único

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Regulus y James habían sido una pareja feliz durante años, después de Hogwarts decidieron mantenerse juntos e incluso se habían casado. Buscaron un lugar tranquilo para vivir, pero las cosas se habían complicado entre ellos. Regulus era un ex mortífago arrepentido que había traicionado a Voldemort y escapado por poco de la muerte. James era un auror que luchaba constantemente con magos y brujas peligrosas, pasaban días hasta que ambos pudieran estar juntos por mucho tiempo por los constantes viajes que tenía que hacer.

Sus vidas eran muy diferentes y a ambos les estaba afectando, poco a poco empezaron las peleas. Regulus y James podían pasar una semana sin hablarse o verse. Un día, decidieron que lo mejor era divorciarse y compartir la custodia de su pequeño hijo Harry, que tenía cinco años.

Harry era un niño alegre y curioso, que amaba a sus dos padres por igual. Y cuando le dijeron que ya no podría estar con sus padres al mismo tiempo le había dolido y se había encerrado en su habitación por horas, hasta que James y Regulus hablaron con el detrás de la puerta, solo así el pequeño Harry había abierto la puerta.

-Es por el bien de la familia, ¿si, campeón?

-Está bien, papá.

Ambos habían dudado del divorcio por el niño, pero también sabían que no podían seguir así por más tiempo. Que tener peleas todas las noches cuando Harry dormía ya no era una opción.

-Supongo que te veré después.

Regulus no dijo nada cuando James y Harry dejaron el departamento, simplemente asintió y cerró la puerta. Esa noche, después de años, Regulus fue a un bar a beber hasta olvidar su dolor.

Pasaron los meses, Harry iba de casa en casa pasando tiempo con sus padres. Habían llegado al acuerdo de compartir la custodia de forma que el niño pasaba la mayor parte de la semana en casa de Regulus y el resto de los días visitaba a James para pasar el fin de semana y algunas veces jueves y viernes con su padre. Pero todas las veces Regulus y James evitaban verse. Y si necesitaban verse por alguna razón hacían que no durará más de lo necesario.

Aunque a Harry le había dolido al principio se acostumbró rápidamente y la mayoría de las veces era el quien provocaba las pequeñas reuniones de sus padres con la esperanza de que todo volviera a ser como antes. Por eso cuando su día favorito del año llego, el día de Halloween, el día cuando podía disfrazarse y salir a pedir golosinas por el vecindario. Hizo lo posible para que fuera como los años pasados, solo sus dos padres y él, pidiendo dulces.

Al principio le habían dicho que su papá Reggie sería el que lo llevaría y que James pasaría por él al terminar para una noche de películas. Le costó mucho llanto y un par de regaños, pero por fin convenció a sus padres de pedir caramelos juntos.

Lo que él no sabía era que tanto Regulus como James ya sabían que Harry les pediría salir juntos, y antes de los pequeños berrinches de su hijo ya habían acordado llevar a Harry juntos a pedir dulces, para que el niño no se sintiera triste por su separación. Y porque no soportaban que su hijo los viera molesto y con pucheros todo el día.

-¿De qué te quieres disfrazar, peque?

Regulus y Harry estaban viendo la televisión mientras jugaban con unos bloques construyendo un castillo lleno de colores.

El niño muy entusiasmado dejó a un lado los bloques y dando unos brincos miró a su papá.

-¡Dragón! Me gustan los dragones, papi.

El ojigris lo miró con ternura y lo sentó sobre sus pies, y acaricio sus mechones azabaches.

-Lo que mi pequeño príncipe pida.

Another Chance | JegulusWhere stories live. Discover now