Capítulo #3 : Antes y después de la tormenta ⚡🌊🌦🌥⛈

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 —¡Ey! ¡Vamos Superman, detente! - sentí como la sexy copiloto  me empujaba desde la parte trasera de la Jet Ski.

— Espera un momento - le respondí sin desviar mi mirada —, al menos con unas gracias por salvarme del psicópata loco me daría por satisfecho.

— ¿A caso te pedí ayuda? Pues no que recuerde, gracias por nada - la arrogancia se notaba en el tono de su voz - ¿ahora podrías hacerme el favor de dejarme en tierra firme superhero?

— Vaya que agradecida eres - dije  con sarcasmo —Soy Manuel, en el hotel no tuve tiempo de presentarme, mejor dime Manu y en estos momentos no puedo detenerme. ¿Qué te parece?

— ¡Qué descarado!, hace un rato cuando me espiabas y hacías tu cursi entrada heroica ¿No parecías tener mucha prisa?

Me pareció chistosa la contradicción y no pude evitar reírme, no solo por la pillada que me había dado, sino porque vino a mi mente una frase que mi abuela me repetía de niño acompañado de un grato recuerdo:

— Tienes un hocico curioso, hijito más grande que el de un gato - me dijo después de atraparme en la cocina tratando de comer una de sus galletas recién horneadas - ¡Ten cuidado que están calientes!

Mi instinto curioso constituía mi defecto fatídico. Verán, de chico en vísperas de mi cumpleaños o del día de reyes me picaba tanto la impaciencia que no paraba hasta que me daban los regalos por adelantado, y este de alguna forma se manifestó provocando que me detuviera a ayudar a Moon Girl de una muerte segura a manos de su desquiciado proxeneta, pasando por alto mi precaria situación.

"Manu tú mismo decidiste hacerte el héroe y rescatarla, ahora asume las consecuencias como todo un hombrecito" - me decía una voz interior.  Lo que significaba desviarme de mi rumbo y realizar una breve parada en un islote que divisaba no muy lejos.

— Mira nos detendremos en. — mis palabras se vieron interrumpidas por el ruido de las sirenas de la policía —, estaba claro se trataba de la guardia costera, de seguro prevención les había dado el parte - Genial pensé con ironía .

— ¿Qué es ese ruido? - gritó alarmada

— Es la policía y van por mí. Lo siento, pero no puedo parar.

— ¡Cómo! - volvió. ¿En qué lío estás metido Manel?

— ¡Que es Manuel!, si salimos de esta te daré explicaciones. Agárrate duro a mí que esto se pondrá movido.

La buena noticia fue que captó bien mis palabras porque al momento sus temblorosas manos rodearon mi abdomen y la mala venía acompañada de una lancha de motor rápido que se acercaba a toda velocidad. Aun sin tiempo de reacción, dos más de ellas se colocaron a mi izquierda y derecha respectivamente. La voz de un oficial intensificada por una bocina se proyectó:

— ¡Manuel González! Se encuentra totalmente rodeado, detenga la moto acuática de inmediato por su seguridad y la de su amiga. Entréguese que no tiene escapatoria.

La adrenalina corría por mis venas, si esa sensación de ser perseguido y escapar una y otra vez en el último momento me impulsaba a seguir adelante. Miré el tablero de la jet ski, el combustible que me quedaba alcanzaría para unos cinco o seis minutos como máximo. No había nada que perder y mucho que ganar ¿Qué era me preguntaréis? Pues la satisfacción de burlarme de esos polis hasta el final.

Aceleré sin miedo levantando nubes de agua hacia mis perseguidores, una débil brisa de aire frío acompañada de un viento de tormenta sopló. El olor salado del mar se intensificó y gotitas de lluvia nos refrescaron.  El ruido ensordecedor de los truenos y las luces incandescentes de los rayos se proyectaron, seguidas de las olas crecidas que estremecieron la jet ski de un lado a otro, una tormenta se acercaba y me dirigía directo hacia ella.

Blood Moon Where stories live. Discover now