Capitulo 12

55 3 5
                                    

-Es mejor que ayudes a Carlos mientras yo cuido de Pinocchio -dijo Geppetto agachándose hasta la altura de Romeo.
El rubio le dio una mirada de desconfianza que no intentó ocultar.
-Es mi hijo, no le haré nada.
-Disculpe mi desconfianza pero ya intentó matarlo.
-Nunca lo haría -respondió alarmado y con molestia -él dividir su ergo era peligroso pero me aseguraría de que sobreviviera.
Romeo siguió sin confiar pero al ver qué Carlo estaba siendo sobrepasado por Laxasia, no tuvo de otra que aceptar la oferta del inventor.
Pinocchio siguió acostado en el piso con la mirada perdida aún sin salir de su trance.
-Hijo se un buen niño y sígueme.
El chico se levantó y siguió a su padre a la pequeña capilla que habían atravesado antes.
Una vez en el lugar, se sentaron esperando a que los otros dos chicos pudieran derrotar a la mujer.
Geppetto se sentía incómodo al tener a su hijo tan quieto al lado suyo. Pinocchio siempre fue un niño muy calmado a diferencia de Carlo pero la quietud que tenía en ese momento era más como si se tratara de un muñeco sin alma.
-Voy a arreglar tu ropa -dijo al ver qué la camisa del uniforme estaba con algunos botones desabrochados debido al agarre de Romeo.
Al enfocar su atención en su hijo, noto algunos moretones esparcidos en su cuello y más abajo donde la camisa los cubría. Esos moretones no eran de golpes sino de otro tipo.
-Por dios -exclamó con miedo de descubrir que otro tipo de marcas ocultaban la ropa -¿Que fue lo que Magnus hizo?
Sin querer prolongar más sus dudas, decidió quitarle la camisa por completo y ya que P no podía moverse a menos que se lo ordenarán, fue mucho más fácil. Lo que vio fue horroroso ya que el normalmente blanco pecho del niño, ahora estaba lleno de mordidas y chupetones al igual que algunos rasguños.
Geppetto se quedó sin palabras y solo pudo volver a vestir a su hijo sin animarse a revisar más partes de su cuerpo, imaginándose que encontraría.

Después de derrotar a Laxasia solo quedaba acabar con Simon quien se había quedado en su lugar viendo la pelea hasta que una luz azul llenó el lugar.
Su plan por fin había empezado, por fin ascendería y se volvería un ser perfecto. El ergo acumulado le dio directo haciendo que su cuerpo se convulsionara y mutara hasta convertirlo en un ser abominable.
-¿Qué diablos es eso? -preguntó Carlo asqueado por la masa muscular en la que se había convertido el alquimista.
-No importa en qué se haya convertido, debemos acabar con él.
La pelea empezó y a pesar de lo cansados que estaban los menores, se defendían bien. Aunque no se esperaba que Magnus tendría una segunda fase de mutación la cual se volvió mucho más peligrosa.
El rubio y el castaño se coordinaron en sus ataques evitando que Simon pudiera contraatacar obligándolo a retroceder hasta que lo acorralaron y en un ataque en conjunto le atravesaron el corazón.
-Esto es por lo de mi hermano -gritó Carlo cortándole un brazo.
-No sabes lo que le he hecho -dijo entre risas malignas.
-¿Qué?
-Gracias a tu padre puede tener a ese dulce niño.
La insinuación les quedó clara y no sabían qué decir o cómo reaccionar.
-De lo único que me arrepiento es de no poder volver a tenerlo en mis brazos.
-Maldito.
El dolor y la furia de Carlo se dejó ver en la cantidad de estocadas que le dio al mutado cuerpo quien solo reía como desquiciado.
-No importa que muera, él siempre me tendrá presente.
Fueron sus últimas palabras antes de que el menor le cortará la cabeza la cual rodó y tanto éste como el cuerpo se desintegró en pequeñas partículas ergo.
-Carlo… -llamó Romeo acercándose con cautela.
El chico salió corriendo hacía donde se había ido su familia y romeo fue tras de él por si necesitaba evitar un crimen de parricidio.
-Tú maldito -grito arremetiendo contra su padre quien aceptó los gritos y reclamos de su hijo -todo fue tu culpa, tú se lo entregaste.
-Lo sé… fue mi culpa que Pinocchio pasara por esto.
-Nunca te perdonaré, para mí ya estás muerto.
Las lágrimas siguieron saliendo al igual que los gritos, los cuales hicieron reaccionar a P quién a pesar de no poder moverse seguía presente y había visto y vivido todo.
-Yo no quería -dijo con voz temblorosa -Yo no quería que se enteraran.
-Pino.
Carlo lo abrazó y le pidió perdón hasta que se quedó sin voz.
-Prometo que nadie te volverá a lastimar.
Pinocchio también lloró. Lloró como nunca antes se había permitido y expresó todo el miedo que tenía y lo sucio que se sentía.
-No eres un chico malo -dijo Romeo después de escuchar decírselo a sí mismo.
-¿Entonces por qué?
-Porque hay gente que es malvada y cruel y no le importa el daño que causan con tal de lograr lo que buscan -respondió Carlo mirando con rencor a Geppetto quien se había alejado del trío para darles espacio.
-Te juro que no importa que, voy a cuidarte y protegerte -beso su frente -no te voy a dejar solo nunca más.

