Capítulo XXI

49 1 0
                                    

Después de tener nuestros cuerpos juntos, Dylan cayó dormido y yo estaba a su lado acariciándolo. Un ángel. Eso parece en estos momentos. Suspiré. Así cualquiera diría que es el hombre perfecto, pero no, tiene el más horrible defecto ser posesivo.

Lo miré y no pude evitar en darle un beso en la mejilla, poseía un olor embriagante, bastaba respirar un poco cerca de su cuello para volverme más adicta a él.

Acomode las sabanas para acostarme adormir. Cuando te pronto, sonó el teléfono.

¿Quién diablos es ha está hora? Dios, son las tres de la mañana. Estire mi mano derecha hacia la mesita de noche, agarre mi teléfono y no era. Me levanto y veo que es el de Dylan, seguramente es la chica que estuvo horas después con él aquél día que me dejo sola en Dollas, después de haberme follado. Perra. Le dejare bien claro que es mío ahora.—¡OMG! Es Alex.—dije, apenas vi el nombre de la llamada. Qué vergüenza, pensé que era la zorra esa.

—Hey hermano. Solo te recordaba que faltan tres días para mi boda. Y por favor Dylan, no vayas a llegar tarde o Sofia me asesinara brother, tu sabes cómo es.—dijo Alex apenas conteste la llamada. Note que estaba un poco ebrio, tanto que no pronunciaba bien las palabras.

—Hola Alex, soy Cristina su guardaespaldas.

—Oh la guardaespaldas de Dylan. Amiga Dylan te ama, nunca vi esa mirada por ninguna chica.

Sorprendida quede, no sabía cómo reaccionar.—Que dulce Alex, gracias.—fue lo único que salió de mí. Pero me sentí aliviada saber eso de Alex, que lo conoce muy bien. Hizo que no le diera espacio a las dudas del amor que siente Markle por mí. "Dylan cada vez va ganando más terreno en mí"

—Oye Alex, Dylan está dormido. Pero si quieres lo despierto.

—Oh por dios. No. No, no Cristina. Solo dile que será mi nuevo padrino. Que no le dije cuando le entregue la invitación porque quería darle la sorpresa.

—Ok Alex, está bien—dije sonriente. Alex me colgó, se escuchaba música creo que la pasaba bien. Deje el celular dónde estaba y me acosté en la cama cayendo en un sueño profundo.

[... ]

Los días pasaron y Dylan y yo fuimos inseparables. Parecíamos imanes, para donde él se movía yo iba, y para donde yo me movía él iba.

Fiestas, paseos en caballos, helicópteros, cine, comidas, salidas con sus amigos, viajes, parque de diversiones. Y lo mejor de todo, es que todo eso venía incluido con besos y sexo. Mucho sexo. Dígame si me puedo quejar. Pues yo creo que no.

Poco a poco, nos fuimos conociendo más. Le conté de mis padres cosa que le entristeció.

"Mis padres como la mayoría de los padre al principio eran felices vivían en un cuento de Hadas como decían ellos. Cuando nací yo fueron más felices pero como todo cuento tiene un final, el de ellos no iba a ser la excesión.

Se conocieron en primavera, mi padre era un atractivo profesor y mi madre una luchadora policía. Un día a ambos se le acabo la leche, y fueron a comprar al único supermercado que estaba abierto a esa hora "El supermercado Wolman", eran los únicos en la tienda y solo quedaba una leche. La tomaron al mismo tiempo. Y ya para el día siguiente estaba casados, y vivieron felices por ocho años.

Cuando tenía ocho años, a mi madre de detectaron cáncer de pulmón. A mi padre le afecto mucho. No teníamos dinero para pagar sus terapias ni mucho menos para su tratamiento. A raíz de eso mi padre Felipe comenzó a refugiarse en el alcohol. Comenzó a llegar tarde a casa totalmente ebrio, apostaba sin tener dinero por lo cual teníamos que vender cosas de la casa. Mi madre agotaba sus pocas energías en él, pero Felipe no lo valoraba. Discutían y discutían hasta el punto que la policía tenía que tocar la puerta. Yo solo estaba resguardada en mi habitación hasta que todo eso acabara.

El único en mi vidaWhere stories live. Discover now