capítulo XI

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Jack

—Tenemos dos opciones pero ninguna es mejor que la otra.- Se posaba el pelirrojo sobre el borde de la mesa para quedar un poco más a mí altura.

— Creo que quedó muy claro desde el inicio que nada aquí era una buena o mala opción, solo opciones.- le aclaré algo irritado por el tiempo que nos llevaba la conversación.

—¿Quieres algo de tomar?, te noto algo cansado.

Levante la vista para encontrarme con ciertos ojos azulados analizandome  exhaustivamente. Un cálido sentimiento de serenidad surgió cuando note que aquel sujeto daría por mi lo que yo daría por él, es decir, todo. Aún así negué con la cabeza repetidas veces.

   La presión en mi cuello aumentaba con cada segundo que pasaba, lo porcentajes eran mínimos pero significativos, como cuando vas llenando un vaso de agua gota por gota, hasta que en algún punto del tiempo el agua se desborda. Así me sentía desde hace 12 años, como un buzo al cual se le enrolla en el cuello la manguera de oxígeno, poco a poco el diámetro de la manguera se reducía más que el diámetro del cuello y daría como resultado una asfixia lenta sin alternativa, ya qué aunque pudiera desatarme de ese agarre agonizante, igual seguiría en la profundidad del mar, donde tampoco había oxígeno y mucho menos salida.

  Aún así miraba a Tom, caminaba de un lado al otro marcando en la pizarra una y otra raya roja tachando las acciones no viables que podíamos realizar, su cara evidenciaba preocupación, una vena palpitante en tu frente se había formado desde hacía ya varios años y no era capaz de decírselo. En ocasiones no era capaz ni de mencionarle muchas cosas.

— Sin más viajar no es una opción para ti, así que tocará adelantar el paso “C” y si quieres…- antes que pudiera terminar la oración lo interrumpí levantando un dedo.

— No, yo puedo hacer eso sólo.- remarqué la última palabra sin mirarlo pero pude notar como ladeaba su cabeza disgustado.

— Voy a comprar los boletos de avión mañana por la mañana para el viaje, con suerte estare aquí en 4 días con buenas noticias.- dijo revisando su agenda y mirado aleatoriamente la gran pizarra.

—  Recuerda, primero las transacciones, luego las inversiones y remitentes, también trata de buscar cualquier tipo de vinculaciones con los sujetos o el pueblo y por último, visita la propiedad.

  Me dispuse a pararme  a su lado y  ambos nos quedamos mirando fijamente aquella pizarra, que aunque no lo crean tenía años de nuestra vida puesta en ella.

— ¿Estás seguro que puedes hacer ese pasó tú solo?, es algo riesgoso. – comentó con notable preocupación.

— No te preocupes, no me notará , solo tengo que poner todo a la vista mientras tú haces la parte más difícil del plan.- puse mi mano en su hombro en señal amistosa. A veces se complicaba demasiado.

— Que curioso, antes pensaba que tú serías el que viajaría más que yo y yo quedaría a tu sombra.- bromeó algo cabizbajo, era esas ocasiones donde ambos nos invadía la nostalgia.


— Ya viste que no, cada quien tiene su destino.- suspiré profundamente al darme cuenta que habían pasado años desde ese pensamiento.

— Pero tú no elegiste el tuyo, sabes que las cosas no tuvieron que pasar así y no es justo que pienses que si.

  Un enojado Tom me dio la espalda caminando en círculos o eso pude decidir por el zapateo constante. No podría calcular de forma exacta las veces que ese mismo tema de conversación había dado lugar en todos estos años, pero en cada ocasión me producía un profundo sentimiento de impotencia, aunque no sabia bien su origen, quizás era la cruda amargura de la injusticia o la dura frustración que causaba la incomprensión. No podía definirlo, quizás era ambas o no era ninguna. Lo que si relucía con lucidez es que mi culpa aumentaba cada año, nunca fue mi intención meter a Tom en todo esto, no lo planee y mucho menos decidí que se quedará, pero ya está involucrado y por su propia voluntad no iba a marcharse. Si algo le pasaba sería mi culpa y la seguridad era un estado cada vez más lejano.

La casa de los Techos altos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora