2. Cita/Salida

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1994

Venezuela observaba sin mucho interés al joven hombre que tenía frente suyo, había pasado varios meses desde su pelea con el menor, y incluso pocas semanas desde que ellos dos ya no se tenían que hacer cargo de la educación del ruso, pero, aún así, le seguía sintiendo cierta rabia al sirio por lo ocurrido.

Siria notó aquello, así que suspiró con calma; observó el paisaje del restaurante, uno muy lujoso que logró pagar gracias al ruso que entendió su situación y deseó ayudarle. Su vista volvió a mirar a la mayor, el cual chequeaba el menú.

Tragó grueso y decidió por fin hablarle —Mira, lo siento. —la rubia no quito su vista del menú, fingiendo no impórtale  —No debí decirte eso.

La mayor mordió con levedad su labio inferior, pero sin mover su postura —¿Y?

—¿Y? —Siria se encontró sorprendido por la indiferencia de la mujer, cosa que lo molestó con levedad, lo admitía, se pasó con el comentario de hace tiempo, pero esa no era excusa para que se pusiera a la defensiva.

—¿Y qué mas? —alzó una ceja y movió sus ojos hacia la vista del menor, claro, sin quitar aún su postura —¿Qué mas? —dejó el menú y relajó sus hombros; sonrió con pereza y picardía, queriendo escuchar al menor.

Al sirio le molestó un poco la actitud ajena, pero no podría hacer nada, no es como que quisiera arruinar todo.

—Que eres una mujer fuerte. 

—Aja.

—Y muy hábil.

—¿Qué más? —apoyó el hombro sobre la mesa y su mentón se posaba como sus dedos; aún mantenía su sonrisa.

—Y. . . hermosa. —los ojos del sirio brillaron, no estaba enamorado (aún) de ella, pero sí sabía admirar la belleza de una mujer cuando la veía.

Venezuela levantó su rostro al escuchar lo último y colocó una expresión de sorpresa pero no muy pronuncia, sonrió nuevamente y ahora más tranquila —Bueno. . . Gracias. —rió en voz baja —Supongo que yo también te debo una disculpa. —señaló con pena la herida que tenía Siria en la mejilla, pero señalándose a si misma como ejemplo de la zona lastima del contrario, ocasionada por el golpe que se dio contra el piso cuando lo atacó la última vez. 

Por inercia el hombre se tocó el mismo lugar donde la chica le señalo, sonrió —No es para tanto, me lo merecía. 

Ambos sonrieron; ahora sí, después de tantos meses, estos dos se llevarían bien.



7 Días |Siria x Venezuela|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora