CAPÍTULO IV. Aura oscura.

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Holmes Chapel, 18 años atrás.

El infante de cinco años recién cumplidos, correteaba alrededor de la pequeña fuente de la plaza principal. La mañana se había presentado bastante soleada, por lo que los pájaros buscaban calmar su calor en la fresca agua del monumento.

Sin embargo, Louis estaba divirtiéndose al asustarles.

Se acercaba lentamente como si fuese un cazador, y daba un gran salto, haciendo que los gorriones volasen lejos de la fuente. Las carcajadas del chiquillo llegaban hasta los oídos de sus padres, los cuales le observaban desde el interior de su casa.

—Lou, deja a los pajaritos en paz —dijo su hermana mayor.

—Pero es divertido...

Luna se acercó a él, cruzándose de brazos como si hubiese sido muy ofendida. A pesar de que tuviese siete años, su hermana mostraba tener una personalidad adulta. Louis no entendía muy bien porque hablaba como su madre, pero a veces le molestaba.

—Mejor vamos a jugar a otra cosa —propuso Luna—. Vamos a saltar a la cuerda, papá me trajo una de Londres.

—Eso es para niñas. —Louis le sacó la lengua.

Su hermana puso una cara de culpabilidad, dándole la razón en silencio.

—¿Y al pilla-pilla? —intentó de nuevo.

Louis sonrió.

—¡Pillada! —chilló antes de tocarle el hombro.

—¡Eso es trampa!

Los niños comenzaron a perseguirse por toda la plaza, esquivando a gente que pasaba por el lugar, y saltado algún que otro obstáculo sin mirar por donde iban. Louis estaba divirtiéndose como hacía tiempo que no le ocurría, riéndose de Luna cada vez que esta intentaba cargarle el brazos y no lo conseguía.

Estaba tan sumido en mirar hacia atrás, que no se dio cuenta del anciano que se interpuso en su camino. Louis cayó al suelo de culo, y alzó su mirada con arrepentimiento.

—Deberías ir con más cuidado, eres un niñato demasiado inquieto —dijo ese señor—. ¿Te parece normal no mirar al frente? Podrías haberme hecho daño de verdad.

—Lo siento —murmuró, poniéndose de pie.

—Con una disculpa no se arregla tu torpeza. ¿Acaso no sabes que esto es un lugar público? No eres el rey de la placeta, es una irresponsabilidad que...

—Disculpe, creo que se le olvida que es un niño —intervino el padre de Louis—. Todos hemos cometido errores en nuestra infancia, solo tiene cinco años, no hace falta ser tan duro con él.

—A los niños les hace falta un poco de mano dura.

Louis fue alzado del suelo, aferrándose rápidamente al cuello de su padre cuando vio las intenciones de ese anciano. Por suerte, fue protegido ante el rápido movimiento de su progenitor, paralizando la mano que iba a golpear su cabeza en un toque de advertencia.

—Usted no tiene ningún derecho de indicarme cómo educar a mis hijos —escupió enfadado. Luna llegó en ese momento, escondiéndose detrás de su padre—. Manténgase en sus asuntos y acepte las disculpas de un niño pequeño.

Lo último que escuchó Louis mientras sollozaba en el hombro de su padre, fueron unos murmullos que no sonaron demasiado agradables. Después, la cálida y familiar mano de su progenitor le acaricio la espalda con cariño.

—¿Te has asustado, Lou?

El niño asintió.

—Papá, ha sido sin querer —habló Luna—. Louis solo estaba corriendo por delante de mí. ¡Ese señor salió de la nada!

JARANAWhere stories live. Discover now