Capítulo 9

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Dylan con ansiedad sujetó la camiseta desabotonada de Sangster con ambas manos, listo para apartarla de su camino, aunque sabía que quien se había encargado de desabrocharla había sido Isabella, no se inmutó, estaba a punto de hacerlo suyo, ya nada más importaba.

Finalmente deslizó la camiseta por los estrechos y suaves brazos del rubio. Las manos del castaño, de manera casi inmediata, acariciaron todo el torso ajeno, recorriendo cada rincón, mientras apoyaba sus labios contra el pecho de Thomas, cerrando los ojos. Gozando el momento.

Thomas levantó el mentón del morocho, juntando sus labios nuevamente. Dylan se fundía en aquellos cálidos labios, eran suaves cómo la seda y finos, pero tan deliciosos como ninguna otra cosa en el mundo. Disfrutaba de esos pequeños labios rosados, explorando cada parte húmeda, lamiendo y mordiendo la comisura del labio inferior.

Pero sus labios no eran suficientes. Necesitaba más. Quería más.

Ambos sabían a donde irían a parar con todo eso. Sin embargo no cesaron.

-No..., no podemos-soltó Thomas, quien al parecer había cambiado de opinión de un momento a otro.

-¿Estás seguro de qué no?-Dylan jugueteaba con los rubios mechones de cabello de Thomas-¿Quieres que te demuestre que podemos hacerlo? Porque puedo hacerlo, y muy bien-. Dylan estaba seguro de que Thomas no hablaba enserio, y si lo hacía, le deba lo mismo, pues en su rostro se veían reflejadas las ganas que tenía de hacerlo.

-No te atrevas... O'Brien-dijo el rubio en un intento fallido por escucharse firme.

-¿Ya te comenté lo mucho que me excita que pronuncies mi apellido con ese acento inglés tuyo? Me enciende, joder, vamos pronúncialo otra vez... Trombone.

-No lo hagas, O'Brien-Thomas esbozó una media sonrisa, perspicaz y rodeó con sus brazos el cuello de Dylan, atrayéndolo hacia su cuerpo.

-Ajá, ¿y tú quién eres para decirme que hacer?- sin esperar respuesta Dylan mordió con fiereza la clavícula de Thomas, succionando la pálida piel entre sus labios, dejando una chupón; quería que el mundo entero supiera que ahora el rubio le pertenecía a él. Y cuando Dylan sintió la suave mano de Thomas deslizándose por debajo de la tela de su bóxer, mientras lo tocaba de manera directa y satisfactoria, abrió más las piernas, dejándole el camino libre a la mano del rubio, quería que éste lo hiciera sentir bien. Lo necesitaba. Su erección se hacía más firme ante el tacto de los delgados dedos de Sangster, mientras iban de arriba abajo, lentamente. El hecho de que Thomas lo deseara, lo complacía al cien por cien. Thomas, jaló el resorte de su bóxer, dándole a entender a Dylan que estaba esperando su permiso para deshacerse de aquellas prendas que en aquel momento, eran un estorbo. O'Brien se puso de pie y Thomas se inclinó hacia él para después comenzar a bajar el pantalón y el bóxer al mismo tiempo, dejando al descubierto la enorme erección, la cual chocaba con el abdomen de Dylan y pensar que se había estado ocultando bajo aquellas telas.

Cuando ambos se encontraron totalmente desnudos, Dylan volvió a abalanzarse sobre Thomas, y sus miembros creaban un excitante rose entre sí, ayudándolos a llegar al apogeo más rápido. Thomas estaba completamente ruborizado, sus pupilas estaban dilatadas y se mordía con fuerza los labios para no dejar escapar gemidos. Dylan comenzó a masturbarlo con movimientos tímidos que poco a poco fueron cambiando a movimientos más intrépidos. Observó cómo Thomas llevaba la cabeza hacia atrás y gemía con mucha fuerza, sus gemidos para Dylan eran la melodía más hermosa que jamás hubiese escuchado. Con un movimiento osado, se llevó el pene de Sangster a la boca. Realmente anhelaba con toda su alma ver a Thomas sin control, rogando por más, gritando su nombre. A Dylan le enardecía tanto tener ese exquisito sabor en su boca, el sabor de Thomas.

-Oh, joder-gimió Thomas con dificultad.

Dylan siguió moviendo la cabeza, suavemente. Adelante, atrás. Podría seguir así todo el día, sin embargo, cedió. Tenía otros planes para Sangster.

Rápidamente llevó sus labios a la cara de Thomas, humedeciéndole el rostro y de nuevo comenzó a devorar sus labios. Sus lenguas jugueteaban y danzaban entre sí. Todo iba de bien a perfecto, hasta que el rubio se separó bruscamente.

-Dyl...-jadeó-, hazlo.

Sabía perfectamente a lo que Thomas se refería, no obstante quería escuchar sus suplicas.

-¿Hacer qué?-sonrió maliciosamente.

-Sabes a lo que me refiero-masculló el rubio-, sabes lo que quiero.

-En este momento podrías querer muchas cosas, necesito que me digas que es exactamente lo que quieres para así, poder dártelo.

Sangster lo fulminó con la mirada pero en seguida suavizó la expresión.

-Quiero... te quiero a ti. Quiero que me hagas tuyo-susurró.

Dylan frunció el entrecejo. Quería hacerlo, quería penetrarlo hasta que no pudieran más, quería hacerlo suyo por completo, quería escuchar su nombre provenir de los labios de Thomas, quería todo con él, pero lo único que no quería era lastimarlo.

-¿Estás seguro, Trombone? Te dolería...

-No me importa, Dylan. Te necesito... no me importa cuánto duela, hazlo. Muéstrame que tan bueno eres en esto.

-Pero de verdad que...

-¡Hazlo!

Dylan asintió y Thomas alzó las piernas, colocándolas sobre los hombros del castaño, quien poco a poco fue introduciéndose a lo más recóndito de Sangster.

Dylan gimió de manera casi imperceptible.

Thomas apretó los ojos con fuerza y mordió sus labios al sentir como el falo de O'Brien buscaba lugar dentro de él.


Hola, bueno, vengo con éste nuevo capítulo UuUr es de los más cortos que he escrito pero bueh, aún no termina esto ewe

Gracias por leer, comentar, votar... y agregar a sus bibliotecas :3

Les agradezco muchísimo. Y eh, pues nos leemos hasta dentro de diez días.

Los quiero muchísimo. Bye.

McCargentilinski Off.

Serendipia. (Dylmas)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora