Capitulo 1

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Los gritos de una mujer se escuchaban en todo el lugar y así siguieron por unos minutos hasta que estos cesaron y un silencio sepulcral se instaló en la habitación. 

Dicho silencio fue roto por pequeños llantos de un bebé que buscaba el calor de su madre. Madre que yacía inerte en la cama con los ojos cerrados y sangre manchando las blancas sábanas.

Su respiración y los latidos de su corazón pararon junto a sus gritos y los presentes nada pudieron hacer para evitar tu fatídico final.

-Lo lamentamos pero la hemorragia no se pudo controlar debido al nacimiento del segundo bebé.

Dijo la mujer que había ayudado en el parto.

El esposo solo pudo ver a su amada y luego fijó su mirada en los pequeños bebés que se habían quedado dormidos una vez que los juntaron. Eran dos niños de piel clara y mechones de cabello de color castaño, eran casi idénticos a recepción que el menor tenía algunas pecas que apenas se alcanzaban a distinguir pero que en el futuro llenarían su cuerpo además que a pesar de que no había prestado mucha atención, noto que igual tenían ojos de diferente siendo el mayor quien había heredado los hermosos ojos marrón de su ahora difunta madre mientras que el otro tenía los ojos azul como su padre.

El nombre del afligido hombre era Giuseppe Geppetto, el mejor creador de títeres y quien había descubierto cómo hacer que el ergo les diera vida a sus creaciones.

-Debes ser fuerte amigo mío.

-Venigni -fue todo lo que dijo con la voz más ronca debido al llanto contenido.

Lorenzini Venigni era otro inventor que junto a Geppetto habían creado las reglas del gran pacto para que las marionetas no fueran un peligro. No solo eran socios, también eran buenos amigos e incluso el más joven se había proclamado el tío de los hijos de su amigo.

-No se que haré sin ella.

-Lo que harás será ser un buen padre para esos pequeño que te necesitan más que nunca.

Las palabras del millonario inventor hicieron que Geppetto viera a sus hijos nuevamente pero su mirada se detuvo en el menor de estos a quien se le quedó viendo con una emoción que no debería sentir y esa era odio. Odiaba al niño que le había arrebatado a su amada esposa y aunque sabía que eso era una locura, no pudo quitar ese sentimiento de su corazón.

Si Venigni se dio cuenta de su extraña mirada, no mencionó nada al respecto sólo lo alentó a que saliera de la habitación para que pudieran alistar a la difunta dama para su velorio y posterior entierro.

El funeral se llevó a cabo ese mismo día y unas horas después fueron al mausoleo familiar a dar sepultura a la mujer. Durante todo el tiempo Geppetto nunca se acercó a sus hijos ni siquiera para darles un nombre ya que se sentía consternado por las emociones negativas que tenía cada que los veía, específicamente a uno de ellos.

Una vez que todos se fueron el inventor se derrumbó por primera vez desde que todo pasó y sus lágrimas no paraban de salir. Sentía culpa por no poder hacer nada para salvarla y también por despreciar al fruto de su amor.

Al volver a casa un llanto lo recibió y eso le hizo recordar que había dos personitas que lo necesitaban y por ellos trataría de reponerse. Subió las escaleras que conducían a las habitaciones y al entrar a la que era destinada a sus hijos encontró a su amiga Antonia Cerasani quien estaba tratando de calmar a uno de los pequeños el cual no paraba de llorar sin importar lo que la mujer hiciera.

-Se ve que tiene tu carácter no crees - preguntó sin realmente esperar una respuesta.

Por otro lado, el segundo niño seguía tranquilo en la cuna sin abrir los ojos pero dando signos de que no estaba durmiendo.

-¿Ya pensaste en nombres?

-Ella hizo una lista de nombres, aunque no sabíamos que eran dos.

-Puedes escoger los que más le gustaban.

El hombre se puso a recordar cuáles eran esos nombres y estaba de acuerdo con el primero pero la segunda opción de su difunta esposa, era un poco más raro. Ella dijo que lo escogió porque salía en su libro favorito.

-El mayor se llamará Carlo y el menor Pinocchio.

Antonia sonrió al escuchar tan peculiar nombre pero sabía que su amigo lo había escogido para conmemorar la memoria de su esposa.

-Ojala tengan una larga y feliz vida.

Los años pasaron y ambos chicos crecieron hasta alcanzar los 16 años, pero lamentablemente las palabras que Antonia había decretado no se habían cumplido pues Geppetto se había enfrascado en su trabajo descuidando a sus hijos a los cuales había dejado en el internado Monad Charity House. 

A pesar de que no pasaba tiempo con ellos, se notaba la diferencia que hacía con los gemelos prestando más atención a Carlo mientras que a Pinocchio lo hacía a un lado culpandolo por la perdida de su esposa.

Los gemelos eran físicamente parecidos pero muy diferentes emocionalmente siendo Carlo el más agresivo y atrevido mientras Pinocchio era tímido y callado aún así eran muy unidos entre ellos y solo tenían un amigo a quien conocieron en el internado, este chico era huérfano y su nombre era Romeo. 

Romeo y Carlo mantenían una relación más allá que de amistad y Pino, como su hermano le decía, era el único junto a Sophia que sabían sobre esto ya que si su padre se enteraba haría hasta lo imposible para separarlos, pues el rubio no era bien visto por el inventor al culparlo de que su hijo mayor decidiera ser un stalker algo que a sus ojos era absurdo porque Carlo no era un bastardo ni un huérfano para decidir ese camino. Por su lado Pinocchio decidió seguir los pasos de su padre esperando que esté se enorgulleciera pero solo le dijo que podía hacer lo que quisiera y no agregó nada más.

-Enserio solo dirás eso -grito Carlo molesto por como trataban a su hermano.

Pinocchio le agarró el brazo y negó con la cabeza dándole a entender que no valía la pena que discutieran por el.

-Nunca te hemos importado y por mí está bien pero Pino es diferente y no voy a permitir que lo sigas lastimando.

-Es suficiente, vuelvan a su cuarto -ordenó Geppetto con voz autoritaria.

El mayor de los niños quería seguir peleando pero el agarre en su brazo se hizo más fuerte y al voltear a ver la cara de su hermano solo pudo suspirar y salir de la oficina junto a este.

-Realmente lo odio.

Esas palabras las alcanzó a escuchar su padre quien solo suspiro y decidió volver a trabajar, no valía la pena seguir peleando por tonterías infantiles. Lo que Geppetto no veía o no quería ver era el daño que les estaba haciendo a sus hijos y pronto se arrepentiría de ello.

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