Capítulo I

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Jennie

Nueva integrante.

Bajando las escaleras, los demás empleados clavaban sus ojos en mi figura. Aunque me sentía incomoda por la mirada de aquellos pervertidos hombres, estaba acostumbrada.

Tras bajar las infinitas escaleras, pude visualizar la figura de mi padre espaldas de mi charlando alegremente con otra persona. ¿No que hablaban de algo importante?, porqué más bien parecía que estaban hablando sobre una película de comedia. Enarque una ceja mientras me acercaba, a través del hombro de mi padre, note el hombro de otra persona. Eso me hizo alzar una ceja aún más intrigada.

—Papá —lo llamé, este de inmediato se dio la vuelta con una sonrisa de oreja a oreja cubriendo su rostro.

Pero aquello no era lo que llamaba la atención en ese instante, relami mis labios visualizando a la mujer delante mío. Una mujer bastante alta, con grandes ojos mieles increíblemente intensos. Unos labios rosados que parecían mojados llamando la atención de cualquiera. Vestía de una camisa a botones blanca, una corbata y por encima un saco negro, del mismo color que sus pantalones blazer. Su alborotado cabello era corto, y caía por sus costados de manera atractiva.

—Jennie, cariño, acércate —la voz de mi padre hizo eco en mis oídos, sacándome de mi ensimismamiento.

El mayor coloco su mano en mi espalda baja para acercarme a la más alta. Sus ojos penetraron los míos, y, por primera vez me senti intimidada ante una persona. Trague grueso cuando su aroma envolvió mis fosas nasales tan pronto como me acerqué.

—Lisa, ella Jennie, mi única hija. ¿Recuerdas cuando la cargabas de pequeña? —hice una mueca.

—¿Como olvidarlo? —aquella voz ronca me causó un escalofrío por toda la columna vertebral.

—Jennie, ella es Lalisa Manobal... Considerala como tu tía. Te cuidaba cuando eras más pequeña, ¿sabes?, es la mejor amiga de tu papi —dijo alegremente.

La que conocí como Lisa Extendió su mano esperando que la estrechara, tan pronto como lo hice su palma cálida hizo contacto con mi piel fría haciéndome casi estremecer. Sus ojos no se despegaban de los míos, desafiantes.

—Después de tanto tiempo es bueno volver a verte, Nini —la comisura de sus labios se alzo, formando una sonrisa de lado.

—¿Nini?

—Así te llamaba cuando eras pequeña. ¿Ya lo has olvidado?

Nuestras palmas no se alejaban, y, mientras yo alzaba la cabeza para poder mirar sus ojos sin rendirme ante el hecho de que estos causaban estragos confusos en mi estómago, ella inclinaba levemente su cabeza hacia abajo para poder clavar sus orbes ámbar en todas las facciones de mi rostro.

De cerca su piel parecía delicada y perfecta, como si la reencarnación de la Diosa Afrodita estuviese frente a mi. Mi padre parecía estar alegre de nuestro reencuentro, mientras que mi cabeza daba vueltas intentando recordar a esta mujer en alguna parte de mi vida. Pero simplemente no encajaba en ninguna parte, sabía que este rostro lo recordaría aunque pasaran millones de años.

—No logro recordarte —murmure sinceramente, ella ladeo la cabeza alejando nuestras manos para adentrar la suya en el bolsillo de su pantalón. De inmediato sentí el vacío cuando su gran palma se alejo.

Perversión y Lujuria (Jenlisa G!P)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora