Capítulo cinco

678 116 19
                                    

Al final dormir en el cuarto de invitados no era tan malo, claro la cama era pequeña y todas sus cosas estaban en la habitación que compartía con Sergio

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


Al final dormir en el cuarto de invitados no era tan malo, claro la cama era pequeña y todas sus cosas estaban en la habitación que compartía con Sergio.

Además de que extrañaba el calor corporal que le brindaba el pecoso, despertar abrazados era lo mejor del mundo, aunque era rara la vez que despertaban juntos, normalmente cuando Checo despertaba él ya se había ido o viceversa.

Así era el matrimonio.


[...]


- Tenemos que hablar - ordenó, aún sentado frente a la mesa, después de terminar su café americano.

Observaba a su esposo, el cual estaba cocinando algo, de forma apresurada e ignorándolo.

- Sergio, te estoy hablando.

Al no obtener respuesta, se levantó; decidido - ¡Sergio! - le sacudió el hombro con fuerza, desde atrás.

Ocasionando que el pecoso perdiera el control del cuchillo que utilizaba, haciendo un corte en el dedo índice. Checo dejó salir una exclamación de dolor, dándole una mirada asesina a Hamilton. El mayor le vio con una mueca en su rostro.

- Fue tu culpa, si te comportaras como una persona madura y no como un niño malcriado, esto no habría pasado - se excusó, inmediatamente. Viendo como el menor soltaba el cuchillo y se acercaba al lavabo, para acercar su mano al chorro de agua fría - ¡Maldita sea, Sergio! ¡Deja de ignorarme!

- ¿Qué es lo que quieres, Hamilton? ¿Acaso ya tienes los papeles del divorcio listos para que los firme? ¿O me harás hablar con tus abogados?

El mexicano le respondió después de estarlo ignorando, utilizando un tono de voz rudo.

- Es sobre lo que quiero hablar.

El pecoso se alejó, yendo en dirección a el cuarto de baño, Lewis se apresuró a seguirlo.

- No podemos seguir así - volvió a hablar, señalándose a ambos con sus manos - No podemos estar peleando todo el tiempo.

- Si eso es lo único que hacemos últimamente, nuestro matrimonio se ha convertido en constantes peleas...

- Gracias a ti, tú eres el que empieza las discusiones.

Michel suspiró, terminando de poner una curita sobre su dedo lastimado, para después mirar a Lewis con burla.

- ¿Ahora es mi culpa?

- Siempre hablas de temas que...

- ¡Yo te he dado soluciones! - gritó, interrumpiendo a el mayor - ¡Siempre me culpas a mí!

- ¿Lo ves? Otra vez estamos discutiendo.

- Pues tal vez tienes razón, Lewis. Nuestro matrimonio ya no funciona, tal vez lo mejor sería divorciarnos.

Entre la espada y la pared; ChestappenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora