en aquel simple midgardiano, pero había decidido tenerlo cerca hasta conocer lo que desencadenaba toda su confusión.

El asgardiano excusó su cercanía con el analista otorgándole a este una labor importante.

Ser su consejero.

¿Quien mejor para mostrarle sobre el mundo humano que un humano?

Su convivencia se había resumido en charlas extensas sobre distintas costumbres y aspectos interesantes en la Tierra, y Loki no podía negar que se sentía maravillado al escuchar las historias que Don le contaba.

Había creado un lazo con el analista (ahora su consejero) que le era inevitable ignorar.

Ambos se encontraban ahora en la azotea del edificio mientras miraban silenciosamente el paisaje.

Estaba comenzando a anochecer y el cielo estrellado entraba en escena.

—¿Eres feliz en la tierra?—El pelinegro preguntó suavemente.

Aquella pregunta tomó desprevenido al rubio.

En todos los días que habían pasado juntos Loki no había tenido la valentía suficiente para atreverse a preguntar por el pasado o el mismo presente de Don.

—Curiosamente, si.

Una sonrisa sincera adornó sus labios.

—Mi vida siempre fue muy simple, pero supongo que los pequeños detalles son los que me hacen apreciarla.

El pelinegro guardó silencio mientras reflexionaba sobre las palabras de su acompañante. En ese corto lapso de tiempo se había dado cuenta del corazón tan puro que poseía aquel hombre rubio.

—¿Que hay de ti?

Loki lo miró confundido y Don no pudo evitar soltar una pequeña risa.

—¿Cómo es tu vida en Asgard? ¿Eres feliz ahí?

El hombre notó como el cuerpo del pelinegro parecía haberse tensado mientras vacilaba entre sus pensamientos acerca del que se supone es su hogar.

—La compañía de mi madre es la única cosa que podría hacerme feliz en ese lugar.

Había algo en la tranquilidad con la que hablaba que le hacía escucharse tan triste.

—Ella debe ser fabulosa.

—Lo es.

Don estaba ligeramente asombrado.

¿Acaso las mejillas del Dios estaban sonrojadas?

—Los humanos son afortunados, más de lo que creen.

El rubio lo miró buscando que explicara su punto.

—Son... libres.—Loki dirigió su mirada al cielo estrellado.—Sus acciones tienen un peso casi invisible en la inmensidad del universo.

Don siguió sus acciones y miró atento aquellos puntos luminosos, de vez en cuando mirando de reojo a aquel hombre esbelto.

—Debe ser difícil cumplir con tantas expectativas.

Sus palabras sonaban reconfortantes, y el pelinegro se sentía extrañamente a salvo.

Loki guardó silencio un par de segundos y finalmente habló.

—Hace muchos años soñaba con poder ser un simple campesino en Asgard, tener una vida común en los verdes campos del pueblo sonaba realmente encantador.

Sin siquiera darse cuenta, una sonrisa melancólica se posó en su rostro.

Ambos se miraban atentamente a los ojos.

—Nunca quisiste el trono, cierto?

Un trono es lo último que quiero.

Loki susurró.

—Aun puedes tener esa vida común que tanto soñaste.

—Entonces muéstrame como, Don.

Y en un acto casi impulsivo, el rubio acarició los labios del dios con los propios.

El cielo nocturno y la fría brisa habían sido testigos del comienzo de una hermosa historia de amor.

𝐇𝐨𝐦𝐞- 𝐋𝐨𝐤𝐢𝐮𝐬Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt