D O S

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(no editado)

No todo el que extiende la mano para ayudarte es tu amigo.

No todo el que extiende la mano para ayudarte es tu amigo

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Los raritos del café.

S K A I L E R  . D

El algodón empapado en alcohol se posó en la mordida del hombro, y el ardor me hizo apretar los ojos y reprimir un grito. Rindou, el rubio, atendía mi herida.

—Ya casi está —advirtió.

—Gracias... —balbucí como pude.

—¿Te duele? —preguntó Ezla, la pelirroja, al terminar de vendar mis dedos.

Respondí que sí en voz baja y esnifé, mientras trataba de mover los dedos de a poco.

—¿Y que hay de los raspones? — Tobías, neutro, acomodó sus anteojos.

—Solo un poco...

—Te voy a poner un parche, ¿de acuerdo? —Rindou volvió a registrar en el botiquín de primeros auxilios que estaba encima de la mesa—. Para que no se infecte ni nada.

—Está bien, gracias... —reiteré.

Los cuatro me habían atendido y escuchado atentamente. Fueron amables, y me consolaron, pero por las miradas sutiles que se daban cada cierto tiempo podía intuir que las cosas no estaban del todo bien. Además, aún tenía un hueco haciéndose espacio mi pecho. De igual manera no dije ni hice nada fuera de lugar, me estaban ayudando, y no quería parecer una histérica acusándolos de algo incoherente.

Eso sí, mi intuición no falla.

—¡Cuatro cafés! —Llegó Jules, la de piel morena, y puso la bandeja con las tazas y el tarro de azúcar enmedio de la mesa.

Las bebidas humeaban.

De un lado de la mesa estaban Ezla, Jules y Tobías, y del otro lado Rindou y yo. Cada uno agarró una taza, y el rubio me alcanzó la mía, le agradecí sin mirarlo.

Todos bebimos al mismo tiempo. Estaba rico sin azúcar.

Mis ojos se aguaron. ¿Qué carajos estaba haciendo bebiendo café? ¿Qué había sucedido con Andy y con ese desconocido?

—¿Puedes describir al chico que llegó después? —preguntó Tobías después de un rato de silencio.

Respiré profundo antes de contestar.

—No lo vi muy bien. —Observaba mi reflejo en el café negro con bordes espumosos—. Creo que tenía el cabello rizado. Era castaño o rubio muy oscuro. Yo... solo pensaba en escapar.

—Entiendo, a lo mejor es...

—A lo mejor nada, —Rindou interrumpió al pelinegro, y puso su taza en la mesa,— ese fue Zayden.

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