Capitulo 01: "Coincidencias Que Ocurren Más De Dos Veces"

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La recién fundada aldea escondida entre las hojas brillaba. Después del enfrentamiento entre Hashirama y Madara, las cosas comenzaban a ver un futuro próspero y repleto de abundancia. Las flores estaban en su mejor punto, los árboles más verdes que nunca, y Tobirama jamás había visto un cielo tan azul como el que presenciaba al caminar por las tranquilas, pero abundantes calles del resultado de una conversación entre viejos amigos, seguido por batallas, discusiones y acuerdos.

Sus caminatas mañaneras eran una de las cosas que más lo relajaba, especialmente considerando que iba solo y su hermano mayor no lo estaba molestando con sus “Madara esto” y “Madara lo otro”. No sabía si aquello era una obsesión ya o es que lo había escuchado demasiado hablar de su mejor amigo. Y buscaba la manera de sacarse el estrés de un primer Hokage muy inexperto, un Uchiha que cada vez se hacía más peligroso y naciones enteras viendo cada uno de los movimientos de la aldea.

Se detuvo en la biblioteca para dejar de pensar en lo que respectaba a la aldea e inhaló con tranquilidad. El aroma a libros siempre era algo que lo guiaba a la paz y a la serenidad, y ayudaba a reiniciar su mente, dedicándole el 100% de esta a sus investigaciones y a los jutsus que pensaba en volver realidad, ocultos en lo más profundo de su laboratorio.

De pronto, el rabillo de su ojo identificó unos largos mechones de color oscuro pasando a su lado. Enfocó su vista para contemplar a una mujer un poco más baja que él, de tez blanca como la luna y hermosas pecas decorando sus ojos azabache. Le recordaba mucho a Madara, e Izuna y en general, al clan Uchiha, para después comprobar que efectivamente pertenecía a los abanicos de fuego. No solo su kimono rojo y blanco la delataba, sino que además, el uchi-wa se reflejaba orgullosamente en su espalda y en los aretes que traía puestos.

No recordaba haberla visto alguna vez. Para ser sincero, poco y nada veía a personas del clan Uchiha caminar por la calle desde la fundación de la aldea. Se mantenían en el complejo donde vivían, pues era lo bastante grande como para dar paseos y no salir de allí.

Ella agarró un libro que no pudo ver muy bien, sin embargo estaba en la categoría de la historia shinobi, y se interesó de inmediato. Contempló sus ojos brillantes cada que leía un párrafo de lo que parecía ser, una historia sobre los Dojutsu existentes. ¿Había alguien más, además de él, que se interesaba en esas cosas? Sus ropas no delataban que fuera una ninja, encima, se veía demasiado frágil como para practicar alguna clase de arte marcial. Dedujo que era una civil y desvío la mirada. Se sentía todo un acosador de tomo y lomo, analizando a una chica que acababa de encontrarse por casualidad.

"Claro, eso es. Una coincidencia. No volveré a verla." pensó con una mezcla entre resolución y desmotivación. Pocas veces encontrabas a alguien que gustara de temas complejos, que además, fuese un civil.

Se dio media vuelta y salió de la biblioteca, rumbo a la torre donde lo esperaría su hermano mayor. No iba a toparse jamás con ella.

O eso pensó, hasta que el día siguiente, instalado en la biblioteca nuevamente, la encontró en el mismo asiento que el día anterior, leyendo el mismo libro, como si no se hubiese movido en todo el día. Los mismos ojos azabache miraban maravillados las páginas del libro antiguo, y descubrió que a un lado, la joven tenía un cuaderno y un lápiz, donde tomaba notas.

Se dio la vuelta nuevamente. Las coincidencias podían ocurrir dos veces, ¿cierto?

Evitó ir a la biblioteca durante los siguientes días para comprobar que no iba a encontrar a esa mujer, hasta que otra vez, devolviendo un libro prestado, la vio en la misma posición, anotando en su cuaderno con el libro cerrado. ¿Ya se había terminado el de los Dojutsu? Suspiró al pensar en estupideces y espiar a una pobre chica que quizás solo leía los libros por diversión. Que tuviera una libreta donde tomaba notas, no la hacía alguien que le gustara el tema, o que fuese inteligente. Normalmente las mujeres estaban hechas para ser unas esposas ejemplares. Ella no sería la excepción, pensó.

[ESP] Kazehana Shinden: La flor que voló junto al vientoWhere stories live. Discover now