El día de la coronación de Elsa está aquí, pero la llegada de un chico del pasado cambiará para siempre su destino
-¿Te has sentido alguna vez... que no perteneces en este mundo? Pues yo si, Nací con la habilidad de crear y manipular el hielo y la n...
Soy la primera hija del Rey Agnarr y la Reina Iduna, monarcas del lejano reino de Arendelle, por ende soy la princesa primogénita y la que heredará el trono.
Cómo la futura reina, tengo que comportarme y educarme como tal, para poder tener la certeza de ser una líder que protegerá de los peligros a su pueblo.
Pero...
Nací con un Don o más bien... Una maldición...
Nací con la habilidad de crear y manipular el hielo y la nieve. Mis padres desconocían la razón, o por lo menos no recuerdo que hayan mencionado algo al respecto.
Igual solo yo herede tal poder, ya que mi hermana menor Anna no posee nada fuera de lo normal, solo yo...
Tal vez suene como algo fantástico, algo místico que tuve la fortuna de ser quien lo porte, al principio yo también lo creía.
De niña me encantaba, sentía la libertad de hacer tantas creaciones hermosas. Disfrutaba de la suavidad de la nieve o el brillo del hielo, la brisa fría del viento, en serio me encantaba.
Pero lo que más disfrutaba era el poder jugar horas y horas con mi hermana menor Anna. Eran momentos de tanta alegría, Jugábamos, saltabamos, patinabamos, reíamos... en verdad lo extraño esa época...
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Hasta ese fatídico suceso...
Fue en una noche como cualquier otra de verano, a espaldas de nuestros padres, Anna y yo quisimos descansar un momento de nuestras tareas de princesa y salir de nuestras habitaciones para jugar solo un rato en el patio...
Pero durante risas y saltos, me resbalé mientras lanzaba un hechizo que sin querer le dió directamente a la cabeza de Anna, haciendo que se desmayara y el mechón que la toco se tornará albino.
La traté de despertar pero no lo hacía, no habría los ojos, sentía sus manos y se sentían como aquella nieve con la que jugábamos, helada.
Me asusté, me asusté tanto... Quería pedir ayuda, alguien tenía que ayudarla...
Pero no me di cuenta que congelé la puerta de entrada con solo tocarla, no pude controlarme, estaba atascada... Empecé a gritar por ayuda...
Gracias a Dios la servidumbre rápidamente le avisaron al rey de que estaba yo afuera gritando, vinieron enseguida.
Los guardias rompieron la puerta y mis padres salieron corriendo,
Mis padres vieron a Anna en el suelo helado, casi al borde de la hipotermia, pálida con los labios ya morados y luego me miraron a mi...
