Capítulo 17: Efecto Mariposa

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Sector de Tricauco, Región de la Araucanía.

El Titán avanzó con cuidado por uno de los tantos enlodados caminos de tierra de la parte rural de la comuna de Victoria, a cuarenta minutos de Temuco. Franco iba al volante, acompañando a Laura, quien llevaba la extraña nota con una ubicación que los guiaba a la profundidad del bosque de La Araucanía. El camino estaba descuidado, y la lluvia golpeaba fuertemente el parabrisas del vehículo y las hojas de los árboles, opacando los metálicos quejidos del vehículo.

—¿Estás segura de que era por acá? Solo veo bosque. —Franco comentó con incredulidad.

—Por tercera vez, sí. —Laura respondió con un poco de hartazgo—. Es una casa que debe estar escondida por acá.

—A ver, si no somos capaces de verla vamos a tener que bajarnos y buscar, con lluvia y todo.

—Démosle, no queda otra.

Ambos se colocaron impermeables, descendieron del vehículo y caminaron hacia el bosque dentro de la zona indicada en la carta. Avanzaron solo un poco desde el camino de tierra, ya que llegaron a un extraño claro en donde no había nada a primera vista. La visión se hacía borrosa y la lluvia se hacía cada vez más fuerte con cada paso que daban hacia el claro.

—¡¡¡Franco, no se ve nada!!!

—¡Déjame ver! —El pelirrojo cerró los ojos y concentró maná en los ojos—. ¡¡¡Laura, hay algo ahí!!!

—¡¿Puedes verlo?!

—¡Sí! —alzó la voz ante el aumento de la intensidad de la lluvia y el viento—. ¡Está oculto con maná!

Franco sacó uno de sus corvos, concentró maná en él y, en un hábil movimiento con toda su fuerza, arrojó el arma hacia el claro, la que terminó frenándose, quedando incrustada en el aire. Ante la pareja de adeptos se materializó un domo de maná que, debido a la potencia del ataque, se resquebrajó, dejando ver una extraña edificación de color blanco que parecía un laboratorio, destacando en su puerta principal una letra alfa. El adepto no sintió ninguna presencia de maná en su interior.

—¿Estái viendo eso, Franco?

—Sí, voy a llamar a la Yova.

Antes de que pudiese sacar su celular fue interrumpido por su compañera, quien le sostuvo el brazo.

—No. No llamemos a nadie.

—¿Y eso?

—El clima está pésimo, no sé si el resto vaya a venir para acá ahora. Aparte que a ella y al Néstor los citaron del Gremio hoy...

Los adeptos recordaron la noticia del ataque adepto ocurrido en un sector céntrico de la ciudad argentina de Mendoza, ataque donde fallecieron más de quince personas, entre las que estaban el dirigente sindical Bartolomé Sarmiento y su guardaespaldas más fiel, Juan Bautista Artigas. Franco y Laura tristemente sabían quienes estaban detrás de tal ataque.

El pelirrojo se la pensó un poco ya que su compañera tenía un punto. Además, no pudo evitar pensar en que si las personas a cargo del lugar tenían un escudo de maná para ocultarlo, no iban a tardar en destruirlo si se enteraban de que había sido encontrado.

—Tienes razón, pero igual los cabros merecen saber donde estamos, y tendremos que reunirnos urgente para hablar de esto. —Miró a su compañera—. ¿Estás segura de que quieres ir? Puede ser una trampa.

—Iba a ir sola de todas formas. Además —la adepta sonrío mientras gotas de lluvia se deslizaban suavemente sobre su rostro—, ¡ahora estoy contigo po'!

Eterna, el universo elemental. Primer volumen.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora