06 | Promesas

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Está desorientado por lo raro que es todo esto; ni sus manos ni sus pies tienen cadenas, pero aun así sus pasos son torpes. Mantienen la mirada baja mientras sigue a Se Hun. Su corazón palpita con miedo, pensando en por qué Se Hun lo sacó del calabozo.

El rey lo ordenó, eso es más que obvio, pero ¿cuál es la razón de ello?

Sus manos tiemblan y frunce el ceño. Muchos pensamientos lo golpean a la vez; ¿Lo castigarán? ¿Lo llevarán a otro lugar? ¿El rey le hará algo? Aprieta sus labios para evitar llorar.

Lo que sea que pase, no será nada bueno. Piensa con angustia.

—Camina más rápido —gruñe el consejero.

Do Young tiembla con las palabras, pero ninguna oración sale de sus labios, solo aumenta la velocidad de sus pasos, aún aturdido con sus propios pensamientos.

Pasan por varias puertas y suben muchas escaleras, llegando a un pasillo que da a la cocina del castillo. Pasan por ella, encontrando así a dos sirvientes, quienes bajan la mirada ante la presencia del consejero; pero sus miradas de pronto se vuelven curiosas al ver al joven que sigue los pasos de Se Hun.

Do Young enseguida es consciente de los ojos sobre él, por lo que se cohíbe y se encorva más hacia al frente para esconder su rostro. Salen de la cocina y cruzan un largo pasillo, llegando pronto a las escaleras del castillo, pero no suben por ellas, pasan de largo. Do Young levanta un poco la mirada, viendo hacia donde se dirigen, notando enseguida a los guardias que custodian la puerta del gran salón. De pronto, una inmensa necesidad por llorar lo invade, pensando que quizá lo venderán como esclavo a otro reino, separándolo para siempre de su príncipe.

Se muerde los labios y baja de nuevo la mirada, intentando controlar el miedo en su pecho y evitar sollozar. Y no nota cuando las puertas se abran y entran él y Se Hun al gran salón, solo es consiente cuando las puertas son cerradas a su espalda.

Comienza a llorar sin notarlo, aun sin levantar la mirada, pues teme a lo que se enfrentará.

—Retírate, Se Hun —Esa es la voz del rey.

Tiembla cuando la escucha y su respiración se vuelve irregular, como si no pudiera respirar.

Jae Hyun se sintió ansioso una vez lo vio entrar, pero enseguida se alarma y corre hacia él, olvidando la muleta y el dolor corporal en el camino, al ver al menor llorar. El clero y el rey no hacen acto alguno, solo se mantienen en su lugar y siendo testigos de la escena frente a ellos.

Cuando Jae Hyun llega al frente de Do Young, lo primero que nota es su rostro lastimado y su pecho se oprime. Lo toma entre sus brazos y comienza a soltar algunas pequeñas lágrimas, sintiéndose culpable de cómo está el menor.

Do Young enseguida se siente en peligro y trata de alejarse del príncipe con débiles golpes, aun no prestando atención de quien es la persona que lo abraza. Pero su cuerpo se congela y su respiración se corta por un segundo cuando escucha aquel susurro en su oído.

—Estás a salvo. Soy yo. Soy yo.

Entonces, Do Young, con sus puños se aferra a la camisa del príncipe y deja salir aquel llanto desconsolado que tenía atorado en su pecho; llora porque al fin puede ver a Jae Hyun; llora porque sintió mucho miedo de lo que pasaría; llora para dejar salir todo.

Jae Hyun siente como Do Young tiembla entre sus brazos, pero sonríe entre lágrimas, porque ya nada ni nadie los podrá separar. Besa la cabeza del menor y rompe el abrazo, solo para tomar el rostro de Do Young entre sus manos y limpiar fugazmente sus lágrimas.

Do Young está con los ojos cerrados y soltando sollozos audibles, pero pronto trata de tranquilizarse al sentir las caricias del príncipe en sus mejillas.

—Tranquilo. Estás a salvo —murmura de nuevo el príncipe, calmando su propio llanto.

Jae Hyun mira aquel rostro lastimado y piensa en quién habrá sido el monstruo que se atrevió en lastimarlo, ocasionando que su estómago se revuelva con rabia. Y por un momento, de nuevo cierra los ojos y quita aquellos pensamientos de su cabeza; ahora solo tiene que pensar en Do Young.

Abre los ojos y quita aquellas lágrimas que todavía escurren y, con una sonrisa, junta sus frentes. Do Young también abre sus ojos y mira directo a su príncipe, sintiéndose protegido, sin ser consciente de las miradas de las personas a su alrededor.

Y, desde la distancia, Dong Hae aprieta los puños y su respiración se vuelve pesada. Sus ojos miran cada acción del príncipe Jung y de Do Young, pensando en cómo pudo ser tan idiota y no notar que son pareja. 

La noche triste | jaedoWhere stories live. Discover now