Una flor de cristal

31 7 0
                                    

-Hola mamá, soy yo Olivia. ¿Cómo estás? Ojalá que estés bien.
Hoy se cumple un año desde que te fuiste, cumplí tú promesa, sobreviví un año entero sin ti. No te imaginas por todo lo que he pasado y cómo están las cosas por casa. -Suspiré y negué con la cabeza-. He acabado tirada en la cama sin ganas de hacer nada, al final papá terminó llevándome a un psicólogo que me a ayudado bastante.
«Papá ha intentado hacer todo lo posible para que estuviéramos todos bien, como si no hubiera pasado nada. Pero llegó un momento en el que no pudo más, por eso llamé a la tía Fiona. Nos ha ayudado mucho.
En cuanto al pequeño Oliver, quedó destrozado, con mucho miedo, entonces al poco tiempo apareció una vez por la noche a mi cuarto con una manta y con su osito de peluche. Enseguida se unió a mí y dormimos juntos muchas veces, como si de ese modo nos cuidáramos el uno al otro y nos sintiéramos protegidos.
Lo hemos pasado muy mal, sobre todo en la escuela...
Todos han estado muy pendientes de mi, me han tratado como si me fuera a romper. Pero eso no es lo peor, lo peor de todo es que te miren con lástima. Agradezco que me cuiden, pero eso es lo más doloroso, porque te miras a tí misma y ves: una chica apagada, con ojeras y que parece que se va a derrumbar en cualquier momento.
Es horrible mamá, desearía que estuvieras aquí, te necesito.
Para colmo no he tenido el valor suficiente para entrar al estudio de música, no he sido capaz.
Seguí en la banda de la escuela, pero no soy capaz de tocar ni una sola nota, no puedo. La profesora  me ha dicho que como para la próxima clase no sea capaz, que le va a tener que dar mi plaza a otro, por lo que me ha contado, órdenes de la directora.»
Me hubiera gustado quedarme un rato más contigo, pero me tengo que ir, pronto empezará la tormenta, igualmente te traje tus flores favoritas. Las Rosas.

Me agaché y se las dejé junto a su lápida.

-Brisa Ocaña Alcalá, 8 de junio de 1978 hasta el 4 de abril de 2023.
Descanse en paz.

Leí en voz alta.
Hoy 4 de abril, se cumple un año.
Un año, exactamente un maldito año.

Mi madre había fallecido por culpa de un accidente de tráfico en el que íbamos las dos, pero ella no sobrevivió, yo si. Me acordaba de pocas cosas relacionadas con aquel día, lo único que recuerdo es a mi madre gritar, dar un volantazo y el sonido de las sirenas. Pero lo peor de todo fue enterarme de que ella ya no iba a volver. Que ya no estaba, que se había ido para siempre.
Me culpé a mi misma un montón de veces por no haber sido capaz de protegerla en el momento. Hubiera preferido que esa accidente acabara con mi vida y no con la suya. A día de hoy lo sigo pensando, es muy difícil cargar con esos sentimientos.

Eran las seis y media de la tarde.
Me tenía que ir si no quería que empezara la tormenta y mojarme. No entraba en mis planes, la verdad.

-Adiós, mamá. Te extraño muchísimo, no sabes cuánto desearía que ese accidente acabara con mi vida y no con la tuya. De verdad que sí mamá. Me tengo que ir, no te preocupes, te mantendré informada de todo. Te quiero.

Me levanté, avancé un poco, cerré el portal del cementerio y me dirigí para coger el autobús que en breve pasaría por la parada de al lado.

La niña del piano Donde viven las historias. Descúbrelo ahora