Capítulo 11.

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Mi Fuerza

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Mi Fuerza.

"El fuego es un símbolo natural de la vida y la pasión, a pesar de que es el único elemento en el que nada puede realmente vivir."~ Susanne K. Langer


Muchas veces tenemos que dejar nuestro pasado atrás para poder volvernos más fuertes de lo que ya hemos sido, tenemos que dejar atrás todo aquello que nos hacía sentir vulnerables para poder proteger de la mejor manera a las personas que amamos, puede sonar triste e incluso doloroso pero a veces es necesario soltar para poder progresar y tener a las personas que amamos a salvo.

La vida nos pone muchas pruebas en las que nosotros debemos ser capaces de superarlas para darnos cuenta de que no sólo se necesita tener fortaleza en el cuerpo sino también en el alma y el corazón, las dos partes más importantes de la vida de un ser humano. No podemos ser fuertes si no tenemos la capacidad de dejar todo para proteger a nuestros amados.

Pero a veces la vida también nos muestra que no tenemos que siempre ser los que protejamos, muchas veces las personas nos protegen a nosotros sin darse cuenta, nos protegen siendo nuestra fortaleza y todo aquello que necesitamos para poder sobrevivir.

Mi abuela siempre había dicho que la fortaleza no sólo es esa que se encuentra en el cuerpo, no importa si tienes cientos de músculos, si no eres fuerte de mente, de corazón y de alma eres completamente inútil. Ella siempre decía que no importaba si eras musculoso como Hércules, si eras débil de mente eras un completo fracaso como soldado, pues no tenías la fortaleza para enfrentar los daños colaterales que implica la guerra, aunque ella siempre había sido una mujer realmente pacífica creía que el egocentrismo y la avaricia del ser humano de un momento a otro creería crearía una guerra sin precedentes, algo que acabaría con la paz mundial.

Quizás no se notaba tanto en ese momento, pero estábamos viviendo una catástrofe mundial por el simple hecho de que nadie estaba a salvo teniendo a ese bastardo en la cabeza de la base militar más importante del mundo, la que se suponía velaba por el cuidado de cada uno de los seres vivientes sobre la Tierra. Él no quería mantener a salvo el planeta, él quería el poder y el control total sobre las vidas de cada persona sobre el planeta.

Debía admitir que sus jugadas habían sido realmente impresionantes, nos había engañado y había jugado con nosotros, yo había confiado en él incluso cuando ya había lastimado a mí muñequita una vez, pero había resultado ser la bestia que había logrado separarnos, por lo menos agradecía que alguien velará por la vida de ella y la hubiese rescatado del destino que él le tenía planteado.

No tenía idea de cuáles eran sus planes, si deseaba atrapar a mi muñequita para compartirla con el bastardo que le había hecho más daño o si la quería para él solo, pero cuál fuese su intención, no permitiría que le pusiera un solo dedo a la mujer que amaba. No me importaba si para ello tenía que romper todas las leyes que había jurado proteger el día en que me convertí en el jefe de jefes.

Sólo tú. Mi dulce salvación.©Where stories live. Discover now