EL CAMINO DEL AGUA Pt2

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Hawnu estaba parado sobre la arena como tantas veces había hecho antes.

Solo que ahora era distinto.

Los metckayina estaban metidos en el océano, todos mirando a la familia en el centro qué movían con delicadeza una canoa circular llena de flores silvestres que buscaban acompañar a la mujer en su interior.

Estaba en un funeral.

Temprano en ese mismo día se dio la noticia que Tylu había fallecido, era una de las mujeres más longevas de la isla.

Ella era una mujer amable. Hawnu recuerda que cuando apenas llevaba unos días aquí ella se estaba recuperando de una enfermedad que la había aquejado varias semanas, aún así la mujer se tomó su tiempo para enseñarle algunas cosas cuando estaban juntos para hacer las cenas grupales.

Una mujer muy respetada, alguien que vio crecer a la mayoría de na'vi presentes ahora era llevada por sus hijos y nietos por el agua, a su regreso a Eywa.

Sus ojos no dejaron de observar su trayecto pero sus pies no se movieron para adentrarse al agua.

No sabía si se le permitía eso, era un ritual sagrado de metckayina y el seguía sin ser realmente uno.

No cree que sea correcto.

Su mano fue sostenida de repente asustándolo un segundo, qué fue suficiente para ser llevado dentro de la extensión del océano qué resplandecía.

Miró a Aonung con nerviosismo mientras el lo llevaba hasta el frente donde se encontraba Tsireya y también Rotxo.

Sus ojos estaban humedecidos, Tsireya dejando caer sus lágrimas qué se encontraban con el mar bajo ellos.

Hawnu se removió incomodo, sintió la presencia ya tan conocida subiendo por su espalda arañando bajo su piel.

—Esta bien—La voz de Aonung lo distrae de aquella sensación—A ella le hubiera gustado que todos le digamos “hasta pronto”

Vio el rostro de Aonung, quizás por primera vez desde que sujetó su mano y notó sus ojos azules qué resplandecían por las lágrimas en ellos.

Su mano se entrelazo perfectamente con la del metckayina y dejo que su mirada se desplazara hasta la na’vi qué era sacada de la canoa dejándola flotar sobre el océano qué vibraba en energía.

Si cerraba los ojos incluso podía percibir el sentimiento solemne qué el océano transmitía mientras sus mareas movían con cuidado a los na’vi en ella.

Sus hijos bajaron guiándola hasta las profundidades qué está vez no estaban sumidas en la oscuridad, si no que eran bañadas por la dorada luz de las anémonas.

Eso de alguna manera, lo hizo sentir tranquilo.

Y después de tu muerte.

Lo que trae la marea -Aonunete-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora