CAPÍTULO 45

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POV DARKO ROMANOV

Me alejé lentamente de mi hija, dirigiéndome hacia el pequeño asador que había traído.

—Oksana, ¿tienes idea de lo que les hago a los traidores? —pregunté, lanzándole una mirada de desprecio. Noté que hacía esfuerzos por mantenerse consciente. La estúpida no resistiría mucho, y esto solo había sido el comienzo.

—Lo...lo que... me hiciste... —gimió débilmente.

—Lo que te hice fue por mi propio placer, no porque me hayas traicionado. —Me encogí de hombros, disfrutando de su sufrimiento—. Quería ver cómo lucias en este estado... sin dedos.

El odio llenó su mirada, y no pude evitar sonreír.

—Maldito.

—Lo soy, pero deberías agradecer. Ya no tendrás que volver a preocuparte por esas mierdas de manicura.

Continuaba moviendo el carbón, cuando Lia comenzó a sollozar. Inmediatamente volteé a mirarla.

—¿En qué quedamos? —pregunté, ganándome otro sollozo como respuesta—. Lia Romanova, deja de ser egoísta con una moribunda. Tendrás toda mi atención cuando termine.

—¿Crees...que ella te querrá? —musitó con dificultad.

—Lo hará —respondí con determinación, levantándome con un trozo de carbón entre las pinzas y esbozando una perversa sonrisa—. Es hora de lavar esa sucia boca.

El pánico en su mirada me deleitó. Era increíblemente perfecto.

—No. —Soltó un jadeó mientras negaba desesperadamente—. No.

—Antes, cuando alguien robaba, quemaban su mano. Una práctica cruel, pero sin duda, dejaba un mensaje contundente. Tú traicionaste a la Bratva, tienes una lengua muy suelta, y debo corregirlo.

Apretó rápidamente sus labios, y esa pequeña resistencia solo avivaba mi llama; las cosas fáciles eran aburridas, necesitaba un poco de desafío, y que ella lo proporcionara era excitante.

Al llegar a su lado, agarré su barbilla y la alcé.

Cuando nuestras miradas se encontraron, fue como si el tiempo se detuviera por un instante. Su mirada se convirtió en un espejo de emociones, como un cuadro caótico y fascinante que me atrapó por completo. Pude ver ese torbellino de reacciones reflejadas en sus ojos: terror, miedo, dolor, resignación, esperanza.

—Maldición —susurré, haciendo presión en sus mejillas para abrir esa sucia boca—. Tienes dos opciones. Dejas que el carbón esté el tiempo que yo desee en tu boca o te convertirás en la puta de la Bratva. Haré que mis hombres más repugnantes follen contigo todos los malditos días. Día y noche. Se turnarán y en ese momento, te juro que desearas haber elegido la opción uno.

Cuando su boca cedió, sonreí e introduje lentamente el carbón en su boca, era un poco grande.

—Tómalo todo, así...justo así.

Su cuerpo se transformó en un escenario caótico, retorciéndose desesperadamente en un intento frenético de liberarse. Casi logró escupir el carbón, pero con firmeza, presioné con fuerza su barbilla, impidiéndole cualquier atisbo de escape a su tortura.

Jodida mierda.

Atrapé mi labio inferior entre mis dientes, ejerciendo la fuerza necesaria para saborear el metálico sabor de la sangre, al tiempo que sentía como mi cuerpo reaccionaba, vibrando con una intensidad visceral ante la visión que tenía enfrente. Un gemido escapó de mis labios, acompañado de la sacudida de mi polla ante mi propia liberación entre mis pantalones.

TENTACIÓN ITALIANA (Borrador)Where stories live. Discover now