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La puerta había sido el primer paso, una prueba de la resistencia de Yuuji, una de tantas cuando cachorro era Sukuna. Una vez dentro, sentía que todo se desmoronaba, que el suelo ya no existía y que caía en picada en sus más bajos instintos.

Todo olía bien, todo gritaba Alpha.

Yuuji trago saliva, sintiendo su garganta seca, ya que delante de él, estaba el Alpha más malditamente caliente que Itadori Yuuji había visto en su corta vida. Alto, con el cabello tan plateado y enmarañado dándole un toque sensual. Su postura relajada en la silla donde sus largas extremidades que se hacían llamar brazos —muy bien tonificado bajo la delgada ropa—estaban posados de manera perezosa. El Alpha era alto— ¿ya lo había dicho?—, y eso que estaba sentado pero Yuuji solo podía imaginar lo alto que era. Llevaba unos lentes oscuros que hacían un gran constante con su pálida—muy pálida—piel, bien iluminada por la el sol del atardecer. Su omega ronroneo en reconocimiento y eso bastó para que Yuuji reaccionará.

Se dio una cachetada que sonó por todo el salón y luego se avergonzó cuando el caliente espécimen Alpha lo volteo a ver.

¡Maldita sea Itadori, compórtate!

—Buenos días —tratando de dejar su vergonzosa actuación, se puso su mejor sonrisa y se encaminó hacia la silla frente al escritorio donde estaba sentado el Sensei de su pequeño demonio, solo allí se dio cuenta que todas las ventanas estaban abiertas y la abundancia del aire lograba borrar su humillación anterior.

El Alpha no mencionó nada por unos minutos, sus ojos ocultos por sus redondos lentes oscuros pero que Yuuji estaba seguro, lo estaban observando.

Porque era una mirada ardiente, pesada e intoxicaste.

—Buenos días ¿Debes ser Itadori-san verdad?

—Correcto —Tratando de guardar la compuesta, se enderezó en su silla y esperó.

El Alpha lo notó y sonrió de manera ladina, arrogante.

—Lo imaginé, Sukuna-kun mencionó que vendría. Soy Gojo Satoru, maestro de su cachorro por el resto de la primaria. Siendo sincero, pensé que ese pequeño cachorro del mal no le diría nada.

En realidad es una sorpresa que lo haya hecho, siempre espero que los llamados de atención se acumulen y sea el mismo director quien me llame. Obviamente no se lo dijo al Sensei, el omega de Yuuji pasó por alto—porque quería—el apodo de cachorro del mal dicho por el Alpha.

No hay que negar, que sí, es la verdad.

—Lo siento, por todo lo que haya hecho, sé que es un cachorro muy rebelde, demasiado. Y aunque trato de corregirlo... Simplemente no le importa—Y era cierto, no hubo forma en la que Yuuji castigará a su cachorro, nada importó ya que Sukuna era una fuerza de la naturaleza terca, y sin remedio.

—Lo he notado. Los incidentes que han pasado en el transcurso de esta semana me han hecho ver que no hay un margen de autoridad en casa, por ello lo mandé a llamar —la voz del Alpha era hermosa, pausada y sin prisas. Yuuji tardó un poco en comprender lo que quiso decir solo por estar concentrado en esa voz.

—Espere... ¿Qué insinúa?

El Alpha lo vio directamente —aunque sus gafas no dejaban que lo afirmaron —sus manos con dedos largos entrelazados en el escritorio ¡Maldición Itadori! ¡Concéntrate!

—Debe ser una madre soltera, por ello el cachorro no tiene una figura de autoridad a la cual someterse. Ser una madre es difícil y con tal de tener al cachorro complacido por la falta de un Alpha tienden a dejar pasar much-

—¡Disculpe! Pero estoy seguro que eso no tiene nada que ver con el comportamiento de mi cachorro. Se lo que tengo y también como lo es educado y usted no puede decirse que un Alpha cambiaría lo que tengo ahora —para este momento, el hechizo de ese Alpha había caído y Yuuji estaba más que furioso por sus palabras. Por la insinuación en ellas—. Me disculpó en nombre de mi cachorro por los problemas causados y también haré que se disculpe con cada niño al que perjudicó. Así que ahora me largo de aquí.

InfinityWhere stories live. Discover now