Mirada.

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Ozaki Kouyou pudo sentir cómo detuvo el aliento en cuanto observó la reacción del joven a su cargo cuando su compañero entró a la habitación. Conocía muy bien esa mirada y el peligroso sentimiento que acarreaba.

Chuya prácticamente tenía corazones dibujados en los ojos cada vez que su mirada se dirigía a Dazai. A pesar de las palabras que se dedicaban el uno al otro, ese brillo era inconfundible. Su pequeño Chuya Nakahara estaba enamorado de Osamu Dazai.

Lo único que pudo hacer fue observarlos en silencio, mirando atentamente todas sus interacciones. Era sutil, pero los detalles estaban ahí. Las palabras que se dedicaban iban con el propósito de molestar, pero nunca eran lo suficientemente crueles como para herir de verdad. La manera en la que buscaban hacer contacto físico constantemente, como al arrebatarse el sombrero de Chuya entre ellos. Cómo, sin importar el tamaño de la habitación, terminarían uno a lado del otro.

Pero para Kouyou lo más significativo era la mirada del chico a su cargo. Le había tomado cariño y era una buena persona, dentro de lo que era posible en su línea de trabajo. Por eso no podía evitar sentirse ligeramente asustada por la manera en que veía a su compañero.

Le decía que lo odiaba, pero su mirada reflejaba anhelo por estar con él. Le pedía que lo dejara en paz, pero su mirada brillaba cada vez que le dirigía la palabra. Le decía que era mejor que él, pero su mirada lo hacía parecer lo más preciado en el mundo.

Lo peor era cuando Dazai no prestaba atención. La manera en la que Chuya lo observaba fijamente, como si fuera lo más hermoso que hubiera visto jamás y quisiera memorizar su rostro... Kouyou suspiró. Conocía esa mirada, y sabía que no había vuelta atrás.

Calendario de adviento. (Soukoku)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora