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T/N y Dua decidieron disfrutar de una noche especial en uno de los restaurantes más exclusivos de la ciudad. La atmósfera era íntima, con luces suaves y música de fondo que creaba el escenario perfecto para su cita romántica.
Mientras saboreaban cada bocado exquisito de la cena, un mesero joven y extrovertido se acercó a su mesa para tomar la orden. Desde el principio, sus gestos y palabras parecían tener un toque más allá de lo profesional. Dua , siempre atenta, notó el coqueteo evidente dirigido hacia T/N.
A medida que avanzaba la velada, el mesero persistía en sus insinuaciones, lo que generaba una incómoda sensación en la mesa. Dua, sintiendo el deber de proteger la relación, apretó suavemente la mano de T/N, transmitiendo un mensaje de apoyo y complicidad.
El celo empezó a aflorar en Dua, aunque intentaba disimularlo. Mientras el mesero se alejaba momentáneamente, T/N percibió la tensión y, con una sonrisa tranquilizadora, aseguró a Dua que sus sentimientos eran solo para ella. La conexión entre ellas se fortaleció aún más, y juntas enfrentaron con elegancia la situación.
Al final de la cena, el mesero, sin darse por vencido, entregó la cuenta con una sugerente sonrisa. Dua , decidida a zanjar la situación, pagó la factura con determinación y se levantó de la mesa, tomando de la mano a T/N.
Caminando hacia la salida, Dua susurró unas palabras cariñosas a T/N, asegurándole que no permitiría que nada interrumpiera su amor. La noche, que comenzó con un toque de celos, se transformó en un recordatorio de la fuerte conexión que compartían, superando cualquier obstáculo externo.
