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ㅤㅤㅤㅤMe mantuve sentada en la orilla de la fuente con la mirada gacha después de lo sucedido, sentía mi cabello gotear agua, algo totalmente incoherente sabiendo que Apolo se había deshecho de la mayor parte de mi divinidad con el trato que hicimos. Que hizo, me recorde. Pero aquí estaba, volví a tener el cabello ligeramente empapado ante una oleada magistral de sentimientos de preocupación por lo pasado. La doncella de ojos grises era una diosa a la que temer, pero no le tenía miedo, ni una pizca, pues así como ella gozaba de gran poder y habilidad, Apolo igual lo haría.

Y Apolo había prometido muchas veces que mientras él viviera ningún dios ignorante me pondría una mano encima.

Ni siquiera su media hermana.

Me frote los párpados con pesado toque, la gracia de mis movimientos de esfuma como el humo entre los dedos. Yo no era más que una mente inferior a lo divino, maldecida con la eterna juventud, eso mismo había hecho que en antaño los divinos quisieran usarme como un personaje más en sus obras de teatro movidas por los hilos de un destino trazado para aquellos inferiores a los dioses.

Pero yo ya había cumplido mi papel tiempo atrás, no deseaba volver a ver alzarse el telón y dar inicio a una magnífica y dramática historia donde al final seré olvidada, no era una bailarina incansable después de todo. Tampoco deseaba que el protagonista, el niño que cuido como mi hijo, terminará igual que una tragedia griega, no iba a permitir que Asclepio manchara sus manos de sangre solo porque una diosa ansiaba tener otro héroe para ser reconocida mediante sus hazañas.

Yo misma daría un nuevo espectáculo para robar la atención del héroe principal, así su destino no estaría atado a una muerte trágica. Estaba segura que con una roca en el camino el destino podría ser cambiado.

— Arrogantes dioses, siempre haciendo de las suyas.

Susurré en voz baja, mientras se ponía de pie y salía de los hermosos jardines. Mis pies descalzos cubiertos de polvo me eran un reflejo de mi estatus, un humano con bonitas orejas puntiagudas, juventud eterna y apenas poder gracias a su icor.

Era una ninfa al final, incluso un semidios tiene más importancia.

Las luces tenues de los largos pasillos del valhalla ocultaban mi expresión, arrastraba la mano por las paredes de un hermoso mármol. Camine en la soledad, hasta que eventualmente llegué a un punto muerto donde el camino se dividía en tres, me mantuve unos segundos quieta, escogiendo el camino adecuado.

Al final, opté por seguir caminando en línea recta.

Fue hasta que tope con el final de mi nueva ruta que una voz conocida inundó mis tímpanos, las orejas puntiagudas se me tensaron como antenas de un insecto que acaba de ser pisado. Me apoye contra la pared, las manos desnudas contra el mármol frío.

— A veces dudo que ella sea lo suficientemente fuerte.

— ¿Por qué?

— Es un ser tan frágil... Ella enfrenta tantas dificultades. A diferencia nuestra, su mente va a llegar a la erosión más fácilmente.

— Pero ella ha estado haciendo un trabajo increíble estos siglos por lo que me cuentas, Apolo, recuerda que... incluso si te asemejas a los humanos no te quita la oportunidad de brillar con la misma fuerza que nosotros los dioses.

— ¿Cómo puedes asegurarme eso?

— Los seres divinos, por más humanos que parezcan al ser tan ordinarios y sin importancia bajo los ojos de los dioses superiores, estarán destinados a grandes cosas con esfuerzo... ¿No tengo razón, dios del sol?

Escuché una risa escapar de sus labios, puedo asegurar que una se formó en los míos cuando lo oí. Me lleve una mano sobre el pecho, estaba segura que era a mí de quién se hablaba. Sentía mi corazón latir como el aleteo de una mariposa que busca escapar del jarrón donde acabo encerrada.

GOLDEN EYES. apoloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora