Capítulo 8

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Caminamos por el área de comestibles, y mi mirada se detiene en los estantes. Entre la variedad de dulces, los chocolates Milka con su envoltorio violeta capturan mi atención, y una sonrisa de alegría se dibuja en mi rostro. Alek, con una mezcla de curiosidad y confusión, se acerca.

— ¿Qué ocurre? — pregunta.

Apunto hacia los chocolates y él rueda sus ojos grises con una expresión divertida.

— Toma lo que desees...

Antes de que pueda terminar, ya tengo en mis manos dos barras de chocolate Milka y dos paletas de fresa. Al sentarme en el Lamborghini, me libero del gorro y los guantes. La anticipación por el chocolate es grande, pero primero, tengo un pequeño acto preparado.

Con cuidado, desenvuelvo una paleta y lanzo el papel al viento. Observo de reojo cómo Alek aprieta el volante con más fuerza. Saboreo la paleta lentamente, disfrutando del dulce sabor de la fresa, y noto cómo un suspiro de placer se me escapa.

De repente, el auto se detiene con un tirón, y sé que he logrado mi objetivo.

— ¿Qué estás haciendo, Raven? — su voz es baja y cargada de una emoción no dicha.

Continúo saboreando la paleta, manteniendo la mirada fija en él.

— Solo disfruto mi paleta— digo, parpadeando con inocencia— ¿Te incomoda que la chupe de esa manera?

— Caramba, Raven.

Es lo único que dice antes de agarrarme por el pelo y acercarme a sus labios suaves y húmedos. Regocijada por dentro me subo sobre sus pierna y su dureza no tarda en hacer contacto con mis shorts.

— ¡Oh dios!— gimo y capturo con mis dientes mi labio inferior.

Con una de mis manos acaricio su cabello sintiendo su suave textura acariciar mis dedos. Ambos jadeamos por la tensión sexual que es palpable entre nosotros. Sus manos traviesas se sumergen dentro de mi jersey y acarician la curvatura de mi cintura, estremeciéndome en el acto.

Nuestras bocas parecen encajar de manera perfecta, lo cual me exita aún más. Al separarnos para tomar aire continúo deseosa de más, pero debo razonar, no quiro tener mi primera vez con él, en un caro Lamborghini.

— Alek si sigues poniéndote más duro, no voy a soportarlo— jadeo sobre su boca.

Uno de sus dedos roza mi pezón por encima del sujetador y no puedo evitar gemir.

— Me la pones tan dura, que cada noche tengo que masturbarme pensando en como sería verte de rodillas chupándomela como una perrita— cierro los ojos y echo la cabeza hacia atrás ante la idea.

— Creo que por el momento, no es bueno continuar comiéndome la paleta.

Asiente y me da una nalgada.

—Tienes razón, vuelve a tu asiento o sino voy a terminar follándote hasta que no puedas caminar— gruñe cerca de mi oído, lo cual envía cosquillas a mi cuerpo.

Me acomodo de nuevo en el asiento del copiloto, esta vez permitiéndome ser absorbida por el desfile de calles que se suceden ante mis ojos. Mi mente navega por las corrientes de pensamientos y emociones, debatiéndose entre dos polos que amenazan con consumirme. ¿Es esto placer o es odio? La línea se difumina, y me encuentro perdida en un mar de dudas, sin brújula que guíe mi corazón.

 ¿Es esto placer o es odio? La línea se difumina, y me encuentro perdida en un mar de dudas, sin brújula que guíe mi corazón

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Venganza: Trato Con El BossWhere stories live. Discover now