Un mes había pasado desde que derrotaron a Simon Magnus y en ese tiempo pasaron varias cosas. Giangio pudo crear una cura para la petronecrosis con el fruto que P le había dado y después desapareció dejándole una nota y una dotación de medicina. Igual lograron empezar a reconstruir la ciudad con la ayuda económica de Venigni y lady Antonia.
Por su lado Carlo y Romeo trataban de ayudar a Pinocchio para que superará su trauma pero a pesar que en el día lucía tranquilo, las pesadillas lo atormentaban en la noche.
-Calma solo fue un sueño, nadie te hará daño -dijo Romeo mientras abrazaba al menor.
Los tres habían decidido compartir una habitación para mayor comodidad y porque sabían que Pinocchio se sentiría más tranquilo, al igual que Carlo tampoco aceptaría estar alejado de su hermano.
-Ya no podrá hacerte daño nunca más.
Carlo se sentía molesto cada vez que las pesadillas hacían llorar a P ya que era una prueba de su fracaso al protegerlo.
-Carlo -llamó el rubio extendiendole la mano para que se acercara pues se encontraba parado al otro lado de la habitación -creo que le ayudaría a calmarse más rápido si estás con él.
Carlo camino hacía la cama y se subió quedando detrás de P el cual al sentirlo se volteo y lo abrazó enterrando el rostro en su pecho.
-Ya estoy aquí pequeño -acarició la cabeza del menor y jugó con su cabello -pronto nos iremos y todo esto quedará atrás, solo debes aguantar un poco más.
Los planes que tenían eran que una vez que la ciudad estuviera un poco más reconstruida y los trenes volvieran a estar en circulación, se irían lejos. Quizá irían a Italia, a la ciudad donde nació y creció su madre.
-¿Papá?
El tema de Geppetto era algo que habían evitado pero Pinocchio seguía insistiendo en saber de él.
-Él está bien.
-¿Dónde está?
-Debes estar cansado así que trata de dormir, Romeo y yo estaremos cuidándote.
A pesar de las buena intenciones que tenía Carlo, el hecho de que a P no le permitieran ver a Geppetto le estaba afectando, pues a pesar de todo seguía queriendo a su padre y necesitaba saber que él no lo repudiaban por lo que Simon le había hecho.
Después de una hora el menor de los gemelos logró conciliar el sueño y Romeo aprovechó para hablar con su pareja para exponerle su punto de vista, otra vez.
-No voy a dejar que lo vea así que no insistas.
-Pero P necesita verlo.
-Pino no lo necesita, no voy a dejar que se le acerque.
-Amor -dijo abrazándolo haciendo que pegará su oído en su pecho para que pudiera escuchar los latidos de su corazón -se que solo quieres cuidarlo pero tiene derecho a ver a Geppetto.
-No lo hago para atormentarlo, pero padre es un peligro.
-Nosotros estaremos cuidándolo.
-Aun así no lo quiero cerca de Pino, no quiero que lo vuelva a lastimar -susurro abrazándolo más fuerte -no quiero que le dé una mirada más de desprecio y menos después de lo que vivió.
-Si eso pasa, estaremos para P.
-¿Y si le dice algo? Se que nuestro Pino es fuerte pero si padre lo desprecia, eso lo destruiría.
-Solo dejemos que lo vea y si notamos algo raro nos vamos y ya no volveré a insistir.
-Tu te harás cargo si llora.
-Como siempre.
El rubio beso a su novio y posteriormente decidieron ir a dormir dejando al pequeño durmiente entre ellos para darle seguridad ya al despertar planearian que hacer para que P pudiera ver a su padre.

Hermanos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora