Una última vez.

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Día 5: Caminos.

De repente, la figura de Porco se erguía frente a ella. Pieck abrió los ojos y la boca; su corazón experimentó un vuelco, una aceleración y un hundimiento, todo al mismo tiempo.

No recordaba las últimas palabras que él le dijo, el último beso o la última vez que lo vio. Solo recordaba la noticia de su muerte al ver a Falco transformarse en el Titán Mandíbula.

—Pock —susurró.

Como si su nombre no hubiera salido de sus labios en días, no estaba segura. Presionó una mano contra su pecho para calmar el latido frenético de su corazón.

—¿Es un sueño? ¿Estoy muerta? —preguntó, buscando respuestas.

Un momento luchaba por retener la conmoción, y al siguiente, estaba ahí. Extendió las manos hacia él, tocando sus hombros, sintiendo la textura de su chaqueta verde, sus ojos viajaron desde las placas de metal de su pecho hasta su barbilla y luego a sus ojos.

—No, ninguno de los dos... Estás viva y todo ha terminado ya —murmuró él con suavidad.

Sus ojos se encontraron. Verdes, familiares. La misma voz robusta que recordaba, pero que evitó recordar para no desmoronarse.

—Porco... —dijo, soltando el aire que había contenido, las lágrimas se desbordaron y sus brazos rodearon a Porco.

El rubio la abrazó, sus dedos se enredaron en su cabello negro, enterró la nariz en él, cerró los ojos con fuerza y dejó caer lágrimas.

—¿Qué está pasando? ¿Eren te trajo? ¿Por qué estás aquí? —preguntó ella, enterrando el rostro en su cuello.

Aún olía a menta, estaba tan cálido como siempre, pero no sentía su corazón latir contra su pecho. Recordó lo que le sucedió y comprendió por qué él estaba allí.

—No estoy seguro de cómo funciona esto, solo sé que todo ha terminado, Pieck, ya no tienes que pelear, estarás bien —aseguró.

Hablando cerca de su oreja, Pieck chilló y apretó más a Porco, aún no estaba lista para soltarlo, no quería dejarlo ir, no estaba preparada.

—No te separes de mí —suplicó ella.

Nunca se mostró tan vulnerable, nunca suplicó. Comprendió que esta era la última vez que él hablaría con ella, que Eren lo había traído para ella. El problema era que no quería volver. No sin él.

—Dijo que mi tiempo aquí contigo tiene límite... Necesitas escucharme, Pieck —dijo.

Él tomó sus hombros y la separó de él. Ella sollozó al ver a través de él. Comprendió de inmediato lo que le pasaba, porque él sabía lo que era perder a alguien y tener que seguir adelante. Sabía que ella tenía que ser feliz, con o sin él.

—Pieck... desde que te vi, has sido mi guía y luego mi esperanza... Te amo más de lo que crees, por eso necesito que sigas viviendo, necesito que continúes. Por ambos.

Pieck sostuvo el rostro de Porco entre sus manos, apretó los labios pero no dejó de mirarlo a los ojos.

—Sé que será difícil... Sé que se suponía que debías irte primero y luego yo, pero así son las cosas... Continúa viviendo, mi amor —pidió él.

Sus ojos verdes estaban vidriosos, sus labios delgados fruncidos intentando contener las lágrimas. Pieck ya no podía retener ninguna lágrima, sentía que su cuerpo se dividía por la mitad.

¿Cómo despedirse de alguien que fue su constante durante casi diez años? Hay tantas cosas que quería hacer con él, tantas que ya no serán. Y lo peor de todo, ahora tiene la libertad para hacer todas esas cosas que dijo que haría con él, pero las hará sola.

—Tienes un hermoso corazón, no te cierres... Te estaré esperando —Porco levantó la cabeza y dejó un beso en su coronilla.

Cerró los labios, tomó dos respiraciones profundas y apartó cualquier rastro de cobardía de su pecho para decirle todo lo que quería, lo que no podría decirle si no lo liberaba ahora.

—Debimos haber escapado en cuanto tuvimos la oportunidad... Tal vez, estarías aquí conmigo, tal vez no tendría que dejarte ir... —ella tomó el rostro de Porco con sus manos.

Ambos se aferraban, las mejillas sonrojadas, sin vergüenza ni miedo de admitir lo que sentían, el uno por el otro, o cuánto se amaban. Ya no tenían que ocultar lo que sentían.

—Te amo, Porco, no lo he dicho mucho... Espero que sepas que te amaré siempre, siempre —admitió ella sonriendo.—Lo sabía. Pieck Finger es buena en todo, menos en ocultar sus sentimientos... Siempre lo supe, Pieck.

Porco sonrió y dejó besos en su nariz, en el puente de la misma, en ambas mejillas, en toda su frente, por sus orejas y hasta en su mandíbula. Riendo como un niño y abrazándola una última vez.

Pieck se aferró a sus hombros, enterró más el rostro en su cuello, grabando en su mente su aroma, la sensación de su cálido cuerpo contra el suyo, su aliento contra el suyo, y sus dedos acariciando su cabello. Todo lo que pudiera necesitar en el futuro para sobrellevar su pérdida. Lo que fuera a ayudarla en este proceso.

Antes de que él se apartara por completo, Pieck habló, desesperada.

—No recuerdo la última vez que nos besamos —sollozó.

Porco sonrió, hambriento por ella, capturó sus labios en los suyos. Él sostenía su cuello con ambas manos, mientras una de ellas se deslizaba por su rostro hasta su nuca, asegurándose de que él no se alejara. Sus labios recordaron la calidez del otro, la suavidad y delgadez que se sentía contra los suyos, el sabor a menta en su boca. Sus labios presionaron y se movieron contra los de ella, suaves y cuidadosos, cediendo completamente.

Él saboreó sus labios, ella los separó. Él inclinó la cabeza, ella sintió la presión y supo que era mejor: cálida, firme, inquisitiva, suave. Él era su todo, siempre lo había sido. Su primer y último amor, mientras que para ella, él era su primer amor, no necesariamente su último.Y Porco estaba bien con eso. Aceptaba ser su primer amor.

Porco retrocedió. Ella jadeó y abrió los ojos para ver que los de él todavía estaban cerrados. La concentración fruncida se asentaba entre sus cejas. Su frente golpeó muy, muy suavemente la de ella.

—Porco —dijo, como si pronunciar su nombre necesitara toda su atención.—Has sido lo mejor que me ha pasado en mis diecinueve años de vida... Gracias por todo, Pieck... Te amo, pero tienes que vivir sin mí, sé que no necesitas esto, pero te lo doy porque sé que no estarás en paz si no te lo digo.

Porco apoyó la frente contra la de ella, permitiendo que ella absorbiera su energía.

—Eres libre de volver a amar, de enamorarte de nuevo... Te estaré esperando. Y este fue nuestro último beso... Te amo, no lo olvides.—Te amo, Porco.

Porco dejó una última caricia en su piel, un último beso en su coronilla, le dedicó la última sonrisa de sus labios y se desvaneció.Pieck abrió los ojos y todo había terminado. Tenía que hacer lo mejor que pudiera y vivir por los dos.

PokkoPiku Week 2023Where stories live. Discover now