Capítulo 37.

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Victoria

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Victoria.

"Pasamos mucho tiempo ganándonos la vida, pero no el suficiente tiempo viviéndola". ~Teresa de Calcuta.


Bien dicen que en las guerras sólo puede haber una victoria, porque no importa cuántas batallas ganemos y cuántas perdamos, el que gane la batalla final será el que saldrá victorioso sin importar absolutamente nada, así hubiesen ganado sólo una batalla durante toda la guerra, si esa batalla fue la final, salen victoriosos.

Dicen que las guerras normalmente se dan por lucha de territorio, porque unos quieren más territorio que otros o incluso porque saben que ese territorio les dará poder sobre todos los que están a su alrededor, sin embargo, algo que se debe tener completamente claro, es que también existen otros tipos de guerra, las guerras por la paz que normalmente son creadas por la venganza de un corazón herido.

Un corazón que había sido dañado y martillado por el abandono de la fe y la esperanza, un corazón que había sido dañado por la culpa de la avaricia de los seres humanos y que se había visto apagada la luz de su interior, por qué otras personas deseaban tener el poder de esa luz. Las guerras no simplemente se crean por hombres que quieren más y más poder, a veces también se crean por el corazón dañado de una mujer, que es capaz de pararse frente a miles de hombres y hacerlos arrodillarse frente a ella y jurarle lealtad.

Aunque había sido un completo idiota cuando era joven con las mujeres, yo era completamente consciente de que ellas tenían más poder que yo, pero en especial una, una hermosa muñequita de ojos verdes que había sido capaz de ponerme de rodillas frente a ella, una hermosa muñequita a la que amaba con cada célula de mi ser y a la que quería tener el resto de mi existencia a mi lado.

Ella me había demostrado que era completamente fuerte, que no importaba todo el dolor que la atravesara o cuántas veces la pisotearan, siempre se pondría de pie y daría la cara a los problemas, incluso cuando se había obligada a ocultarse para protegernos, lo había hecho con el rostro en alto y aunque ella lo había considerado un acto cobarde, para todos los que la queríamos, sabíamos que era todo menos una cobardía.

Ella había sido tan valiente como para renunciar a absolutamente todo lo que había construido durante años, había renunciado al amor de sus padres, al ver a sus amigos e incluso a estar conmigo y el bastardo traidor y sabía que para ello se necesitaba valentía.

Ella no tenía ni siquiera una descripción humana, tratar de describirla con palabras del diccionario era una completa tontería, ella no tenía una descripción mortal, porque simplemente no era de este planeta, su belleza era tan perfecta que sólo podía compararse con algo celestial, ella era perfecta y no se molestaba en ocultarlo. Pero no sólo era su belleza era lo que más resaltaba en ella, era su coraje de seguir de pie, no importaba si intentaban tirarla o si la jalaban con tanta fuerza para hundirla, ella nunca bajaba la mirada y eso era lo que más amaba.

Sólo tú. Mi dulce salvación.©Where stories live. Discover now