01. Boleto a Colombia.

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( ¿El ya lo sabe? )

( ¿El ya lo sabe? )

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OCHOA

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LAS CALLES DE NUEVA YORK ESTABAN FRÍAS COMO COSTUMBRE las personas iban a sus trabajos siguiendo sus rutinas, muchos turistas disfrutaban de su estadía mientras el otro lado de la moneda se encontraba Victoria Murphy, agente de la DEA siguiéndole el paso a unos contrabandistas de la familia Ochoa.

—¡Alto las manos! —Gritó la rubia mientras los tenía acorralados.

Tenía a Hernández y Morales a la vista, eran la cabecilla de Nueva York quienes hacían el trabajo sucio por sus patrones. Solo eran otro peones, pero eran importantes y que podrían ayudarlos a estar más cerca de los narcotraficantes.

—¿Podemos negociar? —Se escuchó varios disparos como respuesta pero al darse cuenta de cómo caía al suelo su compañero algo en su cabeza sonó.

Habían matado a su nuevo compañero.

Su semblante tranquilo y despreocupada cambió, no quería herirlos. Solo quería información pero eso fue el detonante para que todo se fuera a la mierda. En ese trabajo podías morir en cualquier momento, todos lo sabían y aceptaban el riesgo.

Al percatarse que se habían quedado sin balas, con paso decidido fue hasta el rincón y encontrarse con la escena de Morales muerto. Se había suicidado, menos Hernández que seguía ahí, con las manos hacia arriba. Victoria vio su reloj, sabía que no tardarían mucho en llegar los demás oficiales y ambulancias.

Elevó su pistola, apuntándole y disparandole a su pierna.

—Ahora, quiero que me digas todo sobre los Ochoa. Sus rutas, sus números. Todo. —De su bolsillo sacó su navaja.

Este negó, no se esperaba que una agente de la DEA fuera tan sangrienta. Lo estaba torturando sacando cada información valiosa, ella no deseaba llegar a esos términos. Ella prefería el camino pacífico, pero si algo le enseñó su padre es que si quería que las cosas le salieran como ella le gustaba, es mejor hacerlo por ella misma.

Un interrogatorio normal no llegaría a nada.

—¡Basta! ¡Es todo lo que se! —Gritó con agonía, fue cuando Tomás, un compañero de Victoria los separó.

—¿¡Que estás haciendo?! Aún no he terminado. —Decía mientras la arrastraban a la patrulla.

No había matado a Hernández pero si le había hecho varias cicatrices.

—El mató a Gustavo. ¿Que querías que hiciera? —Niega esta, limpiando la sangre de su navaja y sacar una goma de mascar—. Conseguí lo que quería.

—Eso lo tendrás que decir a nuestro jefe.

Victoria solo se le quedó viendo, no le agradaba esa forma de hablar. Estaba cansada y lo que menos quería era ese sermón. No la meterían presa, después de todo había logrado sacar lo que quería. Su transcurso a la oficina de su jefe fue en silencio, nada fuera de lo común. Tendría que hacer un reporte de lo sucedido. Darle su pésame a la familia del recién fallecido y entregarle sus cosas.

—¿Victoria? ¿Me estás escuchando? —Dean, su jefe la vio con los brazos cruzados.

—Lo siento, estaba pensando en algunas cosas.

—Tomás me dijo lo que pasó en ese callejón. ¿Puedes explicarmelo mejor? Digo, lo llevaste al hospital con varios puntos.

—El hijo de puta mato a Gustavo. —Respira, tranquilizándose—. Se sus rutas Dean, se las malditas rutas.

Dean se quedó callado, analizando sus palabras y juntar sus manos inquieto.

—¿Cuando empezamos?

—Victoria, quiero hablar de algo seriamente contigo. —La obliga a sentarse, entregándole una goma de mascar.

—No, conozco esa mirada.

—Los de alto mando quieren que vayas a Colombia... Junto tu hermano.

—¿Que? Digo, no es que no quiera. No quiero ofenderte, pero estuve detrás de los Ochoa por un año y cuando ya los tengo cerca... ¿Me mandan a Colombia?

—Al parecer escucharon lo que hiciste y quieren tus conocimientos para este trabajo. No solo estamos hablando de los Ochoa. Estamos hablando del cartel que se está formando en Medellín.

—¿Y mi hermano no se puede encargar? Digo... —Se quedó callada al ver la mirada de su jefe—. Eso es una mierda.

—Los jefes ya te consiguieron un boleto hacia Medellín que despegará en dos días al igual que una casa y todo lo necesario.

—¿El ya lo sabe?

—Supongo, no lo sé. No me tome el tiempo de preguntarle a tu ricitos de oro.

—Entonces... Supongo que esto es un adiós. —Victoria se levantó de su asiento, viendo a su jefe.

—Es un hasta pronto.

Ambos sabían que era mentira, viajar a Colombia en esta época era un suicidio. No solo por todas las muertes y las drogas. Si no por el simple hecho de ser policía, te matan los secuaces de Escobar.

El camino hacia su casa fue tranquilo, solo pudo ver como patrullas salían a la dirección donde se encontraba la guarida de los Ochoa. Estaba disgustada, había buscado a los Ochoa por mucho tiempo y en varias ocasiones estuvo demasiado cerca. Ahora solo debía esperar que salían en las noticias.

Su habitación era pequeña, lo suficientemente eficaz para todas sus cosas. Vio a su pequeño perrito y sonrió al solo verlo.

—Frodo, mi pequeño frodo. —El chihuahua se estiró de su cama, viendo a su dueña.

Lo cargó entre sus brazos, después de todo lo que había vivido ese día. Un momento de distracción no le vendría mal, había torturado a esos hombres para que le dijeran su ubicación. Había matado a unos sicarios y narcotraficantes, además de su suicidio.

Pablo Escobar.

Ese era uno de los muchos peces grandes que habían en el estanque. Era el que se estaba posicionando en la punta del pirámide y que no soportara tenerlo detrás de su cabeza. El Robin Hood Paisa como lo llaman en su lugar de origen por construir hogares, haciendo por mucho más de lo que un presidente haría. Por supuesto quien no adoraría al hombre que los está sacando de la hambruna, comprando su lealtad pero si Victoria tenía que darle algo a su favor, no había visto nunca antes a un narcotraficante que hiciera casas para su gente.

Y sobre todo, que quiera hacer un presidente.

En su tiempo libre que tenía ahora, se propuso a investigar todo sobre Pablo Escobar.

¿Ya le avisaste a tu hermano? —La voz se entrecortó, la rubia solo suspira mientras acaricia a su perro.

—No he hablado con él desde el funeral de papá. —Confesó, enrollando el cable del teléfono

¿No crees que sería bueno hablar con él? Después de todo son hermanos. Deben estar unidos.

Victoria se quedó en silenció, sabía que probablemente ya le habían dado la noticia pero no sabía cómo iniciar la conversación. Eran como uña y mugre pero todo cambiaba cuando se trataba de papá. Siempre hubo una diferencia, bueno mejor dicho. Preferencia.

—Supongo que todo se aclarará en Colombia.

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⏰ Last updated: Apr 19 ⏰

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NO TIME TO DIE | Javier Peña Where stories live. Discover now