02 | QUAND À PARIS 🌹

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El acto final de la ópera me dejó con un suspiro entrecortado antes de sumarme al aplauso unánime que ovacionaban a los artistas sobre el escenario ante un lanzamientos de rosas

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El acto final de la ópera me dejó con un suspiro entrecortado antes de sumarme al aplauso unánime que ovacionaban a los artistas sobre el escenario ante un lanzamientos de rosas. Jamás había presenciado algo así en mi vida y fue un detalle muy romántico por parte de Travis, brindarme esta oportunidad junto a el. Tras bajar el telón, salíamos del teatro agarrados de la mano para volver hasta el coche que nos esperaba al final de la avenida, de la manera más sigilosa posible para no alertar nuestra presencia. El chófer fue muy considerado al esperarnos y nos llevó a la siguiente parada de nuestra escapada; La Tour d'Argent.

Travis no pretendía dejar de estar a la altura de las expectativas llevándome a uno de los restaurantes más antiguos de París, mejor conocido por sus impresionantes vistas de Notre Dame y Ile Saint-Louis; así como por su carta de vinos bíblica. Nada más llegábamos a la entrada del estacionamiento, Travis me abrió la puerta mientras ponía una mano sobre la suya. Algunos presentes se percataban de nuestra visita y cuchicheaban entre ellos mientras caminábamos al libro de reservas.

—Bonne nuit. Bienvenue à La Tour d'Argent —daba la entrada un mesero trajeado con chaleco y corbata detrás de un pulpito con un libro abierto —. ¿Vous avez une table réservée?

—Buenas noches, buscábamos una mesa para dos —sugería Travis sin soltarme de la mano mientras yo miraba hacia el interior del restaurante, que se dejaba entrever por el umbral de hall por unas cortinas traslúcidas.

—Parfait, nous avons une table à disposition pour nous deux. Venez avec moi s'il vous plaît —indicaba el mesero apuntándonos en el libro mientras se adentraba al interior en cuanto los dos le seguíamos tras él.

Varios comensales nos miraban detenidamente, reconociéndonos pero por respeto nadie se levantaba de su asiento. Miraba a Travis muy orgullosa de él, de los detalles que me brindaban en todo momento hasta que llegábamos a la mesa concretada, cerca de unos ventanales que brindaban unas vistas espectaculares de la catedral de Notre Dame.

La luz era idónea, cálida alumbrándonos la mesa junto a unas cartas. Un centro de mesa floral ultimaba la decoración rustica pero romántica. Antes de sentarme, me quité la chaqueta de pelos y la coloqué en el respaldo de la silla mientras el mesero la retiraba para que me sentase. Travis se remangaba la camisa antes de leer la carta.

—¿Que veux-tu boire? —inquiría el camarero antes de anotar nuestra comanda.

—¿Te apetece tomar un Château Lafite Rothschild? —consideraba él viendo entre tantos, los vinos más selectos de la carta.

—Tiene muy buen pinta... —mordí el labio inferior mientras veía los platos que ofrecía el lugar tan rústico y elegante a la vez —. Quisiera añadir unos langoustines royales, por favor.

—Que sean dos —asentía Travis entregándole las cartas ante mi petición. El camarero anotaba el plato y se marchaba en busca de la botella de vino.

Sacred Touch © (UD #2)Où les histoires vivent. Découvrez maintenant